Despu¨¦s de que se jodi¨® el Per¨²
?En qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨²? La pregunta que Zabalita, el personaje de Conversaci¨®n en La Catedral (1969), de Mario Vargas Llosa, no deja de repetirse, parece resonar impert¨¦rrita, m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s, en la primera novela de Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, 1964), cuyos personajes, lo mismo que Zabalita, tambi¨¦n acaban pregunt¨¢ndose ellos mismos en qu¨¦ momento se jodieron sus propias vidas.
Los 'a?os in¨²tiles' a los que alude el t¨ªtulo podr¨ªan serlo precisamente por eso: porque en ellos nada se dio por aprendido, y el pa¨ªs entero, en el periodo del Gobierno aprista, de cuyo despegue y estertores se da aqu¨ª cuenta, sigui¨® jodi¨¦ndose igual que lo hab¨ªa hecho en el pasado, y como seguir¨ªa haci¨¦ndolo en el futuro.
LOS A?OS IN?TILES
Jorge Eduardo Benavides Alfaguara. Madrid, 2002 488 p¨¢ginas. 16,95 euros
'En el Per¨², la esperanza s¨®
lo es algo que perdemos violenta y cruelmente todos los d¨ªas', llega a decirse por alg¨²n lado. Y se dice despu¨¦s de consignar la 'ciega credulidad' de un pueblo que se dej¨® seducir por lo que Benavides califica de 'populismo medieval', sin que el saldo de corrupci¨®n y de miseria que se deriv¨® del mismo impidiera que el mismo pueblo, inmediatamente despu¨¦s, se dejara seducir por un nuevo populismo, esta vez el de Fujimori.
Un tejido h¨¢bilmente trenzado de vidas cruzadas sirve a Benavides para ofrecer no tanto una indagaci¨®n de las razones por las que, una vez m¨¢s, se jodi¨® el Per¨², como del modo en que, al ocurrir eso, fue estragada la vida de una nueva generaci¨®n de peruanos, v¨ªctimas, una vez m¨¢s, de su pa¨ªs, vale decir de s¨ª mismos. En este sentido, la novela es impecable: es sobre todo el deterioro progresivo de su situaci¨®n material el que determina la creciente confusi¨®n moral de sus principales personajes, generando las dos cosas sumadas la deprimente convicci¨®n de un camino sin salida, de una sociedad sin soluciones.
Los a?os in¨²tiles es, no cabe duda, una novela pol¨ªtica, con evidente voluntad de interpelar, retrat¨¢ndola en su conjunto, la conciencia de una sociedad extraordinariamente problem¨¢tica, minada por desigualdades monstruosas, acechada por el ej¨¦rcito y las oligarqu¨ªas, degradada por la corrupci¨®n y azotada encima por el terrorismo salvaje de Sendero Luminoso, por entonces -recu¨¦rdese- en su periodo de mayor actividad. En un momento dado, uno de los personajes realiza un largo trayecto en microb¨²s desde el centro de Lima hasta sus m¨¢s extremos suburbios, atravesando las zonas residenciales, y la secuencia de lo que va viendo constituye por s¨ª sola toda una lecci¨®n sobre Per¨².
Benavides est¨¢ condenado a cargar con el sambenito de la comparaci¨®n con Vargas Llosa (es arequipe?o, como ¨¦l, y comparte incluso un remoto parecido f¨ªsico). Est¨¢ claro, sin embargo, que no pretende eludirlo. Los a?os in¨²tiles podr¨ªa ser presentado por un publicista sin escr¨²pulos como un remake semidesnatado de Conversaci¨®n en La Catedral. Pero no se trata, ni mucho menos, de una novela epigonal, por mucho que su virtuosismo t¨¦cnico sea deudor de la est¨¦tica de la dificultad que tanto cundi¨® por los a?os sesenta y setenta. No ha de extra?ar, al fin y al cabo, que prop¨®sitos semejantes sean perseguidos por v¨ªas semejantes. Y optar por ciertos caminos, en un plano tanto ¨¦tico como formal, constituye en la actualidad, al margen de toda innovaci¨®n, una suerte de radicalidad.
En Los a?os in¨²tiles se per
ciben los efectos de una convencida ambici¨®n y de una forja prolongada. Apenas cabe cuestionar, por demasiado expl¨ªcitos, la conveniencia de algunos tramos (muy en particular los del comando paramilitar). Por lo dem¨¢s, la novela, admirablemente escrita, es un portentoso h¨ªbrido de literatura pol¨ªtica y de follet¨ªn.
Pues no deja de ser descaradamente folletinesca, propia de un culebr¨®n (?esa chica humilde accidentalmente embarazada!), la trama en que concurren las historias principales, sin que ello pueda aducirse en dem¨¦rito de la verac¨ªsima cr¨®nica del fracaso y de la derrota en que sucumben sus muy bien dibujados personajes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.