Los caminos de la sangre negra
Es Little Senegal la sencilla, c¨¢lida y fraternal historia del viejo Al¨²n, un hombre africano que trabaja como gu¨ªa en el Museo de la Esclavitud de Gor¨¦e, en Senegal, que queda atrapado hasta la obsesi¨®n por las redes del recuerdo de su casta e intenta reconstruir las remotas huellas inconclusas que sus lejanos parientes dejaron en los bordes de la tierra del ?frica natal, antes de ser cazados por los salvajes negreros esclavistas, que los vendieron como bestias de carga a los due?os de la tierra del otro lado del Oc¨¦ano.
Al¨²n salta un d¨ªa por encima del mar y se echa a las carreteras en busca de huellas de su gente en Estados Unidos; y, desde plantaciones sure?as al asfalto de Harlem, sigue rastros de descendientes de sus antepasados. El director y escritor de Little Senegal -el franc¨¦s Rachid Buchareb, cineasta curtido en varios largometrajes, entre ellos Baton Rouge (1985) y Dust of life (1994)- deja suelto a su hombre errante en un vibrante itinerario de road movie, que finalmente desemboca en una hermosa comedia neoyorquina barriobajera, en la que se enfrentan una serie de int¨¦rpretes excepcionales, completamente cre¨ªbles.
El viejo indagador senegal¨¦s es interpretado por un magn¨ªfico y magn¨¦tico juglar africano, el actor, cantante y contador de cuentos Sotigui Kouyate, que da una suave y poderosa identidad a ese apasionado buscador de sus ra¨ªces hermanas perdidas, de las gotas de su propia sangre que sobrevivan de la sangr¨ªa del inmenso, inabarcable genocidio de la esclavitud de africanos en Am¨¦rica. El itinerario del hombre fructifica, pero de su apacible toma de una esquina de Harlem saltan inesperadamente chispas incendiarias, ya que hay algo en la naturaleza singular e involuntariamente radical de su persona y su viaje que subvierte las cosas y saca inquietud de la quietud de las cosas, dejando abiertas y en carne viva antiguas heridas a¨²n no cicatrizadas despu¨¦s de siglos.
La esquina de Harlem
El encuentro y los roces de Al¨²n con su familia neoyorquina es un largo trozo secuencial, m¨¢s de media pel¨ªcula, de cine maravilloso, lleno de buen ritmo, de encanto, de fuerza y de delicada textura realista. Tiene algo de tragedia y algo de sainete, pero sin embargo materias tan dispares no dan lugar a una mayonesa cortada, sino que se funden en una secuencia homog¨¦nea y bien armonizada, en la que al int¨¦rprete africano le sale la formidable r¨¦plica de su prima americana Ida, que interpreta con enorme gracia y desgarro la magn¨ªfica Sharon Hope, apoyada en un coro de personajes que trenzan con ambos viejos protagonistas el bordado agridulce, con chispas de electricidad ir¨®nica, de un fresco viv¨ªsimo, divertido y consolador sobre una de las mayores brutalidades que se conocen del hombre.
Babelia
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