Aspectos olvidados de la cumbre
La primera reuni¨®n de la Uni¨®n Europea en 2001 se dedic¨® a la igualdad, asunto de relevancia especial para la presidencia sueca. Un a?o despu¨¦s, la presidencia espa?ola ha puesto un ¨¦nfasis casi exclusivo en la flexibilizaci¨®n de mercados. Este objetivo presenta aspectos positivos. Pero al obviar otras cuestiones importantes el Gobierno espa?ol ha dado un sesgo conservador a su presidencia y ha proyectado sobre el Consejo Europeo de Barcelona una impresi¨®n que no se corresponde con la dimensi¨®n real -m¨¢s amplia- de la construcci¨®n econ¨®mica y social de Europa.
La llamada Estrategia de Lisboa, adoptada en 2000, tom¨® como objetivo transformar Europa en una econom¨ªa moderna basada en el conocimiento. Esta estrategia se asienta en tres pilares: reforma econ¨®mica, cohesi¨®n social y desarrollo sostenible. Estas son las tres pol¨ªticas prioritarias, y el equilibrio e interacci¨®n entre ellas es la garant¨ªa para conseguir un crecimiento econ¨®mico sostenible y el pleno empleo.
La presidencia espa?ola ha adoptado una visi¨®n reduccionista de la Estrategia de Lisboa al soslayar las dimensiones social y medioambiental, por lo que ha desequilibrado la agenda de la cumbre de Barcelona. Claro que esto es una cuesti¨®n de perspectiva, pues el M¨¢s Europa del programa de la presidencia espa?ola tiene un significado diferente a los M¨¢s Europa que proponen los gobiernos socialdem¨®cratas del centro y el norte de Europa.
Para impulsar sus prioridades, el Gobierno espa?ol ha tejido un acuerdo expl¨ªcito con el italiano y el brit¨¢nico. Esto no deja de comportar alguna paradoja, pues si alg¨²n lema identifica la pol¨ªtica europea de Berlusconi es Menos Europa. Por su parte, Blair sigue la tradici¨®n brit¨¢nica de ocuparse s¨®lo del pilar del crecimiento y la flexibilidad, viendo la cohesi¨®n social y la protecci¨®n medioambiental como asuntos de estricta pol¨ªtica nacional. En cuanto a liberalizaci¨®n, procede se?alar la gran credibilidad del Gobierno brit¨¢nico; su pa¨ªs est¨¢ entre los que han introducido m¨¢s competencia efectiva en sectores econ¨®micos antes monopol¨ªsticos.
La credibilidad del Gobierno espa?ol en la materia es mucho m¨¢s limitada. Tomemos como ejemplo un asunto estelar de su presidencia: la liberalizaci¨®n del sector el¨¦ctrico y la interconexi¨®n de redes. En octubre de 2001 la Comisi¨®n Europea public¨® Liberalizaci¨®n el¨¦ctrica. Indicadores en Europa, informe que analiza la situaci¨®n de cada pa¨ªs en asuntos como la competencia en la generaci¨®n de electricidad y la competencia en la oferta a los consumidores. Los resultados comparados sit¨²an a Espa?a en una discreta posici¨®n intermedia, tras pa¨ªses como Suecia, Finlandia, Dinamarca, Reino Unido y Alemania. Por cierto, todos ellos con gobierno socialdem¨®crata en ese momento. Alguna raz¨®n asist¨ªa a Rato cuando sosten¨ªa el 27 de febrero ante el Parlamento Europeo que 'tal como demuestra la experiencia, en los pa¨ªses que m¨¢s han avanzado en sus calendarios de liberalizaci¨®n estas medidas deben ser compatibles con una mayor calidad del servicio y con una seguridad en el abastecimiento, como corresponde a la calificaci¨®n del servicio p¨²blico que tiene la electricidad en todos los pa¨ªses'. El problema es que Espa?a no est¨¢ entre los campeones reales de la competencia, y adem¨¢s el 5 de marzo el presidente de la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa inform¨® de que el servicio el¨¦ctrico hab¨ªa empeorado en 2001. Eso con datos hasta septiembre, sin incluir a¨²n los recientes y recordados problemas de diciembre. Progresar en la interconexi¨®n el¨¦ctrica es un objetivo loable, pero ?puede pretender el Gobierno espa?ol un liderazgo cre¨ªble en la pol¨ªtica energ¨¦tica?
Por otra parte, la presidencia espa?ola no dice impulsar -ni lo pretende- la cohesi¨®n social ni la preservaci¨®n medioambiental. Su visi¨®n sobre cohesi¨®n social se centra exclusivamente en la creaci¨®n de empleo. Sin duda, la creaci¨®n de empleo es la mejor pol¨ªtica social, pero los objetivos de cohesi¨®n son bastante m¨¢s amplios. Por ejemplo, el fomento de la igualdad de oportunidades en la educaci¨®n, o ante el mercado de trabajo, con medidas que permitan conciliar trabajo y familia, son buenas pol¨ªticas de cohesi¨®n social, enfatizadas por los gobiernos socialdem¨®cratas de la UE y obviadas por el espa?ol. Y qu¨¦ decir sobre desarrollo sostenible, cuando el Gobierno est¨¢ impulsando el trasvase del Ebro, el proyecto menos sostenible y m¨¢s agresivo con el medio ambiente en la UE.
Sobre la cumbre de Barcelona ha planeado la visi¨®n reduccionista y conservadora de la presidencia espa?ola. No es extra?o que los gobiernos socialdem¨®cratas hayan planteado la necesidad de mayor equilibrio entre todas las dimensiones de la construcci¨®n europea, tambi¨¦n la social y la medioambiental. De ah¨ª la paradoja del presidente de turno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, al acusar a los gobiernos socialdem¨®cratas de obstaculizar las reformas econ¨®micas, aunque la gran mayor¨ªa de ¨¦stos presentan un expediente mucho m¨¢s brillante que Espa?a en la introducci¨®n de competencia y la limitaci¨®n del poder de los monopolios en sus pa¨ªses.
Bienvenidos sean los avances de Barcelona en materia de reformas econ¨®micas. Pero los logros pr¨¢cticos en cohesi¨®n social y desarrollo sostenible tendr¨¢n que esperar otras presidencias con otras sensibilidades pol¨ªticas, m¨¢s favorables al avance equilibrado de crecimiento econ¨®mico, cohesi¨®n social y medio ambiente.
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