Dialogar hasta morir
Sucesos. P¨¢gina par, abajo. Esa zona de los peri¨®dicos donde la vista naufraga inevitablemente. Noticia de agencia, lenguaje de oficio. El 4 de marzo, un subinspector, de guardia en la oficina de denuncias de la comisar¨ªa de Linares, es alertado por un vecino de la misma localidad. Acaba de contactar por Internet con una mujer valenciana que anuncia su suicidio inmediato. Algo especial en el di¨¢logo que sostiene con ella por el chat, el canal de los otros naufragios, le hace pensar que no se trata de una argucia, como tantas, para llamar la atenci¨®n. Mediante la fuerza insistente de la palabra, el internauta consigue el tel¨¦fono m¨®vil de la depresiva mujer y se lo traslada al polic¨ªa. ?ste la llama y empieza con ella otra larga conversaci¨®n disuasoria, mientras avisa a sus colegas de Valencia para una posible intervenci¨®n r¨¢pida. Pero la mujer no suelta su domicilio y su voz se apaga por momentos. S¨®lo en el ¨²ltimo instante, el polic¨ªa consigue arrancarle d¨®nde vive. Cuando los otros agentes logran entrar en la vivienda, encuentran a la mujer efectivamente desangrada en el charco de su soledad, pero todav¨ªa con un h¨¢lito de vida. Otra intervenci¨®n de urgencia m¨¦dica consigue salvarla. La mujer ha reconocido que lo que le impuls¨® a facilitar sus se?as en el pen¨²ltimo latido fue la promesa del polic¨ªa de Linares de seguir hablando con ella, en persona, sin ning¨²n aparato por medio.
Poco despu¨¦s del 11 de septiembre, le¨ª en otro peri¨®dico que la polic¨ªa neoyorquina cuenta con un equipo singular de 'agentes del di¨¢logo', especializados en desarmar a secuestradores y suicidas con el mismo instrumento de la palabra, la palabra viva. Y que sus logros son muy notables. L¨¢stima que no pudieron hablar con los fan¨¢ticos de Al Qaeda.
A la edad de 102 a?os, acaba de fallecer en Heildelberg Hans-Georg Gadamer, fil¨®sofo del 'di¨¢logo emancipador' -seg¨²n lo ha definido en este mismo peri¨®dico Manuel Cruz-, y emancipado ¨¦l a su vez de la sombra fraudulenta de Martin Heidegger. 'La hermen¨¦utica es el arte de comprender la opini¨®n del otro', afirmaba Gadamer. Otro fil¨®sofo alem¨¢n, aunque de otro c¨ªrculo, Habermas, lleva tambi¨¦n a?os propugnando la b¨²squeda de una nueva racionalidad en torno a las condiciones impl¨ªcitas del lenguaje real, vale decir, del lenguaje oral, directo, en sinton¨ªa con la pragm¨¢tica norteamericana. Seg¨²n esta escuela, y seg¨²n Habermas, en las estructuras mismas del di¨¢logo, en sus reglas de uso, est¨¢n impl¨ªcitas las condiciones para un entendimiento universal de los seres humanos. Es decir, no en las ideolog¨ªas, sino en las entendederas mismas de la comunicaci¨®n, como dir¨ªa Machado. ('En mi soledad he visto cosas muy claras, que no son verdad'). Ponerse a dialogar -sin trampas, claro, y sin armas debajo de la mesa-, es por fuerza llegar a conclusiones compartidas. Ojal¨¢ alguien consiguiera trasladar este principio de la nueva ilustraci¨®n a Sharon y a Arafat, a Bush y a Sadam, a Aznar y a Arzallus... Nos ahorrar¨ªamos muchos sufrimientos, muchas manifestaciones multitudinarias contra el muro de las ideas petrificadas, de los falsos di¨¢logos hasta morir.
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