Un mundo m¨¢s peligroso
Al defenderse del peligro que puso de manifiesto el terrible ataque terrorista del 11 de septiembre, la Administraci¨®n de Bush corre el riesgo de generar nuevas amenazas. Una gran parte del mundo acompa?¨® ayer a EE UU en su dolor al rememorar aquellos acontecimientos de seis meses atr¨¢s, pero no necesariamente en los remedios. En su obsesi¨®n por destruir la red Al Qaeda y prevenir nuevos ataques contra su territorio, EE UU se ha olvidado de otros problemas. Es comprensible que la superpotencia quiera protegerse y evitar nuevos ataques, pero flaco favor le hace la elaboraci¨®n de una 'postura' que rompe el principio de no atacar con armas nucleares, ni amenazar con hacerlo, a Estados o grupos que no las tienen, por mucho que tema que grupos terroristas puedan hacerse con armas de destrucci¨®n masiva, at¨®micas, qu¨ªmicas o bacteriol¨®gicas. Si baja el umbral del uso de sus armas nucleares, incitar¨¢ lo contrario de lo que pretende: la proliferaci¨®n. Pues muchos pa¨ªses han renunciado al armamento nuclear al considerar que nunca ser¨ªan atacados con estas armas.
La Administraci¨®n del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la Tierra deber¨ªa dar ejemplo, en vez de anunciar un recorte notable del n¨²mero de sus cabezas nucleares para luego precisar que no las destruir¨¢, sino que las 'almacenar¨¢'; o en vez de de negarse a ratificar el tratado de prohibici¨®n total de pruebas nucleares y socavar el de prohibici¨®n de armas qu¨ªmicas. Se ha permitido criticar a los tribunales internacionales justo cuando Milosevic comparec¨ªa en La Haya, un hito en el camino hacia una justicia internacional. A la vuelta de la esquina (faltan s¨®lo cinco ratificaciones) est¨¢ la entrada en vigor del tratado que crea el Tribunal Penal Internacional, al que se opone EE UU, cuya reacci¨®n se puede temer.
Bush, con un amplio apoyo de la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs a la guerra de Afganist¨¢n, est¨¢ organizando la pol¨ªtica exterior y una gran parte de la interior del resto de su mandato en torno a una l¨ªnea unilateral para luchar contra el terrorismo global, y convertir, como ayer dijo Bush en su solemne discurso, a todo terrorista en un 'fugitivo internacional'. La batalla de Gardez est¨¢ demostrando que la guerra de Afganist¨¢n a¨²n puede durar, mientras EE UU lleva este combate contra los 'par¨¢sitos terroristas' a lugares como Georgia, Yemen o Filipinas para evitar que Al Qaeda pueda instalar en ellos sus santuarios.
Siguen pendientes muchos otros problemas que tienen poco que ver con el terrorismo, como la carrera de armamentos, la protecci¨®n del medio ambiente, la lucha contra las pandemias y las guerras de las que s¨®lo una escasa parte se dan entre Estados. El deterioro de la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo se debe primordialmente a los actores all¨ª presentes, pero tambi¨¦n a la inacci¨®n de EE UU, ¨²nico pa¨ªs que podr¨ªa imponer una paz a ambas partes. Filtrar que en la lista de objetivos nucleares de la nueva postura figuran, adem¨¢s de los integrantes de lo que Bush llama el eje del mal -Irak, Ir¨¢n y Corea del Norte-, Libia y Siria, socava los esfuerzos por hacer renacer la esperanza en Oriente Pr¨®ximo, y tampoco ayuda al vicepresidente Cheney en su gira para estos fines, incluyendo el de encontrar apoyos para acabar con el r¨¦gimen de Bagdad.
EE UU recibi¨® tras el 11-S una muestra general de solidaridad, incluida la de unos aliados en la OTAN que por primera vez se declararon colectivamente atacados tras lo sucedido. Tras sus primeras reacciones, la Administraci¨®n de Bush ha sacado sus instintos m¨¢s unilateralistas. Ha desaprovechado la ocasi¨®n para crear un mundo m¨¢s equilibrado. La hiperpotencia se ha sentido vulnerable. Debe reducir los riesgos y luchar contra el terrorismo, pero tambi¨¦n comprender que el sue?o de la seguridad total es inalcanzable.
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