Bomba de relojer¨ªa
La sustituci¨®n del tradicional contingente de trabajadores marroqu¨ªes y portugueses por otro de inmigrantes de los pa¨ªses del Este en la campa?a de recogida de la fresa en Huelva ha creado una situaci¨®n de imprevisibles, o m¨¢s bien imprevistas, consecuencias sociales. Unos 7.000 marroqu¨ªes pululan por la provincia en busca de un trabajo que no existe, sin medios para sobrevivir y sin un techo bajo el que cobijarse. El primer deber de los poderes p¨²blicos es evitar que esa concentraci¨®n de personas desvalidas degenere en un desastre, a cuyo fin, la Junta de Andaluc¨ªa ha librado 90.000 euros a las ONG que asisten a esas personas. Pero es evidente que ha habido un fallo de previsi¨®n.
No parece prudente reemplazar de un a?o para otro, y en su totalidad, a la mano de obra inmigrante, en gran parte regularizada, que trabaja habitualmente en la recogida de la fresa, por otra contratada en sus pa¨ªses de origen. Es cierto que los contratos en origen ofrecen mayores garant¨ªas y tienen una especial cobertura en la Ley de Extranjer¨ªa. Y que, seguramente, los empresarios freseros de Huelva intentan as¨ª evitar los problemas de contrataci¨®n de mano de obra que les produjo graves p¨¦rdidas econ¨®micas en la campa?a anterior. Pero al contratar en origen a unos 7.000 inmigrantes (el doble del cupo asignado para Huelva este a?o), han dejado sin empleo al colectivo vinculado a la recogida de la fresa desde hace a?os y que, en gran medida, se hab¨ªa asentado en la zona.
Se les ha cortado de ra¨ªz la precaria pero vital relaci¨®n laboral que manten¨ªan durante los meses -de marzo a junio- de la campa?a. La diferencia de origen de sustituidos y sustitutos introduce la motivaci¨®n racial como factor adicional de enfrentamiento potencial. La experiencia de El Ejido aconseja extremar las precauciones. Lo m¨¢s urgente es evitar el estallido de la bomba de desesperaci¨®n que forman estos inmigrantes excluidos del trabajo de la fresa. Alrededor de 2.000 est¨¢n sin regularizar y la soluci¨®n del Gobierno ha sido abrirles expediente de expulsi¨®n. Pero el problema es qu¨¦ hacer con los otros, unos 5.000, que disponen de papeles, pero que, en muchos casos, s¨®lo son v¨¢lidos para la campa?a de la fresa. Es comprensible que su desesperaci¨®n aumente al sentirse defraudados y en posesi¨®n de unos papeles que no les sirven ni para trabajar en la fresa ni en otra tarea.
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