Prometer no es hacer
Un tramposo deslizamiento est¨¢ llevando en la pol¨ªtica internacional y europea a reemplazar los medios y las realizaciones por los objetivos y las promesas. Se vende el objetivo como si fuera el resultado, confundiendo las cosas del querer, o simplemente prometer, con las del hacer. De este tipo de defecto peca la Uni¨®n Europea cuando se compromete a crear 20 millones de puestos de trabajo en esta d¨¦cada, sin decir c¨®mo, y algunos lo presentan como si ya los hubiesen creado.
Es lo que ha ocurrido con el Objetivo del Milenio de la ONU, proclamado dos a?os atr¨¢s, de reducir a la mitad para 2015 la pobreza en un mundo cuya poblaci¨®n sigue creciendo. En la Conferencia de Monterrey sobre Financiaci¨®n para el Desarrollo o en el Consejo Europeo de Barcelona se han puesto las palabras, pero no los medios. El compromiso de una ayuda oficial al desarrollo (AOD) equivalente al 0,7% del PIB, aprobado en 1969, ha quedado relegado en los cajones, salvo para algunos n¨®rdicos. (?Qui¨¦n se acuerda del ?0,7 ya!?). La UE, tras un retroceso en la ayuda exterior de la Uni¨®n y sus Estados miembros, se siente satisfecha con pasar para 2006 a una media de ayuda de 0,39% de su PIB. Los pa¨ªses europeos m¨¢s retrasados como Espa?a, que est¨¢ en un 0,23%, se comprometen a pasar a un 0,33%. Pero incluso para dar ese peque?o paso hay que empezar desde ahora. Y poco atractivo puede resultar un lema de ?0,33% ya!
En los ¨²ltimos a?os, la ayuda oficial de los pa¨ªses ricos al desarrollo ha ca¨ªdo en un 20%, particularmente en EE UU, el pa¨ªs que, pese a la ?corta? recesi¨®n que atraviesa, ha crecido como nunca en su historia. Para presentarse como un emperador en Monterrey, Bush anunci¨® previamente que a?adir¨ªa el 50% a la actual ayuda al desarrollo de EE UU, de 10.000 millones al a?o, para 2007, y con condiciones, insistiendo en que debe centrarse en los resultados y no en las cantidades, pese a que algunos estudios han demostrado que la eficacia de esta ayuda se ha doblado en menos de una d¨¦cada. Algo es algo, pero, como ha recordado Kofi Annan, reducir el n¨²mero de pobres a la mitad requerir¨ªa, seg¨²n c¨¢lculos coincidentes con los denodados Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, duplicar esta ayuda. Pero en Monterrey, prefirieron los pa¨ªses ricos mirar hacia otro lado.
La mejor ayuda ser¨ªa que estos pa¨ªses pobres pudieran exportar libremente sus productos, especialmente cuando caen los precios. El consenso de Monterrey, el texto prefabricado que no ha cambiado los discursos bienintencionados, aboga por esta apertura. Pero la realidad del proteccionismo de los ricos es muy diferente, no s¨®lo por EE UU y el acero, sino por una Europa que, pese a su discurso oficial, no quiere un exceso ni de inmigrantes ni de tomates del Sur. Hoy por hoy, las subvenciones de los pa¨ªses ricos a su agricultura superan los 1.000 millones de d¨®lares diarios, es decir, en cinco o seis d¨ªas, el equivalente al gesto generoso de Bush para un a?o. Se conf¨ªa en el impacto desarrollista de Internet y las nuevas tecnolog¨ªas, que sin duda crecen en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, pero con el aumento de la poblaci¨®n, la mitad de las personas del mundo seguir¨¢ durante a?os sin poder hacer una sola llamada de tel¨¦fono. Aunque s¨ª muchos de ellos ver¨¢n la televisi¨®n, lo que les llevar¨¢ a querer lo que sus dirigentes no se atreven a decirles que no van a poder, mientras la inestabilidad del mundo aumentar¨¢ con el aumento de las diferencias econ¨®micas.
Otro enga?o es la nueva obsesi¨®n de algunos pol¨ªticos, esencialmente anglosajones, de presentar todo en el mundo pos-11-S como una 'guerra': Bush habla de la 'guerra contra el terrorismo'; y Blair de la 'guerra contra la pobreza'. ?Por qu¨¦ no limitarnos a la lucha, que es en lo que consiste esencialmente la vida? Que se lo pregunten a los 1.200 millones de personas que viven en este mundo con menos de un d¨®lar al d¨ªa. Hay palabras que no son inocentes.
aortega@elpais.es
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