Ayer, en la otra cumbre
Estos d¨ªas, ir en moto por Barcelona, ha sido como Vacaciones en Roma. El D¨ªa sin Coches es un fracaso, pero en cambio la cumbre europea ha conseguido una ciudad desierta. Al menos, los motoristas en serie hemos disfrutado de las calles. Cada d¨ªa, en moto, hemos recorrido la Diagonal en pocos minutos hasta la Zona Cero (que modo m¨¢s hortera de llamarlo), donde salud¨¢bamos a los guardias y nos ¨ªbamos. Algunos antiglobalizadores tambi¨¦n motorizados, para hacer algo, se paraban delante de ellos y les preguntaban con inocencia: 'Perdone, agente, ?qu¨¦ ha pasado? ?Por qu¨¦ han cortado la calle?'. Por toda la Diagonal hab¨ªan desplegado esos conos naranja, con los que en la d¨¦cada de 1980 nos hac¨ªamos l¨¢mparas. Los motoristas recorrimos la ciudad ayer por ¨²ltima vez, sabiendo que no falta nada para que en la tele vuelvan a montar el debate 'las motos, ?son un peligro?'. S¨®lo nos deten¨ªamos si pasaba ese avi¨®n tan ruidoso (hay que estar a favor de que nos vigile un avi¨®n, por supuesto). Era un Boeing E-3 Sentry Awacs con cuatro turbinas TF-33 Pratt & Whitney 100-A, que seguramente vino s¨®lo para dar que hablar al compa?ero de cr¨®nicas y aviador espiritual Jacinto Ant¨®n. Con las motos, fuimos hasta la calle de Marina para ver los autocares aparcados de los manifestantes, y ya puestos, bajamos hasta el hotel Ars y la Torre Mapfre. Como son dos torres gemelas, los que mandan pensaron que alguien podr¨ªa atacarlas durante la cumbre (s¨®lo por el hecho de ser gemelas) y creo que hicieron un simulacro para ver si los aviones del ej¨¦rcito llegaban a tiempo de defenderlas. No llegaban. En los parterres, los manifestantes hab¨ªan plantado sus banderas, as¨ª que seg¨²n lo que hab¨ªas bebido el c¨¦sped parec¨ªa un campo de golf. Unos tomaban el sol, otros cruzaban la calle con esa premura sindicalista de las causas importantes, poniendo la mano en el cap¨® de los escas¨ªsimos coches y saltando ¨¢gilmente, teniendo una misi¨®n. Seguimos hac¨ªa abajo y luego giramos a la izquierda, por la ronda Litoral, en la que no hab¨ªa ni un solo veh¨ªculo, y eso que no estaba cortada. Sin darnos cuenta, ya hab¨ªamos llegado al Pabell¨®n de la Mar Bella. En la puerta hab¨ªa muchos vigilantes de seguridad que nos preguntaron a d¨®nde ¨ªbamos. 'Ya est¨¢, estamos en la cumbre europea', nos dijimos. Aparcamos las motos y entramos en el recinto. Saqu¨¦ el boli y la libreta. Por fin ¨ªbamos a ver una aut¨¦ntica cumbre europea. En la puerta pon¨ªa prensa y entradas y una pelirroja nos dio nuestra acreditaci¨®n, que nos permit¨ªa acceder al estadio. Lo hicimos. Entre los visitantes hab¨ªa mayor¨ªa de hombres (lo que nos demostr¨® que s¨ª, que est¨¢bamos en la cumbre). Avanzamos por el pasillo y ya nos topamos con las cl¨¢sicas banderas de toda cumbre: la europea, la catalana, la ol¨ªmpica y la espa?ola. En una esquina hab¨ªan puesto una pantalla gigante donde proyectaban una pel¨ªcula de militares (es l¨®gico, ?qu¨¦ iban a proyectar si no en una cumbre europea?). En todo el recinto se ve¨ªan muchos expositores donde los visitantes acaparaban prospectos. Paseamos entre las distintas casetas. En una vend¨ªan v¨ªdeos: ?cole des gladiateurs, de John Summers; Arabian excess y Soldados europeos. El due?o le dec¨ªa a su empleado: 'Ponme las bisex m¨¢s atr¨¢s porque aqu¨ª delante tienes toda una fila de bisex, es mejor que combines y me pongas las de sado tambi¨¦n'. Empez¨¢bamos a dudar sobre si aquello era la cumbre, pero Soldados europeos parece el t¨ªtulo ideal para que los mandamases, tambi¨¦n europeos, se relajen, despu¨¦s de tanta incomprensi¨®n. Hab¨ªa un escenario que conten¨ªa los siguientes elementos: caballos de cart¨®n piedra dorados del tama?o de un perro (dos). Columna blanca. Trono dorado. Mesa con jarr¨®n y copas doradas. Cortina roja con escudo dorado de armas. Alguien probaba el sonido, con las cl¨¢sicas palabras: 'Hey s¨ª, hey va, hey s¨ª, hey va'. En otro puesto vend¨ªan vasos y ceniceros con estampado de cebra, tigre y vaca. En el de al lado, calzoncillos brillantes, tipo tanga y tipo b¨®xer. Los maniqu¨ªes (como todos los maniqu¨ªes de ropa interior) no ten¨ªan ni cabeza, ni brazos, ni piernas, y eran de ese gris que parece m¨¢rmol de cocina. Entonces, en el escenario de los caballos dorados sali¨® una drag queen y dijo que a continuaci¨®n Gianluca iba a ofrecernos un estript¨ªs. Fue cuando nos pareci¨® comprender que aquello no era la cumbre europea. Sali¨® el tal Gianluca y ya no nos qued¨® ninguna duda. Gianluca no era ni pod¨ªa ser ministro. Aquello era otra cumbre: el Festival Internacional de Cine Er¨®tico Gay de Barcelona, que hoy y ma?ana est¨¢ abierto desde las cinco de la tarde hasta las dos de la ma?ana. La entrada cuesta 20 euros.
En la Mar Bella hay otra cumbre, tambi¨¦n con periodistas acreditados: el Festival de Cine Gay
Habr¨ªa sido mucho m¨¢s pr¨¢ctico poner a los mandatarios europeos en la Mar Bella, y poner a Gianluca y el festival este en el hotel Juan Carlos. As¨ª no habr¨ªa hecho falta cortar tantas calles, porque a la Mar Bella va menos gente. As¨ª nos habr¨ªamos ahorrado saber cosas tan graciosas como que las fuerzas del orden han utilizado la t¨¦cnica Johan Cruyff para protegernos. Ya saben: 'Si un jugador se desmarca muy bien no lo marcamos', que, aplicado a la cumbre, es: 'Si existe el peligro de que pongan una bomba en las papeleras, quitemos las papeleras'. Porque en la Mar Bella no hay papeleras, luego no pueden poner bombas.
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