Avances concretos
La Uni¨®n Europea no puede permitirse m¨¢s dilaciones en sus reformas econ¨®micas ni en su pol¨ªtica exterior. En los dos a?os transcurridos desde el Consejo Europeo de Lisboa, que fij¨® el objetivo de convertir la UE en una d¨¦cada en la zona 'm¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo', con pleno empleo, lo que se ha logrado es sumamente parco. La distancia respecto a EE UU, medida en producto interior bruto por habitante, es la mayor desde principios de la d¨¦cada de los sesenta. En inversiones en investigaci¨®n y desarrollo, o en patentes, la situaci¨®n ni siquiera es comparable.
Europa necesita un choque de innovaci¨®n. Ha perdido el impulso vital. Barcelona debe ser la ocasi¨®n de recuperarlo, sin quedarse en meros planes o calendarios. Los Quince -que en realidad ser¨¢n 28 con la participaci¨®n de los pa¨ªses que negocian su ingreso- deben lograr, como ha pedido Aznar, 'avances concretos', especialmente en materia de liberalizaci¨®n de algunos sectores estrat¨¦gicos, como el de la energ¨ªa, los transportes y los mercados financieros.
Acordar medidas reales que permitan a las econom¨ªas de la UE crecer un 40% y crear 20 millones de puestos de trabajo en ocho a?os es un reto de enorme envergadura. La proximidad de las elecciones impide al Ejecutivo franc¨¦s dar pasos decisivos, a¨²n m¨¢s tras las manifestaciones en Francia contra las liberalizaciones en el sector p¨²blico. Pero si se quiere liberalizar, el paso ha de ser acompasado para todos. Y si la UE quiere acercarse a los ciudadanos, no vale que la capacidad de elegir entre operadoras se limite s¨®lo a las empresas y se queden al margen los hogares. En Espa?a la situaci¨®n es a¨²n peor para los consumidores pese a la propaganda gubernamental, pues, dados los l¨ªmites en la interconexi¨®n con el extranjero, la liberalizaci¨®n est¨¢ falseada.
Los Gobiernos deben renunciar a algunas de sus prerrogativas para que la cumbre de la liberalizaci¨®n no sea un fiasco. Entre integraci¨®n, globalizaci¨®n y descentralizaci¨®n, los Gobiernos se est¨¢n quedando con escasas competencias, pero si la UE quiere sacar ventajas de su escala deber¨ªa tener, por ejemplo, una autoridad europea para las telecomunicaciones, y evitar que sean las empresas las que, mediante adquisiciones y fusiones, tengan que saltar las trabas -muchas veces burocr¨¢ticas- que les exigen los Gobiernos.
Las liberalizaciones a escala europea no pueden hacerse en el vac¨ªo, sin contar con la opini¨®n p¨²blica. Los participantes en el Consejo Europeo que hoy se inaugura en Barcelona no pueden hacer o¨ªdos sordos al clamor de la multitudinaria manifestaci¨®n de ayer -ejemplar desde todos los puntos de vista-, convocada por los sindicatos europeos para reclamar una mayor Europa social. Los ciudadanos est¨¢n dispuestos a reformar su modelo, pero no a renunciar a ¨¦l, como indica cualquier sondeo. Ha sido Jospin quien antes ha enarbolado la bandera de la Europa social, a la que luego han intentado sumarse otros (el PSOE, desde la oposici¨®n). El di¨¢logo social que por primera vez ha tenido lugar en Barcelona con ocasi¨®n de una cumbre de primavera es una dimensi¨®n a reforzar para que las reformas sean cabales. Se ha puesto de manifiesto lo que reflejan las encuestas: para hacer frente a la globalizaci¨®n, los ciudadanos conf¨ªan m¨¢s en la UE que en sus propios Gobiernos.
En cuanto a la pol¨ªtica exterior, Barcelona es una ocasi¨®n para demostrar que la UE es capaz de reflejar una postura aut¨®noma respecto de EE UU, sobre todo despu¨¦s de esa l¨ªnea unilateralista de la que, cada vez con m¨¢s frecuencia, est¨¢ haciendo gala. La UE puede demostrarlo aprobando un texto claro sobre el conflicto de Oriente Pr¨®ximo que vaya m¨¢s all¨¢ de la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo gran m¨¦rito es que reconoce por vez primera en este ¨¢mbito la conveniencia de un Estado palestino junto al israel¨ª. En Belgrado, m¨ªster Pesc demostr¨® ayer que la UE puede tener peso espec¨ªfico al precipitar un acuerdo entre Serbia y Montenegro para que preserven su uni¨®n federal. La independencia de Montenegro hubiera puesto en marcha una din¨¢mica infernal. Y ayer, en Bruselas, los Quince llegaron a un compromiso para que en 2006 la media de su ayuda al desarrollo llegue al 0,36% del PIB, lejos del objetivo oficial del 0,7%, pero que supone un peque?o avance, sobre todo para pa¨ªses como Espa?a, tan pacatos en este cap¨ªtulo.
En el plano institucional, el documento preparado por Solana demuestra que se puede reformar el funcionamiento de la Uni¨®n sin esperar a un nuevo tratado. Tras la llegada del euro a 300 millones de ciudadanos y el lanzamiento de la Convenci¨®n para preparar una nueva reforma de la UE, Barcelona no puede acabar siendo una cumbre ret¨®rica. Si no, ser¨¢ un fracaso.
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