Adi¨®s al invierno
Ca¨ªa casualmente estos d¨ªas en mis manos una reproducci¨®n de una pintura japonesa de estilo nihonga, una prolongaci¨®n de la tradici¨®n aut¨®ctona de dibujo sutil y ambiente delicado, reforzado por la influencia de la m¨¢s viva y corp¨®rea paleta occidental introducido en Jap¨®n a finales del siglo XIX. Se trata de un biombo de seis cuerpos en el que puede verse el interior de un bosque (Hojas ca¨ªdas, 1910, de Hishida Shunso). La pureza de las l¨ªneas, aparentemente intranscendente, expresa a trav¨¦s de la tensi¨®n dram¨¢tica de un delicado y callado espacio emotivo, una visi¨®n sumamente humana del mundo. Silencio apenas roto por un p¨¢jaro, neblina, paisaje esencial, hojas sobre la nieve que oculta los frutos del bosque. Su contemplaci¨®n despierta en uno la nostalgia del invierno. La estaci¨®n en la que es m¨¢s hermoso el interior del bosque. Un invierno que ahora se va sin haberse apenas materializado en su verdadero poder¨ªo (nieve y tempestad).
Un invierno, sin embargo, duro en este rinc¨®n de Europa. No recuerdo otro tiempo en el que la sangre y la suciedad infecta del terror hayan contaminado m¨¢s la vida toda de esta sociedad. De un lado, esa aparente tranquilidad e indiferencia con que todos empezamos a contemplar el curso de los acontecimientos. La vida sigue, nos decimos. Y aparentamos una normalidad que no es tal, con un engreimiento verdaderamente insensato. (Y que tan bien relata S. Haffner para los a?os treinta de Alemania en su Historia de un alem¨¢n. Memorias 1914-1933.)
De otro, la vida institucional. Aquella deriva lacerante y emponzo?ada que el Gobierno Ibarretxe inici¨® en el oto?o, ha tenido su culminaci¨®n este invierno. Un Gobierno empe?ado en lanzar debates ideol¨®gicos descabellados y reacio a gobernar. Dispuesto a romper -sobre todo, dispuesto a romper- las reglas de juego y a esta sociedad en dos. Como si hubieran tomado en vena el t¨®sigo de la serpiente. Unas negociaciones del Concierto quebradas, unos Presupuestos como tr¨¢gala, y un presidente del Parlamento practicando el filibusterismo contra la instituci¨®n que preside. Si sobreviven, es que las instituciones son m¨¢s s¨®lidas de lo que pudiera creerse.
Los partidos, c¨®mo no, tambi¨¦n han sido emponzo?ados. La expulsi¨®n de Emilio Guevara del PNV no ha sido sino un s¨ªntoma en un partido en el que el huevo fue depositado y reside ?hasta cu¨¢ndo?. El PSE-EE se ha fracturado sin norte, cortado por el mismo veneno que pretende combatir. Su mal es el desconcierto. Pero, ?qu¨¦ hace una clase pol¨ªtica d¨¦bil que no sabe articular la resistencia ante la infamia? Pareci¨® que el PP de Mayor Oreja pod¨ªa hacerlo. Parec¨ªa, s¨ª, de verdad lo parec¨ªa. Sin embargo, perdidas las elecciones, deambula entre el oportunismo y la esclerosis dogm¨¢tica.
Y el invierno ha sido especialmente crudo para la masa gris del pa¨ªs. La UPV-EHU se erigi¨® bajo el liderazgo de Manuel Montero en verdadero referente de la resistencia consistente y l¨²cida frente a la bestia. Aquel acto de febrero del pasado a?o, con todas las universidades presentes y lo que ello implicaba, fue un acto magn¨ªfico. Confieso que tengo miedo, dijo entonces el rector, 'a que se consume la supresi¨®n de la libertad de pensamiento, a que sucumbamos a la amenaza del terror. Tengo miedo al silencio'. Pero no callar¨¦. Hoy las aguas bajan revueltas en esa instituci¨®n que debe recuperar aquel tono libertario, autoexigente y digno. Tambi¨¦n ah¨ª deposit¨® el huevo de la discordia la serpiente.
?Qu¨¦ lejos est¨¢ todo del verano de 1997! Del calor de aquella insurrecci¨®n democr¨¢tica contra el asesinato de un concejal. Sin embargo, hay indicios -s¨ª los hay- de que el Gobierno Ibarretxe ha aprendido de sus errores (firma del Concierto, negociaci¨®n de los Presupuestos, y, especialmente, defensa de la democracia municipal). El PSE-EE tiene una oportunidad este fin de semana que no debe desaprovechar. Quiz¨¢ la nobleza y la inteligencia de Mayor Oreja sepa captar estos indicios y reorientar un PP desorientado. Quiz¨¢ podamos ver a unos partidos unidos frente a la infamia de la serpiente. ?Ser¨¢ la primavera al fin? No lo s¨¦. Pero yo, qu¨¦ voy a decirles, ante esa imagen de Shunso, hojas ca¨ªdas sobre la nieve en el interior del bosque, siento a¨²n nostalgia del invierno.
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