Pere Puig i Quintana
'?T¨² crees que el ?mnium Cultural sirve para algo?', me preguntaba mi amigo Paco mientras coment¨¢bamos, en la terraza del Bauma, el triste espect¨¢culo que ha dado la entidad durante el enfrentamiento, a¨²n no resuelto, entre los dos candidatos, los se?ores Josep Mill¨¤s y Jordi Porta, a la presidencia de la misma. 'Hombre, servir, lo que se dice servir, no te lo sabr¨ªa decir', le respond¨ª a mi amigo, 'pero servir para algo, eso seguro que s¨ª'. Aunque s¨®lo sea para re¨ªrnos un rato, que es lo que hac¨ªamos Terenci Moix y yo hace 30 a?os, cuando los jerifaltes del ?mnium se negaban a concederle a Pla el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes y luego nuestro director, Manel Ib¨¢?ez Escofet, nos llevaba a almorzar con el presidente del ?mnium (en el Agut d'Aviny¨®, el restaurante del amigo Cabau, uno de los mejores: pagaba el presidente) para que le pidi¨¦semos disculpas y, de paso, ¨¦ste nos adoctrinase sobre las virtudes del ?mnium en su lucha desinteresada por salvaguardar y difundir la cultura catalana.
Lo malo del ?mnium es que olvida a algunos 'honorables' que se jugaron el tipo por el catal¨¢n
Bromas aparte, estoy convencido de que el ?mnium Cultural debe de servir para algo, por m¨¢s que ahora disfrutemos de una consejer¨ªa de Cultura -y de 'Agricultura, Ramaderia i Pesca', como apuntaba mi amigo Paco-, lo cual no supone que tenga que olvidarse todo tipo de iniciativa privada en lo concerniente al adoctrinamiento c¨ªvico-cultural de los ciudadanos de este pa¨ªs, as¨ª como a la cr¨ªa y reproducci¨®n del ruc catal¨¤.
Lo malo del ?mnium, al margen de un mont¨®n de bondades que no voy a discutir, es que no siempre hace gala de una buena memoria y, llegado el momento de mencionar a los catalanes 'honorables' que se jugaron el tipo en defensa de la supervivencia del catal¨¢n y de nuestra cultura, se olvidan de nombres esenciales o hacen lo posible por minimizar su gesti¨®n de catalanes bien nacidos. Uno de esos catalanes fue Pere Puig i Quintana (Igualada 1907-Orp¨ª 1981), del que no uno, sino dos presidentes del Omnium, intentaron, en sendas conversaciones mantenidas con ¨¦l a?os atr¨¢s, minimizar sus m¨¦ritos, y uno de ellos, un hombre arrogante, aficionado a los tirantes y chalecos de fantas¨ªa, lleg¨® incluso a perdonarle la vida.
Pero al bueno de Pere Puig i Quintana le ha llegado su hora, o su peque?a hora, porque el pa¨ªs, adem¨¢s de desagradecido, es peque?o. A Pere Puig i Quintana le han dedicado un libro: Una flama en la nit. Pere Puig i Quintana o el combat sota el franquisme (Galerada, Cabrera de Mar), de Antoni Dalmau i Jover, igualadino como Pere Puig i Quintana y como ¨¦l militante de Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya, fallecido el pasado a?o, un libro prologado por el historiador Hilari Raguer.
El lector de este libro, el lector que no sea un especialista de la lucha -lucha cultural, incruenta- bajo el franquismo, descubrir¨¢ que en los a?os cuarenta, al t¨¦rmino de nuestra guerra incivil, hubo en este pa¨ªs un grupo de personas dedicadas a salvar -tal como suena, porque el panorama era negr¨ªsimo- la cultura catalana, la lengua catalana, ayudando econ¨®micamente a los escritores que se hallaban sin medios con que subsistir y medios donde publicar, ayudando a la difusi¨®n del catal¨¢n con clases clandestinas y ayudando, tambi¨¦n, al mantenimiento de instituciones, como el Institut d'Estudis Catalans, que hab¨ªan perdido toda legalidad. El lector de este libro descubrir¨¢ lo que fue en aquellos a?os la Ben¨¨fica Minerva y el papel modesto y complicado que desempe?¨® en ella Pere Puig i Quintana, el hombre de confianza, la mano derecha del principal mecenas de la misma, F¨¨lix Millet i Maristany. Y quien dice la Ben¨¨fica Minerva (que luego pasar¨ªa a denominarse Agrupaci¨® Cultural Minerva) dice la Comissi¨® Abat Oliba o la editorial Alcides. Desde el final de la guerra hasta principios de los a?os sesentas, en que F¨¨lix Millet abandona la Agrupaci¨® Cultural Minerva y la editorial Alcides para crear, junto con un grupo de burgueses catalanistas, ?mnium Cultural, Pere Puig i Quintana desempe?a un papel de primer orden en defensa de la cultura catalana. Para algunos -pocos, muy pocos-, puede que la actividad desarrollada por Pere Puig i Quintana en aquellos a?os no sea ninguna novedad, pero es evidente que hasta hoy, y gracias al libro de Antoni Dalmau i Jover, la figura de Pere Puig i Quintana no hab¨ªa ocupado un primer plano. As¨ª pues, este libro constituye un acto de justicia hacia el patriota catal¨¢n, hacia ¨¦l y hacia su viuda, Maria Teresa S¨¤bat i Salinas, una hermosa mujer de 91 a?os que vive en Can Poc del Pla, una mas¨ªa de Orp¨ª (Igualada), y que m¨¢s que la esposa de Puig i Quintana fue, como a ella le gusta recordarlo, su compa?era, y que a buen seguro debe de recibir este libro, en el que ella est¨¢ muy presente, como una compensaci¨®n por los intentos de minimizar y desprestigiar la labor de su esposo por parte de algunos de los que fueron sus antiguos amigos y compa?eros de lucha.
Ahora s¨®lo falta que la gente de Uni¨® aproveche la publicaci¨®n de este libro para homenajear p¨²blicamente a Pere Puig i Quintana, un catalanista y cat¨®lico que se mantuvo fiel a la Generalitat republicana, como bien recuerda Hilari Raguer; un acto de homenaje en el que a m¨ª me agradar¨ªa escuchar unas palabras del presidente Pujol
Y puestos a hablar de homenajes, de cat¨®licos catalanistas que combatieron bajo el franquismo para salvar la cultura catalana, perm¨ªtanme recordarles que este a?o se cumple el centenario del nacimiento de Maurici Serrahima, tambi¨¦n muy presente en el libro de Dalmau i Jover, verdadero amigo y compa?ero de Puig i Quintana -ten¨ªan los respectivos despachos de abogados en Petritxol n¨²mero 5-, miembro fundador de Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya. Un Maurici Serrahima cuyos libros, seg¨²n me confesaba su hijo Llu¨ªs hace unos d¨ªas, o bien est¨¢n agotados o bien no se encuentran en las librer¨ªas. Tal vez los se?ores de Ediciones 62 tengan a bien reeditarlos, en especial sus interesantes memorias. Ser¨ªa todo un detalle.
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