Safiya, inocente
Safiya Hussani, nigeriana de 35 a?os, se ha convertido en un faro para el respeto de los derechos humanos y para la imagen del islam. Un tribunal isl¨¢mico en Nigeria tiene previsto decidir hoy si confirma o no la condena a lapidarla hasta la muerte por adulterio. La presi¨®n internacional a trav¨¦s de cartas de Gobiernos y ciudadanos del mundo entero tendr¨ªa que hacer mella. Esa presi¨®n ya consigui¨® cambiar una sentencia cuando se conmut¨® una pena similar a Abok Alfa Akokuna, cristiana en Sud¨¢n, que recibi¨®, a cambio, 75 latigazos. Si tras la movilizaci¨®n de la opini¨®n mundial Safiya es lapidada, el mundo entero sentir¨¢ esas pedradas. No hay moral humana alguna que pueda justificar esa barbarie.
Nigeria es un pa¨ªs dividido que vive en su seno un enfrentamiento religioso entre una mitad musulmana, y otra cristiana y animista. La sharia, la ley isl¨¢mica introducida en el norte del pa¨ªs desafiando las leyes federales, lleva a condenar a lapidaci¨®n a Safiya bajo acusaci¨®n de adulterio pese a que s¨®lo una interpretaci¨®n extremista del islam contemple esta pena. Safiya, adem¨¢s, asegura que qued¨® embarazada -su hija acaba de cumplir un a?o- tras ser violada tres veces por un primo casado con dos mujeres, que no ha sido acusado, y que se encuentra en paradero desconocido. Al parecer, a cada sexo corresponde una justicia diferente, por no recordar tambi¨¦n las condenas por homosexualidad que se est¨¢n aplicando en Egipto.
Safiya es un ejemplo para los miles de mujeres que en el mundo, incluido Occidente, sufren agresiones f¨ªsicas, y que van de las brutalidades de novios y maridos a las condenas a latigazos -los que hubiera recibido Safiya de haber sido soltera- que dejan discapacidades permanentes, y que llegan a su paroxismo con la lapidaci¨®n a muerte. Salvar a Safiya es parte de la lucha contra la pena de muerte que la Uni¨®n Europea querr¨ªa ver abolida en el mundo entero el a?o pr¨®ximo. Salvar a Safiya es salvar un principio, pero es tambi¨¦n salvar una vida.
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