Las denuncias por pederastia desatan el mayor esc¨¢ndalo de la Iglesia cat¨®lica en EE UU
62 sacerdotes han sido expulsados o suspendidos desde enero por abuso sexual de menores
Los pecados sexuales del clero cat¨®lico han sido el secreto mejor guardado en numerosas archidi¨®cesis de EE UU. En la de Boston, una de las principales, la jerarqu¨ªa fue silenciosamente resolviendo las acusaciones de pederastia con el talonario de cheques en una mano y acuerdos de confidencialidad con las v¨ªctimas en la otra. Pero hace semanas esa pol¨ªtica de encubrimiento salt¨® en pedazos al salir a la luz el abuso sexual de menores cometido por decenas de sacerdotes. La revelaci¨®n ha provocado el mayor esc¨¢ndalo de la historia de la Iglesia cat¨®lica en EE UU.
Los ?ngeles, San Luis, Santa Fe, Chicago, Palm Beach, Tucson, Rhode Island, Pittsburg, Portland, Baltimore, Filadelfia, Dallas, New Hampshire... cada d¨ªa aparecen nuevos casos de abusos supuestamente ocurridos en los a?os sesenta, setenta y ochenta. S¨®lo en Boston el n¨²mero de denuncias superan las 300, seg¨²n el sacerdote Christopher Coyne, portavoz del cardenal Bernard Law, y m¨¢s de 500 seg¨²n la versi¨®n de los abogados de las v¨ªctimas. El saldo nacional es desde enero de, al menos, 62 sacerdotes suspendidos o expulsados (el clero de EE UU tiene 47.000 miembros en 194 di¨®cesis).
Y hay m¨¢s de un millar de demandas repartidas en los tribunales de todo el pa¨ªs, muchas de las cuales se han sellado con acuerdos extrajudiciales, que podr¨ªan ascender a unos 800 millones de d¨®lares. La semana pasada la archidi¨®cesis de Boston se comprometi¨® a pagar 30 millones de d¨®lares a 86 v¨ªctimas de un solo sacerdote.
La Iglesia admite que, pese a la ruina econ¨®mica a la que la est¨¢ arrastrando el esc¨¢ndalo, la factura m¨¢s costosa es la p¨¦rdida de credibilidad. En un desesperado esfuerzo por recuperarla, los prelados de las di¨®cesis afectadas han adoptado una actitud de apertura, contrici¨®n y ayuda a las v¨ªctimas. El mea culpa no es sin embargo suficiente para un creciente n¨²mero de los feligreses que piensa que llega demasiado tarde.
Cardenal de Boston
'Han tenido muchos a?os para poner remedio y es mucho el da?o que han causado. Perdonar es cristiano y le perdonamos, pero el cardenal tiene que renunciar', dec¨ªa Terry Ladna, ama de casa de 57 a?os, el domingo a la salida de misa en Saint Patrick, en la ciudad de Lowell, una de las parroquias cuyo sacerdote ha sido suspendido por presunto abuso de una adolescente.
Al igual que otros prelados estadounidenses, el cardenal Law ha permitido durante a?os que los pederastas se trasladaran de parroquia en parroquia, decisi¨®n que justifican en la falta de informaci¨®n m¨¦dica que hab¨ªa a?os atr¨¢s. 'Lo tratamos como un pecado que se pod¨ªa superar con la oraci¨®n, en vez de como una enfermedad incurable y un delito', dec¨ªa el viernes a este peri¨®dico el portavoz Coyne.
Law, por su parte, afirma que no va a dimitir y lo explica as¨ª: 'Reconozco que la confianza que han depositado en m¨ª se ha roto a causa de mis err¨®neas decisiones, y lo siento de todo coraz¨®n. Pero mi renuncia no es parte de la soluci¨®n, uno no abandona la nave justo cuando tiene problemas'.
La cultura de silencio que gui¨® las decisiones del cardenal Law y de otros altos jerarcas de la Iglesia estadounidense, con el fin de proteger el nombre de la instituci¨®n, la fe de sus creyentes y las vocaciones, ha producido el efecto contrario: la desmoralizaci¨®n es cada vez m¨¢s patente entre los 66 millones de cat¨®licos de EE UU y ya empieza a haber fugas de feligreses y de vocaciones. En foros cat¨®licos de todo el pa¨ªs se pide un di¨¢logo abierto para abordar el celibato, la ordenaci¨®n de mujeres y la necesidad de iniciar una reforma m¨¢s profunda en el seno de la Iglesia. Por el momento, no hay una respuesta oficial a esas peticiones ni en EE UU ni en el Vaticano, que guarda un mutismo absoluto sobre la crisis.
Pero sin duda se ha producido un cambio. Algo tan impensable hace tan s¨®lo unos meses como la entrega a las autoridades judiciales de nombres de curas acusados de abusar de menores es ahora el pan nuestro de cada d¨ªa. Hay unas 200 investigaciones abiertas y varios sacerdotes est¨¢n en la c¨¢rcel, dos de ellos condenados a cadena perpetua.
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