La Barcelona de Am¨¦rica
Puedes conocer tu ciudad observando un mapa, recorri¨¦ndola en el autob¨²s tur¨ªstico, no saliendo de un taxi, esperando a que sea arrasada para luego interpretar sus cicatrices arqueol¨®gicas, analiz¨¢ndola a trav¨¦s del visor de una c¨¢mara digital, sobornando a unos indigentes para que te ense?en sus cloacas o, en el caso de Barcelona, comprando y leyendo el pedazo de libro titulado Barcelona gr¨¢fica (Editorial Gustavo Gili), que re¨²ne 1.835 im¨¢genes de detalles gr¨¢ficos que, sumados, constituyen una fascinante y an¨¢rquica biograf¨ªa visual del siempre incierto universo peatonal.
El autor es Am¨¦rica S¨¢nchez, nombre art¨ªstico de Juan Carlos P¨¦rez S¨¢nchez (Buenos Aires, 1939), fot¨®grafo y dise?ador gr¨¢fico. El proyecto, de una simplicidad sugerente y ambiciosa, consiste en salir a la calle, andar como un turista y retratar letreros, placas, r¨®tulos, pasamanos, picaportes, rejas, se?alizaciones, persianas, graffiti. Por lo visto, S¨¢nchez decidi¨® emprender su minucioso safari fotogr¨¢fico en 1998 y lo concluy¨® dos a?os m¨¢s tarde, despu¨¦s de haber sido visualmente atracado o seducido por multitud de detalles a los que, en general, no solemos dar importancia. El resultado es un mapa parcial en el que cada imagen corresponde a una direcci¨®n formando una divertida suma de coordenadas que van apareciendo por casi todos los barrios sin m¨¢s br¨²jula que la de un gusto por lo popular que, para simplificar, podr¨ªamos calificar de nada fr¨ªvolo. Pero, para no meternos en berenjenales te¨®ricos ni pecar de poco concretos, mejor ser¨¢ asimilar lo que dice Norberto Chaves en el pr¨®logo de este libro: 'No menos valiosa es la utilidad indirecta de esta obra como recopilaci¨®n de referencias urbanas: topon¨ªmicas, ling¨¹¨ªsticas, comerciales, hist¨®ricas. Aunque la incidencia de mayor trascendencia cultural sea la aportaci¨®n de recursos de comunicaci¨®n concretos a las pr¨¢cticas gr¨¢ficas de hoy: un extenso l¨¦xico gr¨¢fico, un vasto repertorio de criterios morfol¨®gicos, estil¨ªsticos y sint¨¢cticos que, aprendidos e integrados inteligentemente, le devolver¨ªan a la gr¨¢fica contempor¨¢nea la calidad cultural perdida'.
Am¨¦rica S¨¢nchez acaba de publicar 'Barcelona gr¨¢fica', un libro para que los peatones aprendan a mirar
La utilizaci¨®n de s¨ªmbolos gr¨¢ficos populares de otras ¨¦pocas ha sido explotad¨ªsima por el neografismo de los ¨²ltimos setenta y los ochenta. Pero la novedad de Barcelona gr¨¢fica es que no s¨®lo se alimenta de ilustraciones, sino tambi¨¦n de trabajos de sofisticados e imaginativos herreros o de simples r¨®tulos que informan sobre la presencia de un peque?o negocio y los matices que pueden existir entre el reclamo de un artesano de la alpargata, un barbero o el de un notario que se anuncia con una avasalladora y grandilocuente placa dorada. Una interpretaci¨®n posible: existe la ciudad, son sus monumentos tasados por arquitectos e historiadores, visitados por hordas recurrentes de turistas, pero tambi¨¦n ese mill¨®n de cosas del que tanto hablaba Luis Arribas Castro, cosas que, en este caso, entran por la vista y en las que deber¨ªan fijarse los peatones. Una gu¨ªa para peatones m¨¢s que para turistas.
La mirada de S¨¢nchez es la de un cazador al acecho que no dispara sin ton ni son ni movido por el subid¨®n tecnol¨®gico de tener una c¨¢mara que te han regalado el D¨ªa del Padre. En la exposici¨®n sobre su trabajo gr¨¢fico que, hace unos a?os, present¨® en el Palau de la Virreina, sorprend¨ªa su capacidad para afrontar proyectos antag¨®nicos en apariencia que, una vez reunidos, resultaron tener la ¨²nica coherencia que de verdad merece la pena: la de la autoridad. Una marca de perfume (aquella caligraf¨ªa de Alada, cortando la pluma transversalmente para conseguir determinado trazo), una empresa papelera (el ¨¢guila de alas abiertas de Torras Papel) o las cifras puntiagudas y pop del logotipo de Mobles 114. S¨¢nchez no es un novato. Si mis datos son correctos, empez¨® en 1963 con una exposici¨®n en la Galer¨ªa Falbo y desde entonces no ha parado. Marcas, im¨¢genes de empresa, exposiciones de fotograf¨ªa, docencia, car¨¢tulas de discos (Alenar, de Maria del Mar Bonet, por ejemplo) y muchos otros encargos, algunos de los cuales permanecen e incluso han sido (bien y mal) imitados.
Su buen gusto, adem¨¢s, va m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito profesional o del acierto a la hora de elegir el sonoro nombre de su madre como raz¨®n social. Am¨¦rica S¨¢nchez no s¨®lo sabe detectar el desgarbado encanto de un r¨®tulo de una farmacia o localizar la apertura de un buz¨®n que recuerda en el peor de los casos una boca y en el mejor otro tipo de boca, sino que los que le han visto bailar salsa a horas intempestivas saben de su excelente dominio del ritmo. Esa capacidad para mover el esqueleto y menear las caderas sujetando un vaso largo mezclado con rones a?ejos y, al mismo tiempo, atacar visualmente las dilatadas pupilas de alguna morenaza sandunguera adicta a Hector Lavoe, Johnny Pacheco, Eddie Palmieri, Ruben Blades, Willy Colon o el m¨¢s reciente Jimmy Bosch, que tiene una canci¨®n titulada Pa mantener tradici¨®n, una guajira que resume la actitud y el credo de S¨¢nchez: dominio de los instrumentos, apertura de miras, gusto por la vida, respeto por el consumidor y, al piano, Chucho Vald¨¦s, ?tremendo pianista, t¨² viste! Porque no s¨®lo del sentido de la vista vive el grafista.
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