La Rambla te?ida de azul
El paseo m¨¢s tur¨ªstico de Barcelona se llen¨® de agentes de polic¨ªa y el centro vivi¨® una jornada agitada
El azul fue el color que ayer predomin¨® en La Rambla de Barcelona. Un azul intenso, el de los uniformes de los agentes de polic¨ªa que ocuparon buena parte del paseo desde antes de mediod¨ªa y hasta bien entrada la tarde. El tr¨¢fico de veh¨ªculos tambi¨¦n adquiri¨® un tono azulado, el de las m¨¢s de 20 furgonetas de la polic¨ªa estacionadas a uno y otro lado de La Rambla, desde la Boquer¨ªa hasta pasado el Liceo.
El despliegue impresionaba a los paseantes. ?Qu¨¦ ocurre, por qu¨¦ hay tanto polic¨ªa?, preguntaba una pareja. A la respuesta de que el despliegue obedec¨ªa a una acci¨®n del movimiento antiglobalizaci¨®n, le suced¨ªa otra pregunta: ?pero, d¨®nde est¨¢n? Y es que durante buena parte de la ma?ana la concentraci¨®n de agentes de polic¨ªa -y de innumerables periodistas- era tal que eclipsaba al pu?ado de j¨®venes agrupados justo encima del dibujo de Joan Mir¨®, junto al Liceo. A medida que la presencia de j¨®venes aumentaba, la mancha azul tambi¨¦n se concentraba.
Algo parecido ocurr¨ªa en las calles que atravesaban La Rambla, entre ellas el eje comercial de Barna Center, donde la presencia policial tambi¨¦n se increment¨®.
La de ayer fue una jornada sensiblemente distinta a la del jueves, en la que predomin¨® el tono de fiesta que impuso la multitudinaria manifestaci¨®n de los sindicalistas. Curiosamente, ese d¨ªa la presencia policial fue m¨¢s discreta, sobre todo en comparaci¨®n con la omnipresencia de ayer.
Tambi¨¦n fue un d¨ªa distinto para los comercios de la zona centro. Si el jueves fue un d¨ªa 'bueno', en palabras de los propietarios de los negocios -porque el resto de la hinchada del Liverpool que a¨²n quedaba en la ciudad aprovech¨® para hacer compras y la manifestaci¨®n de sindicalistas llen¨® bares y restaurantes-, ayer el resultado fue distinto. Aunque con matices, seg¨²n quien hable. Por ejemplo, el secretario general de la Confederaci¨®n de Comercio de Catalu?a (CCC), Miguel ?ngel Fraile, anim¨® ayer a los ciudadanos a acudir a comprar a las zonas comerciales, sobre todo en la parte alta de la ciudad y en menor medida en el centro. El llamamiento al consumo estaba relacionado directamente con un descenso en las ventas del 20% en el comercio en general por la celebraci¨®n de la cumbre de la UE. La consigna del secretario general de la CCC fue clara: 'hay que aprovechar el fin de semana' para efectuar las compras aplazadas.
Para los comerciantes de Barna Center, en cambio, el descenso de las ventas no fue tan acusado: 'Estamos en un sitio privilegiado respecto al resto de la ciudad y aqu¨ª es raro tener un d¨ªa de vac¨ªo total', explicaba Maria Llu?sa Coll, gerente de la agrupaci¨®n de comerciantes del centro de Barcelona.
La tranquilidad fue un tanto relativa para los establecimientos de La Rambla, que tuvieron que ir subiendo y bajando las persianas al comp¨¢s de las carreras de polic¨ªas y antiglobalizadores. Cuando se acercaban, las persianas bajaban. Y a la inversa, si el panorama se despejaba.
Una vez m¨¢s, se volvi¨® a repetir el contraste casi abismal entre La Rambla hist¨®rica y su hermana peque?a, la del Raval.En esta ¨²ltima la calma era total. Ni polic¨ªas, ni carreras. La Rambla del Raval fue el escenario de una de las acciones antiglobalizaci¨®n, convocada por la Confederaci¨®n General de Trabajadores (CGT). Con el lema Menos bombas. M¨¢s comida, el sindicato anarquista mont¨® una sardinada. Absolutamente pac¨ªfica. Ni un grito, salvo el de convocatoria al p¨²blico: 'Sardinada popular. Es gratis'. La llegada de algunos estudiantes que hab¨ªan salido de su encierro en la Facultad de Econ¨®micas fue aplaudida por los organizadores de la CGT, gesto que no debi¨® de ser entendido por la mayor parte de las personas que acudieron a la sardinada, inmigrantes paquistan¨ªes. No tuvieron problemas para entender la octavilla impresa para la ocasi¨®n por la CGT ya que fue traducida al punjab¨ª, uno de los idiomas, junto con el urd¨², de la zona de Paquist¨¢n. A medida que la Rambla del Raval se impregnaba de olor a sardina el grupito se iba haciendo mayor.
Y tambi¨¦n fue la ocasi¨®n para que otros antiglobalizadores -porque los paquistan¨ªes confesaron sentirse ya globalizados- montaran un min¨²sculo tenderete para vender bandas el¨¢sticas para el cuello -las bragas de los motociclistas, prendas habituales para correr delante de la polic¨ªa-. A cinco euros (832 pesetas) la prenda. No vendieron casi ninguna. Seguramente hubieran hecho negocio en la otra Rambla, la hermana mayor.
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