Ritos de paso
A¨²n no se hab¨ªa agotado el tema del botell¨®n en las tertulias y en los peri¨®dicos, en los plat¨®s y en otros c¨ªrculos p¨²blicos de controversia cuando el pastillazo vino a ocupar su puesto en las pol¨¦micas p¨²blicas que han hecho ¨²ltimamente de los j¨®venes centro de atenci¨®n y sujeto de cr¨ªticas, moralejas, reconvenciones y sanciones.
Frente a los mod¨¦licos artistas de Operaci¨®n Triunfo, que encarnan los valores cardinales del Partido Popular, seg¨²n uno de sus representantes electos, los an¨®nimos cofrades del botell¨®n y el pastillazo no encarnan los valores de nadie, sino la degradaci¨®n moral, el ego¨ªsmo y la irresponsabilidad.
Para los que fabrican la realidad juntando titulares de peri¨®dico, noticias de telediario y opiniones tertulianas, el 'problema' de los j¨®venes se revela hoy m¨¢s grave que nunca por el espacio que ocupa en los medios. A la plaga del botell¨®n, combatida por v¨ªa represiva, sucede la amenaza del pastillazo, y sabios doctores que se criaron fumando 'mataquintos' y bebiendo vino pele¨®n y co?¨¢ de garrafa se aperciben de que es peor el remedio que la enfermedad y empiezan a pensar si no estar¨ªan mejor sus reto?os en las ruidosas romer¨ªas et¨ªlicas, al aire libre y a la vista de todos, que empastillados y fren¨¦ticos entre el ruido y la furia en esas discotecas en las que el primer riesgo de la noche viene de manos y de pu?os de los porteros y guardias de seguridad.
Hip¨®crita y desinformada, y a veces las dos cosas a la vez, la socidad adulta ha envasado bajo el ominoso ep¨ªgrafe de drogas una serie de sustancias prohibidas o de uso restringido por la legislaci¨®n internacional, un saco roto en el que se han mezclado churras y merinas, marihuana y hero¨ªna, ¨¢cido lis¨¦rgico y coca¨ªna, anfetaminas y analg¨¦sicos, hipn¨®ticos o estimulantes. Un maldito ep¨ªgrafe en el que no entraba el alcohol, droga permitida, sacramental, cultural y social en estas latitudes.
En las macrofiestas rave, multitudinarias y estruendosas, el ¨¦xtasis no es un estado inefable del alma, sino una dosis de combustible para mantener la marcha; es m¨¢s arrebato que arrobo, m¨¢s v¨¦rtigo que delirio.
La visi¨®n de una multitud api?ada, sudorosa y convulsa, con las mand¨ªbulas en tensi¨®n y los ojos exorbitados, mordiendo crucifijos y rosarios fluorescentes al comp¨¢s de estruendosas y sincopadas melopeas, representar¨ªa una imagen casi paradigm¨¢tica del infierno para muchos padres de familia que, tras su contemplaci¨®n, reclamar¨ªan a voces la presencia de un exorcista. Pero un observador neutral, representante de una cultura diferente, ver¨ªa la cosa de otra forma, la rave como una ceremonia religiosa, con sus sacerdotes, hechiceros, los 'DJS' y sus p¨®cimas y filtros, una religi¨®n tecnol¨®gica y tribal que comulga con p¨ªldoras grabadas con los iconos del consumo y de la modernidad, una tribu que conjuga el ¨¦xtasis con el dise?o, droga de s¨ªntesis imposible.
No hay veneno, sino dosis, dijo Paracelso. Pero los j¨®venes, por serlo, no saben dosificarse, no quieren dosificarse y nadie les ha ense?ado a dosificarse; sus conocimientos sobre las sustancias que presuntamente ingieren sin ningun control se basan en sus mutuas desinformaciones. Cuentan que en Holanda el ¨¦xtasis se expende con su correspondiente prospecto farmac¨¦utico con su posolog¨ªa, sus contraindicaciones y sus consejos para casos de sobredosificaci¨®n. La postura holandesa sobre estos temas es piedra de esc¨¢ndalo para los que luego se escandalizan de las muertes de los fines de semana.
El peligro del '¨¦xtasis qu¨ªmico' (MDMA), pariente de la anfetamina, est¨¢ sobre todo en la urgencia del consumidor, en el ansia de subir cuanto antes y en la desconfianza de que el producto ingerido haya sido un mero placebo. ?se es el factor que conduce a la sobredosis.
Las macrofiestas tribales no son ritos de paso hacia la sociedad adulta, son ritos de paso hacia ninguna parte, ritos de huida de la rutina y de la mediocridad adulta, de sus esc¨¢ndalos y de sus miserias.
En una canci¨®n ir¨®nica y pedi¨¢trica, El Gran Wyoming se pregunta: ?por qu¨¦ potan los ni?os? Y tras pasar revista a los diferentes tipos de v¨®mitos infantiles, concluye: ?qu¨¦ ver¨¢n en sus pap¨¢s?
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