Aznar¨ªn cumple seis a?os
Ya estaba el principito muy suelto en lecturas provechosas, cuando lleg¨® el ansiado d¨ªa de su sexto cumplea?os. Todos sus primos y los compa?eros del cole, e incluso los pap¨¢s, y las mam¨¢s, se aprestaban a felicitarlo con los m¨¢s ricos presentes, pues cund¨ªa por doquier la fama de sus rapid¨ªsimos avances en las m¨¢s variadas materias. Sobre todo en humanidades. Aqu¨ª los prodigios se multiplicaban. A tan temprana edad ya recitaba impert¨¦rrito los 33 reyes godos, todos los r¨ªos de la Patria, con sus afluentes hasta el tercer nivel (el Ebro, por extra?a inclinaci¨®n, hasta el quinto), m¨¢s un tomo completo del Tesoro de la Poes¨ªa Espa?ola. Y sin pesta?ear apenas. De todos los chal¨¦s de la colonia, como quien peregrina al santuario de un santito, acud¨ªan sol¨ªcitos a que les hiciera alguna demostraci¨®n. Empero sin embargo, los pap¨¢s del Pr¨ªncipe hoy se negaban. Aquel no era d¨ªa de revelar portentos, sino que el tierno infante disfrutara con sus amigos en los esparcimientos propios de la edad. Eso s¨ª, todos instructivos.
La primera en llegar fue Pilar¨ªn del Castillo, portando un ingenioso y al par did¨¢ctico entretenimiento: El t¨²nel del tiempo Educativo; alambicadas piezas de ingenier¨ªa jur¨ªdica conformaban un a modo de ariete contra rojos, pedagogos, psic¨®logos y otras gentes de mal vivir, hasta el restablecimiento final de las cosas como son: ni?os pobres, a oficios ruines; tontos, a letras; ricos y listos, a ingenieros. Muy poco despu¨¦s lleg¨® Rodriguito, con una nueva versi¨®n del Monopoly llamado ?Qu¨¦ careta!, donde los curas de Valladolid se hac¨ªan ricos y los incautos ve¨ªan su dinero esfumarse por insondables agujeros. Un juego de mucha risa, a decir verdad. Cogidos de la mano llegaron Piquel¨ªn el Travieso y Marian¨ªn el Inseguro. El uno con una nueva caja de juegos reunidos, Europa-pa-m¨ª, m¨¢s un curioso manual: C¨®mo volver bizco al fisco. El otro con variados disfraces de guardias de la porra en diferentes misiones: contra estudiantes, contra envidiosos de la globalizaci¨®n, contra inmigrantes errabundos...
Algo sofocado por la tardanza, aunque con la disculpa de que ven¨ªa de tierras de infieles, lleg¨® Javier¨ªn, esgrimiendo una flamante edici¨®n del cuento de Las Tres Princesas Alcaldesas, las protom¨¢rtires Solinda, Celinda y Teofinda. Mucho agrad¨® al futuro adalid de la Constituci¨®n poder recrearse con las nuevas aventuras de sus tres hadas preferidas, mas dej¨®lo para ocasi¨®n m¨¢s ¨ªntima. Pero el ¨¦xito de la tarde fue el juego de rol denominado Andaluc¨ªa rebrincada, donde el Bien definitivamente bat¨ªa a los p¨¦rfidos Sociatas, inund¨¢ndoles el territorio de herejes miserables, las costas de alcaldes felones, las minas de parados ... Tan embebidos estaban celebrando las desventuras de Chavel¨®n el Malo, que casi se les pas¨® la hora de la tarta. Mas por fin estuvo sobre la mesa el codiciado pastel, todo de rojo y gualda, y ya inflaba Aznar¨ªn sus c¨¢ndidos mofletes, cuando de pronto se abri¨® la ventana por el efecto de un clamor fabuloso que, a manera de imprevisto vendaval, apag¨® las seis velitas de golpe. Presa de descomunal berrinche, Aznar¨ªn entreg¨®se a un furioso llanto.
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