Por un pu?ado de euros
Algunos sabios antiguos tienen dicho que los animales no se r¨ªen, pero es porque no tuvieron ocasi¨®n, para su fortuna, de acostumbrarse ante las risotadas actuales de tantos responsables de gobierno
Malversados
Ardua tarea la de comprender que un tipo de tantos posibles como Luis Fernando Cartagena acabe empapelado por -presuntamente- trapichear de mala manera con unos ahorrillos de nada que pusieron en sus manos unas monjitas, que es como el que afana la hucha de los ni?os para llegar a fin de mes. Ni siquiera la propensi¨®n a la codicia -de la que, al parecer, seg¨²n otros sumarios vivos, no ser¨ªa ajeno el amigo y ex consejero de Zaplana-, podr¨ªa explicar esa apropiaci¨®n de menudeo, salvo en el caso de que las aficiones secretas del estirado personaje incluyan la sisa en la cesta de la compra para redondear el presupuesto. No se sabe todav¨ªa hasta d¨®nde abarca ese tipo de conducta en quien fue responsable de -vaya- Obras P¨²blicas, pero est¨¢ claro que alguien tan parecido al anciano perturbado que acumula en su casa cuartel cualquier basura no puede representar a nadie en ninguna tarea de partido de gobierno, por popular que sea y por cortos que anden los suyos de pela.
Globalizados
Parece claro que las desgracias de los pobres de la tierra, que es que todav¨ªa son mayor¨ªa cuando el siglo veintiuno ya ha pasado el ecuador de muchas Fallas, no depende tanto de la odiada globalizaci¨®n global como de la circunstancia, acaso indeseada, de que no est¨¢n todav¨ªa globalizados. A fin de cuentas, tambi¨¦n en Marx, aunque con matices de cierta importancia, se encuentra la creencia de que el capitalismo deb¨ªa alcanzar su plenitud en todo el planeta global como pr¨®logo inexcusable a la revoluci¨®n destinada a dejarlo hecho unos zorros. Lo digo por lo que queda de la izquierda europea. Si se duda de que el pasamonta?ismo a lo Sierra Lacandona constituya un modelo estimulante de vida, entonces hay que valorar si la izquierda europea se parece cada vez m¨¢s a esa afanosa ama de casa que no acumula en la bolsa de la aspiradora m¨¢s que una legi¨®n de residuos diversos sin m¨¢s futuro que el reciclaje.
Bellezas
No es imprescindible la presencia de Luis Mar¨ªa Ans¨®n como jurado para que el proceso de selecci¨®n de candidatas a la gloria de figurar como Miss Espa?a se convierta en un infierno para esas chicas. El esc¨¢ndalo de Alicante no aporta nada que no estuviera ya bajo sospecha, y el revoltijo de intereses y favores que rodea a esa clase de celebraciones es de los que bastan para definir un asunto como turbio. Es probable que las feministas en ejercicio dispongan de buenas razones para oponerse a esas peculiares y numerosas ferias de ganado, pero m¨¢s all¨¢ de la presunta indignidad global del hecho mismo hay que denunciar las prolijas indignidades de detalle a que son sometidas las aspirantes, que van desde el acoso sexual hasta la presi¨®n por alterar detalles de su anatom¨ªa mediante recursos quir¨²rgicos. No es peor que cualquier otro negocio, pero s¨ª m¨¢s espeluznante.
Cin¨¦filos
Se dir¨¢ que es precisamente lo que una Filmoteca como el cine manda tiene que hacer. Pero cuando aqu¨ª casi nada funciona como debe, hay que agradecer la programaci¨®n de una sala que combina cl¨¢sico y moderno ofreciendo la ocasi¨®n de ver esas pel¨ªculas que en la tele, y de manera ca¨®tica, se pasan en horarios imposibles para espectadores currantes. Estos d¨ªas, entre otros ciclos de inter¨¦s, proyectan las obras mayores de dos cineastas -diversos en sus prop¨®sitos pero incontestables en sus logros- como Orson Welles y Jean-Luc Godard. Cierto que Ciudadano Kane es algo pesadita y que inaugur¨® una ¨¦poca de gran estilo tal vez sobrepasada, y a lo mejor las forzadas deconstrucciones de Godard en Pierrot le fou igual carecen ahora de inter¨¦s ver¨ªdico. A¨²n as¨ª, el p¨²blico podr¨¢ saber que hasta las producciones Disney de los multicines ser¨ªan improbables sin esos majestuosos precedentes.
