La caja B
El secreto de Emilio Ybarra explica su 'entrega' en brazos de Francisco Gonz¨¢lez y mancha a miembros de una generaci¨®n de banqueros
'Nuestras virtudes se sentir¨¢n orgullosas si nuestras faltas no las borran, y nuestros delitos pueden desesperar si no son apreciados por nuestras virtudes'. Acto IV. Shakespeare. Bien est¨¢ lo que bien acaba.
La historia de la cuenta oculta del Banco de Vizcaya primero y del Banco Bilbao Vizcaya m¨¢s tarde podr¨ªa titularse exactamente al contrario: mal est¨¢ lo que mal acaba. Si uno se introduce en el t¨²nel retrospectivo del tiempo y se detiene en la econom¨ªa espa?ola de 1987, ?qu¨¦ descubre? Que el rey del mambo financiero se llamaba Javier de la Rosa. En aquellos d¨ªas, con el dinero de Kuwait Investment Office (KIO), JR hac¨ªa lo que los norteamericanos llaman greenmail, una operaci¨®n por la cual un inversor compra un importante paquete de acciones de una entidad con el fin de revend¨¦rselo con una gran plusval¨ªa. Chantaje financiero. JR compr¨® en aquella ¨¦poca paquetes significativos de varios bancos. Uno de ellos: el 5% del capital del Banco de Vizcaya.
Pedro Toledo, presidente del Vizcaya, estaba rodeado entonces por dos hombres de confianza: uno de ellos era ?ngel Corc¨®stegui; el otro, Alfredo S¨¢enz. Toledo intent¨®, con el apoyo del gobernador del Banco de Espa?a, Mariano Rubio, y del ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Carlos Solchaga, recomprar el paquete apelando a KIO, por encima de JR. Pero no lo consigui¨®.
Toledo, pues, encomend¨® a S¨¢enz, entonces presidente de Banca Catalana, propiedad del Vizcaya, y a Corc¨®stegui, pedir ayuda a JR. Se negoci¨® en Barcelona. JR exigi¨® un beneficio de 5.700 millones de pesetas, la diferencia entre lo que le hab¨ªan costado las acciones en el mercado y el precio al que estaba dispuesto a vender cuatro meses m¨¢s tarde. Como en todas las operaciones con JR, hab¨ªa que pagar en el exterior. As¨ª se hizo. El Vizcaya utiliz¨® una sociedad instrumental en Jersey, Islas del Canal, la dot¨® de cr¨¦ditos y con ese dinero se pag¨® a JR. Si bien la operaci¨®n no fue un secreto, el viejo Vizcaya ocult¨® la forma en que recompr¨® las acciones. Tampoco dio cuenta al banco emisor, que controlaba una autocartera del 5,3%.
Una vez al frente del nuevo Banco Bilbao Vizcaya, Emilio Ybarra mantuvo la sociedad instrumental. Las acciones recuperadas se vendieron con beneficio. Fuentes bancarias consultadas estiman que esa sociedad fue utilizada m¨¢s tarde con fines diversos: una caja B. 'La sociedad sigui¨® operativa. Si no hubiera tenido m¨¢s objeto que recomprar y vender despu¨¦s el paquete del Vizcaya, la sociedad se habr¨ªa liquidado sin rastros', dijo una fuente bancaria. En 1996, seg¨²n reconoce el BBV, se compr¨® un paquete de acciones de Argentaria.
Cuando Ybarra pact¨® en octubre de 1999 la fusi¨®n con Francisco Gonz¨¢lez, nombrado por el Gobierno al frente de Argentaria, hubo sorpresa en el mundo financiero. No por la fusi¨®n. Estaba claro que la necesidad de diluir el riesgo asumido en Am¨¦rica Latina impulsaba las fusiones de los grandes bancos. Lo que llam¨® la atenci¨®n fue otra cosa: la generosidad con la que Ybarra se meci¨® en brazos de Gonz¨¢lez, aceptando abandonar en un plazo breve la presidencia en sus manos. Si hay algo que ha obstaculizado las fusiones en Espa?a ha sido el reparto del poder resultante.
Tal¨®n de Aquiles
Ybarra, pues, sab¨ªa mejor que nadie cu¨¢l era su tal¨®n de Aquiles. Al confesar a Francisco Gonz¨¢lez, despu¨¦s de la fusi¨®n, su pecado, qued¨® claro que Ybarra ya no podr¨ªa permanecer por m¨¢s tiempo. Y aunque intent¨® que su antiguo delf¨ªn, Pedro Luis Uriarte, le sobreviviera, despegar a ¨¦ste ¨²ltimo de la historia de Jersey era una operaci¨®n imposible. En paralelo a esta historia, el juez Baltasar Garz¨®n investigaba a un banco del grupo BBV, Privanza, por pagos realizados por otros asuntos. Requis¨® documentaci¨®n y libr¨® m¨²ltiples oficios al BBVA y al Banco de Espa?a. Aunque se trataba de un tema diferente, se hizo una bola de nieve.
El banco emisor fue informado, seg¨²n se admite oficialmente, a finales de 2000 de la sociedad oculta. Los oficios del juez Garz¨®n crearon nerviosismo. Sin embargo, el banco emisor no abri¨® a lo largo de 15 meses expediente sancionador. 'Una vez que Ybarra confes¨®, se puso en marcha una operaci¨®n a tres bandas: el Gobierno, Gonz¨¢lez e Ybarra. Si el secreto se manten¨ªa intacto, el asunto pod¨ªa quedar sepultado', dijo otra fuente familiarizada con la inspecci¨®n bancaria.
Mucha gente estaba al corriente de una parte del secreto, lo que llev¨® a poner en marcha una estrategia de reconocer una parte del asunto: la vieja historia de las acciones recuperadas en 1987 y la compra de un paquete de Argentaria en 1996. 'Lo dem¨¢s, los pagos en B, ¨¦sos fueron depurados. Era mejor reconocer algo que negarlo todo. Una infracci¨®n por falsear los recursos propios es serio, pero es menos malo que otras cosas', dijo la fuente bancaria.
Si la entrega del BBV por parte de Ybarra y su precipitada salida ahora son fichas que encajan en el puzzle, otra renuncia puede haber tenido un origen similar. Hace algunos meses, el consejero delegado del Santander Central Hispano, ?ngel Corc¨®stegui, sali¨® de manera anticipada. Es cierto que Corc¨®stegui hab¨ªa perdido la batalla dentro del SCH, pero su salida precipitada sorprendi¨® incluso a miembros de la familia Bot¨ªn. Se esperaba, pero para m¨¢s tarde. El esc¨¢ndalo puede no haber causado da?o patrimonial, pero salpica la trayectoria de banqueros de primera fila. Ahora habr¨¢ que informar a la Securities and Exchange Commission (SEC) de Nueva York, donde cotiza el BBVA, y cantar la gallina. Pero la baja m¨¢s significativa es otra: la confianza.
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