La explotaci¨®n pol¨ªtica de ¨¦xito
Tanto en la guerra como en la lucha por el poder pol¨ªtico es habitual que los contendientes aprovechen las ventajas que les brinda la provisoria o definitiva debilidad del adversario. La flaqueza, el error o el tropiezo son una oportunidad para abrir brecha y mermar la fortaleza del contrario. No se necesitan las lecciones del prusiano Clausewitz para practicar esta norma b¨¦lica elemental. Pr¨¢ctica que, hasta ahora, no se le ha propiciado a los socialistas valencianos y al conjunto de la oposici¨®n, resignada a criticar aspectos menores de la acci¨®n del Gobierno auton¨®mico, o irrelevantes en todo caso para sensibilizar al electorado.
Pero ha estallado el caso Cartagena y, como era de esperar, los arietes del PSPV y EU se han apresurado a exprimir la ocasi¨®n, convencidos de que, bien administrada ret¨®rica y medi¨¢ticamente, esta condena del ex consejero de Obras P¨²blicas del PP, ha de hacerle mella al partido -realmente consternado por este suceso- y al mismo presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, que es el verdadero objeto de las requisitorias y andanadas. Por cierto, que ¨¦stas nos han parecido mucho m¨¢s moderadas de lo que cab¨ªa prever. Quiz¨¢ porque est¨¢n convencidos de que, por una vez, tienen buenas cartas en las manos para dosificar la jugada y prolongar al m¨¢ximo el desgaste del adversario. Una variante h¨¢bil de la explotaci¨®n del ¨¦xito.
Por lo pronto, el PSPV ha puesto al PP en el brete de aceptar en el seno de las Cortes Valencianas una comisi¨®n investigadora de la gesti¨®n pol¨ªtica de Luis Fernando Cartagena. Una purga amarga, inevitable y novedosa para los populares, a menudo infatuados por creerse blindados contra estos tragos. ?Investigarnos a nosotros, adalides de la limpieza ¨¦tica? Pues s¨ª, y la ¨²nica respuesta coherente por su parte consiste en limitar los riesgos. Esto es, tratar de acotar la pesquisa al periodo -denso y din¨¢mico- en el que el encartado gobern¨® con holgadas mayor¨ªas y resolutivo estilo el municipio orcelitano. Es, adem¨¢s, el periodo en el que se producen los hechos que la Audiencia Provincial de Alicante acaba de condenar y en el que se produce la explosi¨®n urban¨ªstica de la Vega Baja.
Los socialistas, en cambio, proponen que la pesquisa comprenda tambi¨¦n los a?os -1995 a 1998- en los que L. F. Cartagena fue titular de la Consejer¨ªa de OP. No parece que tal petici¨®n tenga mucho fundamento si no se han aportado indicios o pruebas de conductas irregulares, que nosotros sepamos, de la citada gesti¨®n y periodo. Claro que, puestos a indagar, siempre se hallar¨¢ el pecado original. Sin embargo, sea cual fuere el ¨¢mbito de la investigaci¨®n que se acabe concertando, nos tememos que el rifirrafe parlamentario que se avecina ser¨¢ un prodigio de amenidad. Otra cosa es que el debate sobre el llamado 'mayor esc¨¢ndalo pol¨ªtico de la democracia en la Comunidad' decante otras consecuencias m¨¢s ilustrativas o expiatorias, al margen de la dosis de mortificaci¨®n colectiva que le cumple asumir al PP por el error o delito de uno de sus miembros m¨¢s consp¨ªcuos.
Y de consp¨ªcuos va la cosa porque, en consonancia con el esc¨¢ndalo y el prop¨®sito demoledor de los socialistas, ¨¦stos han pedido la comparecencia del molt honorable Eduardo Zaplana, aun cuando en las fechas de autos -1993- no era presidente de la Generalitat. S¨ª lo era entonces -y el PP lo citar¨ªa- Joan Lerma, a quien seguir¨ªa Eugenio Burriel, que ocupaba la Consejer¨ªa de OP y Urbanismo, desde cuya atalaya administrativa algo o mucho habr¨ªa de saber acerca del boom especulativo de aquella comarca meridional objeto tantas sospechas y denuncias.
Menos o ninguna l¨®gica tiene a nuestro entender la presunta convocatoria de quien fuera consejero de Industria, Andr¨¦s Garc¨ªa Reche. Colegimos que se intenta centrifugar responsabilidades y animar la pasarela parlamentaria. Pero, de estar en la piel del portavoz popular Alejandro Font de Mora, o de los t¨¢cticos que dirigen la maniobra, nos pensar¨ªamos esta llamada porque la criada podr¨ªa salirles respondona, pues el mentado catedr¨¢tico y escritor es muy capaz de brear a sus inquisidores a poco que eche mano de la iron¨ªa. Hay tipos que conviene leerles m¨¢s que hostigarles con preguntas sobre un pasado que ha de antoj¨¢rsele remoto y no poco esperp¨¦ntico. M¨¢s o menos como todo este esc¨¢ndalo.
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