La 'ley seca'
El alcalde de Madrid tiene la sensaci¨®n de ser injustamente tratado. La verdad es que, asistido por la raz¨®n, ha perdido a veces la batalla de la opini¨®n p¨²blica por carecer del don de la oportunidad o buenos asesores. ?l mismo recordaba recientemente c¨®mo nada m¨¢s llegar al Ayuntamiento dict¨® un bando por el que prohib¨ªa el consumo de drogas en la calle, incluido el alcohol. 'Entonces me tacharon de todo', se lamentaba recientemente, 'y ahora me piden que haga lo que llevo haciendo desde hace 10 a?os'. Se refiere a la ley propuesta por el Gobierno regional para frenar el fen¨®meno del botell¨®n. Y es cierto que a Manzano le cay¨® la del pulpo cuando anunci¨® el famoso bando que a muchos les pareci¨® escrito con la pluma del inquisidor Torquemada.
En cambio, Ruiz-Gallard¨®n es m¨¢s zorro. El presidente regional ha percibido la inquietud actual de los ciudadanos con el problema y no ha querido perder la oportunidad de ejecutar uno de sus afamados golpes de efecto. Cuando, te¨®ricamente, pod¨ªa dejar que el espinoso asunto del botell¨®n descansara en la ley estatal anunciada por el ministro Rajoy para prohibir el consumo de alcohol en la v¨ªa p¨²blica, se descuelga con un proyecto que va m¨¢s all¨¢, un proyecto mucho m¨¢s duro.
Su ley seca no termina en un mero veto a la ingesti¨®n de bebidas espirituosas en la calle, sino que entra a saco en otros territorios. De no hacerlo, realmente la norma hubiera resuelto, como mucho, el factor est¨¦tico del problema, es decir, la suciedad, el ruido y los follones que atribulan a quienes padecen en su entorno el enmo?amiento comunitario. Con ser importante, y provocar la presi¨®n vecinal que desencaden¨® la acci¨®n pol¨ªtica, este aspecto es tan s¨®lo colateral; limitarse a limpiar la calle de bebedores ser¨ªa como esconder la suciedad bajo la alfombra. El proyecto del Gobierno regional va te¨®ricamente a deg¨¹ello con aquellos que aprovechan esta ceremonia de exaltaci¨®n de las borracheras para forrarse. Es el caso de los autoservicios o las tiendas de frutos secos que hacen su agosto vendiendo de todo menos cacahuetes y peladillas. Cuando la ley entre en vigor, la venta de botellas se llevar¨¢ a cabo en espacios concretos presididos por un cartel anunciando la prohibici¨®n expresa para los menores de 18 a?os. Habr¨¢ vigilancia especial y al que venda lo que no debe, y a quien no debe, es de suponer que se le caer¨¢ el pelo. Eso mismo ocurrir¨¢ en las grandes superficies comerciales, donde los menores hacen tambi¨¦n acopio de l¨ªquidos. La ley ser¨¢, adem¨¢s, especialmente categ¨®rica con las gasolineras, donde quedar¨¢ vetada la venta de alcohol. Muchas estaciones de servicio han llegado al extremo de ganar m¨¢s dinero los fines de semana vendiendo botellas que dispensando carburante. Estas medidas disminuir¨¢n a buen seguro la tolerancia social de la bebida y la tendencia a fomentarla en edades tempranas. Sin embargo, y aunque los bares y discotecas den palmas con las orejas por vislumbrar tiempos de vino y rosas, la ley no erradicar¨¢ el botell¨®n callejero de la noche a la ma?ana. Casi ochenta de cada cien de los chicos entre los 14 y 18 a?os bebe alcohol y la mitad de ellos lo hacen en la calle. Es, pues, un h¨¢bito del que participan masivamente los j¨®venes en calidad de enganchados y que encontrar¨¢n pronto rincones para la pr¨¢ctica clandestina.
La desobediencia civil contra la ley seca se cierne como un fantasma y si toma cuerpo no habr¨¢ polic¨ªas en Madrid capaces de contenerla. M¨¢s vale aplicar la restricci¨®n con el m¨¢ximo tacto ofertando a un tiempo alternativas de ocio si no quieren alentar una rebeli¨®n generalizada. Una reacci¨®n de ese tipo ser¨ªa incontrolable y le dar¨ªa al alcohol el oscuro encanto de lo prohibido. En el mejor de los casos, ninguna ley, por atinada que sea, resultar¨¢ eficaz si la sociedad no se responsabiliza de verdad y toma cartas en el asunto. Son muchos los padres que ignoran, o prefieren ignorar, lo que hacen sus hijos. El alcoholismo no es ning¨²n sarampi¨®n que pasa con la adolescencia. A esas edades sus efectos son especialmente devastadores en el organismo y comprometen su futuro. Hay una asignatura pendiente en casa y en la escuela. Y son pocos los que siquiera saben c¨®mo aprobarla.
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