La silenciosa p¨®lvora de Miles Davis
Los tiempos de cambio nunca sorprendieron a Miles Davis desnudo de ideas. Acostumbrado a ir por delante de todos, su respuesta ante los giros de cualquier signo, tanto anunciados como imprevistos, fue siempre rauda y demoledora. A trav¨¦s del disco In a silent way, cuya m¨²sica, con atractivos complementos, se recoge ahora en un estuche de tres vol¨²menes perteneciente a la integral en curso que le dedica el sello Columbia, Miles introdujo en el paisaje del jazz contornos ins¨®litos y personajes nunca vistos. Su dr¨¢stica redefinici¨®n de las reglas de juego se propagar¨ªa como p¨®lvora silenciosa.
Hacia la mitad de los a?os sesenta, el cuarteto del saxofonista John Coltrane capitaneaba el jazz de avanzada con una m¨²sica que rozaba lo sublime con humildad nacida, a partes iguales, de la fe espiritual y de la fuerza terrenal. Davis (1926-1991) no sol¨ªa aceptar referencias externas, pero es posible que ese reto, tal vez inconsciente, de quien hab¨ªa sido miembro de su anterior quinteto, fuera uno de los motivos que le impulsase a abrir la espita de la imaginaci¨®n. Tan a fondo pis¨® el acelerador que casi fundi¨® las bielas propias y las de quienes le rodeaban. Basta escuchar las extraordinarias grabaciones realizadas en vivo en 1965, en el Plugged Nickel de Chicago, para darse cuenta de que no pod¨ªa ir m¨¢s lejos por ese camino todav¨ªa relativamente ortodoxo. Junto a Wayne Shorter (saxo tenor), Herbie Hancock (piano), Ron Carter (contrabajo) y Tony Williams (bater¨ªa), el trompetista hab¨ªa dado forma a un cuerpo sonoro incandescente en el que cada ¨®rgano parec¨ªa perseguir la autoinmolaci¨®n con todas sus energ¨ªas f¨ªsicas y mentales.
El trompetista se llev¨® a la tumba los motivos que le animaron a dar un golpe de tim¨®n tan vigoroso. Podemos especular con que el jazz, como se entend¨ªa entonces, se le hab¨ªa quedado peque?o, aunque tambi¨¦n es razonable pensar que Betty Mabry, su esposa en aquel momento, desempe?ara un papel determinante al introducirle en el mundo del rock, el funk y el rhythm and blues: James Brown y Sly Stone entraban en la vida de Miles para quedarse.
Fuera por una causa aislada o por la suma de todas, lo cierto es que el trompetista se plante¨® dar mucho m¨¢s que un somero retoque a su concepto musical. La incorporaci¨®n de las versiones el¨¦ctricas de guitarra y piano, la ruptura radical con el repertorio est¨¢ndar y con el esquema tradicional de exposici¨®n del tema-rueda de solos-reexposici¨®n, fueron algunos de los rasgos m¨¢s llamativos de la nueva etapa, pero Miles ten¨ªa acostumbrada a la comunidad jazz¨ªstica a presentar sus innovaciones prendidas de m¨²sicos con nombres y apellidos. Por supuesto, tambi¨¦n en el proyecto In a silent way confi¨® Davis en escuderos rebosantes de ideas que, por primera vez, no proced¨ªan de la cantera habitual. El teclista Joe Zawinul, compositor de la pieza que dar¨ªa t¨ªtulo al disco, era un emigrante vien¨¦s de s¨®lida formaci¨®n acad¨¦mica; el guitarrista John McLaughlin llegaba de la efervescente escena londinense del rhythm and blues, y el contrabajista David Holland desembarcaba despu¨¦s de haber participado en algunos de los proyectos m¨¢s interesantes de la capital brit¨¢nica. Ellos fueron los elegidos para sumarse a Shorter, Hancock y Williams, adem¨¢s de a otro joven teclista ducho en ritmos latinos, Chick Corea, que recalaba en el grupo por recomendaci¨®n de Williams. Seguramente las ideas surgieron despu¨¦s de atrevidos cruces de m¨²sica, miradas expectantes y alg¨²n que otro monos¨ªlabo (Davis no se caracterizaba por su locuacidad). Para cerrar el cap¨ªtulo de la gestaci¨®n de In a silent way, se adivina que Miles encontr¨® en el silencio, su amigo m¨¢s ¨ªntimo, el consejo definitivo que desatar¨ªa una revoluci¨®n de estruendosa trascendencia est¨¦tica. Pero las licencias po¨¦ticas convencionales no iban con el car¨¢cter de Miles. De hecho, el trompetista anticip¨® un contundente 'les va a acojonar' , mientras hac¨ªa escuchar a un amigo las premezclas por tel¨¦fono.
Miles ya hab¨ªa utilizado ritmos de rock en Eighty-One (1965) y tambi¨¦n se hab¨ªa adentrado en formas ajenas al jazz en Circle in the round dos a?os despu¨¦s, pero su emancipaci¨®n estil¨ªstica definitiva empez¨® a consumarse en 1968. The complete in a silent way sessions incluye cuatro piezas in¨¦ditas y restituye a su formato original otras cuatro. En total, casi tres horas y media de fecunda especulaci¨®n cuyos hallazgos se?alar¨ªan el camino a sucesivas generaciones, incluida la que ahora mismo aspira a seguir innovando.
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