Guapos por fuera, mansos por dentro
Lanzaron la moneda al aire y sali¨® cruz. Ayer tocaba la de arena. No se sabe por qu¨¦, pero el gui¨®n se lo saltaron a la torera. Nunca mejor dicho. Para que ello sucediera salieron al ruedo seis novillos de variada y espectacular l¨¢mina. Fue lo ¨²nico destacable de un lote tan descastado como manso, tan violento como escaso de fuerzas. Todo eso tuvo la novillada de Guadalest. Nada bueno. Sin embargo, el que abri¨® plaza se sali¨® de esa norma. Fue como el garbanzo blanco entre tanta mansedumbre y descastada condici¨®n. Novillo que, por otra parte, no fue aprovechado.
Ese primero, alto, bizco del izquierdo, luc¨ªa una guada?a por pit¨®n derecho. S¨®lo tuvo en com¨²n con sus hermanos la mansedumbre en varas. Protest¨®n bajo el peto y repartiendo ga?afones con mal estilo, tuvo transmisi¨®n en la muleta. Y nobleza. Fue claro por los dos pitones. Se fue pronto a la muleta y obedeci¨® al toque. A tan interesante novillo no se le sac¨® el partido que se merec¨ªa. Leandro Marcos, m¨¢s preocupado en componer la figura que en construir faena, perdi¨® la ocasi¨®n. Est¨¦tico, pero fr¨ªo; con empaque, pero muy despegado. Faena de dibujo lineal, a la que tanta est¨¦tica acab¨® por dejarla sin alma. Sin calor. Y, a veces, sin color. Al matar fue cogido por la barriga y qued¨® enganchado durante unos segundos interminables. No pas¨® del susto.
De ese primero a los otros cinco hubo un salto de calidad notable. La novillada sigui¨® en la t¨®nica de su mansedumbre en varas y degener¨® en la muleta. Una demostraci¨®n de falta de raza en toda regla. Casi un calco desde el segundo al quinto. En varios tonos, pero abocada a la total negaci¨®n de la casta.
Con todo, a novilleros tan aparentemente puestos como Leandro Marcos y Javier Valverde cabr¨ªa exigirles mayor habilidad. No fueron lo que apuntan y se perdieron en idas y venidas sin ton ni son. De los dos, Valverde fue m¨¢s pele¨®n. Se justific¨® m¨¢s dentro de su condici¨®n de novillero. Aunque no resolvi¨® con la capacidad que se supone a quien es puntero del escalaf¨®n.
Con el inc¨®modo tercero le sobr¨® tes¨®n y le falt¨® mando. Faena peleada, ruidosa, pero con poco fondo. Con el desrazado que hizo quinto todo fue muy deslucido. Se puso terco Valverde, pero le sirvi¨® de poco. De tan poco, que la gente le avis¨® con silbidos de que acabara con aquel desprop¨®sito.
Con el rebrincado y protest¨®n que apareci¨® en cuarto lugar, Leandro Marcos se apag¨® muy pronto. Al menos se agradeci¨® la brevedad de trasteo tan insulso.
Al debutante Jos¨¦ Luis Mi?arro hay que justificarle m¨¢s. Era su segunda novillada con caballos, la primera se remonta a la pasada temporada, y no se vino abajo. Con la voluntad por bandera y el arrojo como arma, a Mi?arro s¨®lo le asaltaron las dudas propias de su biso?ez. A sus dos novillos los recibi¨® de rodillas y combin¨®, dentro de la misma serie, faroles y largas cambiadas. Unas m¨¢s limpias, otras atropelladas. Pero siempre decidido. Ninguno de su lote le puso las cosas f¨¢ciles. Pero Mi?arro no se vino abajo. Dej¨® las calidades para otra ocasi¨®n y ense?¨® los dientes. Le falt¨® temple con el descompuesto y flojo tercero, pero lo compens¨® con respuesta rabiosa. Con el muy violento y de peor estilo que cerr¨® la tarde nunca volvi¨® la cara.
Lo m¨¢s brillante de la tarde lo pusieron tres banderilleros valencianos: Antonio Peinado, C¨¦sar Fern¨¢ndez y Domingo Navarro. Seis pares de banderillas como dicen que mandan los c¨¢nones.
Babelia
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