La Ant¨¢rtida y nosotros
Acaba de desintegrarse, rota en multitud de peque?os icebergs que se perder¨¢n flotando en el mar, una enorme plataforma de hielo de la Ant¨¢rtida de m¨¢s de 3.200 kil¨®metros cuadrados de superficie y unos 200 metros de espesor. No se trata de un fen¨®meno nuevo, ya que en esta estaci¨®n se desprenden o se fragmentan bloques de hielo de parecida o mayor superficie del continente Ant¨¢rtico. Ni tampoco va a suponer cambio alguno en el nivel del mar. No debe, por lo tanto, responderse a este hecho aislado con un alarmismo que los cient¨ªficos no ven justificado. Pero es uno m¨¢s de los episodios que se acumulan en el tiempo cada vez con m¨¢s frecuencia indic¨¢ndonos que algo puede estar alterando el equilibrio global del planeta.
Si se promedia a lo largo de d¨¦cadas, puede observarse la existencia de los efectos de un calentamiento progresivo sobre las masas de hielo ant¨¢rtico. En ese calentamiento puede haber una componente natural; el clima ha variado en la Tierra a lo largo de toda su existencia y seguir¨¢ variando en el futuro. Pero lo que los estudios de miles de expertos coordinados por el Panel Internacional sobre el Cambio Clim¨¢tico parecen apuntar cada vez con mayor certeza es que una parte de ese calentamiento es achacable a las actividades humanas, en particular al vertido de gases de efecto invernadero a la atm¨®sfera producidos, sobre todo, por el uso de los combustibles f¨®siles como fuente de energ¨ªa. Y ese calentamiento de origen humano es m¨¢s r¨¢pido que cualquier episodio parecido de origen natural y, por lo tanto, dif¨ªcil de ser asimilado. De ah¨ª la importancia de tomar medidas preventivas antes de que lleguemos a una situaci¨®n incontrolable.
El Protocolo de Kioto, en concreto, supone un intento, t¨ªmido pero de una enorme importancia por el alcance de los objetivos propuestos, de limitar la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica para prevenir el calentamiento global. Desgraciadamente, la Administraci¨®n de Bush no parece dispuesta a ratificar el acuerdo, o lo que es lo mismo, descarta tomar las medidas necesarias en la pol¨ªtica industrial, energ¨¦tica o de transporte para que los Estados Unidos, principal contaminador del mundo en t¨¦rminos absolutos y relativos, reduzca sus emisiones en la proporci¨®n fijada en Kioto.
La disminuci¨®n de la capa de ozono, b¨¢sica para proteger a los seres vivos de las radiaciones ultravioleta del Sol, tambi¨¦n sobre la Ant¨¢rtida, sirvi¨® para mostrar los peligros de seguir emitiendo a la atm¨®sfera los CFC y otros gases de caracter¨ªsticas similares y, aunque el efecto de los ya emitidos persistir¨¢ durante d¨¦cadas, la firma y el cumplimiento del Protocolo de Montreal sirvi¨® para disminuir dr¨¢sticamente la fabricaci¨®n y el vertido de esos gases. Del mismo modo, los avatares del hielo ant¨¢rtico, tan alejados de nosotros y tan ajenos a nuestras preocupaciones cotidianas, nos advierten de otros peligros que, a la larga, podr¨¢n afectarnos a todos.
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