El 'ritual' del 'padre Jim'
Mark Vincent Serrano, estadounidense de 37 a?os, ha sido el ¨²ltimo en sumarse a la avalancha de v¨ªctimas que han denunciado abusos sexuales sufridos a manos de eclesi¨¢sticos. ?l los sufri¨® entre 1974 y 1981 por parte del cura de su parroquia en la di¨®cesis de Paterson (Nueva Jersey), que hoy tiene 64 a?os. Ayer, el diario The New York Times publicaba su historia. El sacerdote no ha querido hablar.
Serrano, el quinto de los siete hijos de una familia cat¨®lica, era monaguillo como sus hermanos. Cuando ten¨ªa nueve a?os, el reverendo James T. Hanley -conocido como padre Jim-, comenz¨® a invitarle a que fuera a la iglesia despu¨¦s del colegio. 'Para m¨ª, yo estaba saliendo con mi amigo Jim', relata al diario.
Serrano cuenta c¨®mo comenzaron los abusos. Primero, viendo revistas pornogr¨¢ficas. Despu¨¦s, pel¨ªculas. Y al final, lo que Serrano define como el 'ritual'. Durante siete a?os, varias veces a la semana, se sucedieron tocamientos, penetraciones, felaciones y masturbaciones.
'Usaba vibradores. Recuerdo esa sensaci¨®n horrible en mi pecho, la adrenalina comenzaba a correr y el pelo se me erizaba', narra Serrano. Los abusos terminaron en 1981, cuando ten¨ªa 16 a?os. Comenzaron cuando ten¨ªa nueve.
En 1985, Serrano denunci¨® los abusos a las autoridades de la di¨®cesis. Un a?o despu¨¦s, la di¨®cesis despidi¨® al cura. Un portavoz eclesi¨¢stico asegura que lo despidieron 'cuando hubo pruebas razonables'.
La di¨®cesis no avis¨® a las autoridades judiciales. En 1987 lleg¨® a un acuerdo extrajudicial con Serrano y su familia. ?stos se compromet¨ªan a callar a cambio de 241.000 d¨®lares (278.000 euros).
Poco despu¨¦s se promulg¨® una ley que obligaba a la Iglesia a informar a las autoridades civiles de toda denuncia de abusos. El portavoz de la di¨®cesis afirma que, de haber existido esa ley, hubieran actuado de otra manera.
Los padres de Serrano, Louis y Patricia, lamentan no haber sabido en su d¨ªa lo que le ocurr¨ªa a su hijo. Patricia organiza seminarios en la misma iglesia contra los abusos sexuales.
El padre, un polic¨ªa retirado, se plant¨® hace poco en la puerta de la casa del cura. 'Eh, Jim, s¨®lo he venido para que sepas que todav¨ªa s¨¦ d¨®nde vives', asegura que le dijo. El cura se qued¨® callado.
Serrano vive en Virginia y contin¨²a con lo que ¨¦l llama 'una curaci¨®n de toda una vida'. Est¨¢ casado, tiene tres hijos y su esposa espera otro. Decidi¨® romper su pacto de confidencialidad ante los casos de abusos que estas semanas han salido a la luz en Estados Unidos. En el clima actual, sabe que hay pocas probabilidades de que la Iglesia emprenda acciones legales contra ¨¦l.
Serrano llam¨® al abogado Stephen Rubino, que ha representado a m¨¢s de 300 v¨ªctimas de abusos en unas 50 di¨®cesis. Rubino asegura que en los ¨²ltimos 10 d¨ªas ha recibido m¨¢s de 200 llamadas de denuncias similares. 'Esta gente ha sobrevivido por el secretismo', asegura Serrano.
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