Portugalete en la fotograf¨ªa
La recuperaci¨®n hist¨®rica de los pueblos cuenta desde la aparici¨®n de la fotograf¨ªa con una herramienta de incalculable valor. Puede ofrecer distintas forma de empleo, pero nadie pone en duda sus incomparables matices en el momento de poner en relieve las transformaciones acaecidas en una sociedad con el paso del tiempo. Si nos remitimos a su car¨¢cter documental, no solo evidencia formas de la vida cotidiana; nos acerca tambi¨¦n a los criterios urban¨ªsticos y arquitect¨®nicos de una ¨¦poca. Hace inventario pl¨¢stico del cuerpo humano y de usos y costumbres en lo referente a los aspectos m¨¢s inusitados: el vestir, el comer, el ocio o el trabajo. Los numerosos detalles que ofrecen este tipo de im¨¢genes hablan, en definitiva, del comportamiento de las gente y permiten situarla en su contexto natural.
Con estos proleg¨®menos, indicamos sencillamente los criterios que subyacen en el libro Portugalete en la fotograf¨ªa (1864-1930), publicado por la Fundaci¨®n El Abra de la villa jarrillera en su colecci¨®n El Mare¨®metro, a cuya cabeza est¨¢ Rub¨¦n Las Hayas. Es un trabajo de paciente recopilaci¨®n y selecci¨®n impecable. No contentos con buscar las im¨¢genes se han preocupado en a?adir, cuando ha sido posible, el a?o de su realizaci¨®n, citar a autores y, en definitiva, aportar algo nuevo a la historia de la fotograf¨ªa en el Pa¨ªs Vasco. Parte importante del trabajo pertenece a la colecci¨®n de Jos¨¦ de Lecue (Portugalete, 1885-1953), hombre de vasta cultura y amante del arte al que su amigo Manuel Llano Gorostiza calificaba como 'pintor y trotamundos'. Este notable portugalujo, hac¨ªa y recopilaba instant¨¢neas de su villa natal y encargaba curiosos reportajes a los fot¨®grafos locales. Como ejemplo puede servir el que realiz¨® Francisco P¨¢ramo del entierro de su madre en 1929.
Las fotograf¨ªa m¨¢s antigua que recoge el libro data de 1864 y presenta una imagen de la villa vista desde la playa de Sestao. La primera firmada est¨¢ tomada desde Las Arenas y deja ver uno de los remolcadores que ayudaban a sortear la barra a los buques que remontaban la R¨ªa hasta los cargaderos de mineral o los muelles comerciales. El anagrama que aparece al pie es el de Joarizti y Mariezcurrena. Pero cabe establecer alguna precauci¨®n antes de afirmar que fueran ellos fueran los autores de la toma. No cabe duda que el zincograbado (fotograbado) es obra de ellos, porque esa era su autentica profesi¨®n, pero debemos guardar ciertas reservas con respecto a la toma.
Las fotograf¨ªas, una por p¨¢gina, bien impresas y maquetadas, siguen desfilando por el libro que, adem¨¢s de las breves notas introductorias, se reparte en tres bloques. El primero y m¨¢s amplio corresponde al siglo XIX. Junto a las casas de pescadores se ve c¨®mo nace la primera ampliaci¨®n urban¨ªstica que da pie al muelle nuevo, edificios construidos por la burgues¨ªa bilba¨ªna para su residencia de verano. Otras im¨¢genes recuerdan el sitio carlista y sus destrozos. Adem¨¢s de gentes y personajes, se documenta la llegada del tren y, sobre todo, la construcci¨®n del Puente Colgante.
El segundo bloque abarca el primer tercio del siglo XX. Ense?a el esplendor de muchas construcciones y el de los trajes de ¨¦poca. Hay casetas de ba?o con ruedas, procesiones, desfiles y tambi¨¦n la rampa repleta de curiosos durante la descarga del pescado. La ¨²ltima parte se dedica a las im¨¢genes de Portugalete publicadas en revistas gr¨¢ficas. El mayor protagonismo lo adquiere Novedades, de San Sebasti¨¢n, seguida de la edici¨®n semanal de El Nervi¨®n, un cuadernillo repleto de fotograf¨ªas. Menor parte corresponde a Blanco y Negro y Nuevo Mundo. Entre las notas gr¨¢ficas figuran visitas de los Reyes, regatas del Sporting Club (unas a remo, otras a vela), fiestas locales de Santiago o juegos de cuca?a. Un panorama polifac¨¦tico, donde no faltan fotograf¨ªas de car¨¢cter pol¨ªtico y social como m¨ªtines, manifestaciones o incluso un detenido entre una pareja de la Guardia Civil.
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