Descalificaciones
Ni siquiera aquellos exultantes Alfonso Guerra y Felipe Gonz¨¢lez que se cachondeaban a conciencia de cualquier intervenci¨®n parlamentaria de la uced¨¦ estaban tan contentos de haberse conocido como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -pat¨¦tico cuando quiere ser gracioso, tedioso cuando juega al hermetismo- o Eduardo Zaplana, tan entretenido en fingir que lamenta no disponer de una oposici¨®n seria. Hay en todo ello una cierta arrogancia de nuevo rico democr¨¢tico, donde la mayor¨ªa absoluta enmascara apenas ese autoritarismo visceral tan de casino provinciano donde la opini¨®n de quien todav¨ªa no puede hacerte da?o se acoge con el paleto fest¨ªn de las grandes risotadas. Los socialistas, s¨ª, cambiaron la faz de este desdichado pa¨ªs en sus dif¨ªciles a?os de gobierno. Los de ahora es que, encima, se r¨ªen exactamente como los grotescos mu?ecos de falla.Globalizados
Parece claro que las desgracias de los pobres de la tierra, que es que todav¨ªa son mayor¨ªa cuando el siglo veintiuno ya ha pasado el ecuador de muchas Fallas, no depende tanto de la odiada globalizaci¨®n global como de la circunstancia, acaso indeseada, de que no est¨¢n todav¨ªa globalizados. A fin de cuentas, tambi¨¦n en Marx, aunque con matices de cierta importancia, se encuentra la creencia de que el capitalismo deb¨ªa alcanzar su plenitud en todo el planeta global como pr¨®logo inexcusable a la revoluci¨®n destinada a dejarlo hecho unos zorros. Lo digo por lo que queda de la izquierda europea. Si se duda de que el pasamonta?ismo a lo Sierra Lacandona constituya un modelo estimulante de vida, entonces hay que valorar si la izquierda europea se parece cada vez m¨¢s a esa afanosa ama de casa que no acumula en la bolsa de la aspiradora m¨¢s que una legi¨®n de residuos diversos sin m¨¢s futuro que el reciclaje.Bellezas
No es imprescindible la presencia de Luis Mar¨ªa Ans¨®n como jurado para que el proceso de selecci¨®n de candidatas a la gloria de figurar como Miss Espa?a se convierta en un infierno para esas chicas. El esc¨¢ndalo de Alicante no aporta nada que no estuviera ya bajo sospecha, y el revoltijo de intereses y favores que rodea a esa clase de celebraciones es de los que bastan para definir un asunto como turbio. Es probable que las feministas en ejercicio dispongan de buenas razones para oponerse a esas peculiares y numerosas ferias de ganado, pero m¨¢s all¨¢ de la presunta indignidad global del hecho mismo hay que denunciar las prolijas indignidades de detalle a que son sometidas las aspirantes, que van desde el acoso sexual hasta la presi¨®n por alterar detalles de su anatom¨ªa mediante recursos quir¨²rgicos. No es peor que cualquier otro negocio, pero s¨ª m¨¢s espeluznante.Cin¨¦filos
Se dir¨¢ que es precisamente lo que una Filmoteca como el cine manda tiene que hacer. Pero cuando aqu¨ª casi nada funciona como debe, hay que agradecer la programaci¨®n de una sala que combina cl¨¢sico y moderno ofreciendo la ocasi¨®n de ver esas pel¨ªculas que en la tele, y de manera ca¨®tica, se pasan en horarios imposibles para espectadores currantes. Estos d¨ªas, entre otros ciclos de inter¨¦s, proyectan las obras mayores de dos cineastas -diversos en sus prop¨®sitos pero incontestables en sus logros- como Orson Welles y Jean-Luc Godard. Cierto que Ciudadano Kane es algo pesadita y que inaugur¨® una ¨¦poca de gran estilo tal vez sobrepasada, y a lo mejor las forzadas deconstrucciones de Godard en Pierrot le fou igual carecen ahora de inter¨¦s ver¨ªdico. A¨²n as¨ª, el p¨²blico podr¨¢ saber que hasta las producciones Disney de los multicines ser¨ªan improbables sin esos majestuosos precedentes.Descalificaciones
Ni siquiera aquellos exultantes Alfonso Guerra y Felipe Gonz¨¢lez que se cachondeaban a conciencia de cualquier intervenci¨®n parlamentaria de la uced¨¦ estaban tan contentos de haberse conocido como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar -pat¨¦tico cuando quiere ser gracioso, tedioso cuando juega al hermetismo- o Eduardo Zaplana, tan entretenido en fingir que lamenta no disponer de una oposici¨®n seria. Hay en todo ello una cierta arrogancia de nuevo rico democr¨¢tico, donde la mayor¨ªa absoluta enmascara apenas ese autoritarismo visceral tan de casino provinciano donde la opini¨®n de quien todav¨ªa no puede hacerte da?o se acoge con el paleto fest¨ªn de las grandes risotadas. Los socialistas, s¨ª, cambiaron la faz de este desdichado pa¨ªs en sus dif¨ªciles a?os de gobierno. Los de ahora es que, encima, se r¨ªen exactamente como los grotescos mu?ecos de falla.
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