Jueves Santo
En los siete a?os que llevo escribiendo la horma, es la primera vez en que ¨¦sta sale publicada el Jueves Santo en vez del Domingo de Resurrecci¨®n. A simple vista parece un detalle sin importancia, pero no lo es. En a?os anteriores, la horma del Domingo de Resurrecci¨®n, que se mandaba por fax desde Sevilla, la misma tarde del d¨ªa anterior en que hab¨ªa sido escrita, a primera hora, era una horma que ol¨ªa a azahar, a incienso y cera quemada, a esa ramita de romero que nos pon¨ªamos en el ojal para ir a ver torear a Curro en la Maestranza. Una horma que sab¨ªa al pescadito frito que sol¨ªamos tomarnos en Casa Cuesta -me dicen que va a cerrar, si no ha cerrado ya-, en Triana, mientras aguard¨¢bamos a que saliese el Cachorro, o a la manzanilla que nos tom¨¢bamos en El Buzo, a la espera de ver pasar a la O por el Baratillo.
La ministra francesa de Cultura hab¨ªa amenazado con negarse a estrechar la mano de Silvio Berlusconi
Al tener que escribir la horma los martes, a lo m¨¢s tardar, para entregarla ese d¨ªa y salir publicada los jueves, el paisaje cambia radicalmente. No es lo mismo escribir esas l¨ªneas antes o despu¨¦s de haber visto, a?o tras a?o, pasar el Cachorro, de madrugada, por el puente de Triana, o antes o despu¨¦s de haber ido, el s¨¢bado por la ma?ana, a echar un vistazo a los toros que han de lidiarse la tarde del domingo en la plaza. Total, que este a?o no nos vamos a Sevilla, y ya me tienen ustedes picando esa horma, o lo que sea, en mi Lettera 35, a las cuatro de la tarde del martes, 26 de marzo, para ser enviada dentro de una hora, hora y media, a la redacci¨®n del peri¨®dico. El ¨²nico consuelo que me produce el tener que escribir esta cr¨®nica en Barcelona en vez de en Sevilla es el no tener que cargar con la vieja y querida m¨¢quina de escribir, la cual, al pasar por el control del aeropuerto, hace que el guardia civil de servicio me mire como si fuese un terrorista en potencia.
Llevo ya escrito un folio, me quedan dos y me pregunto con qu¨¦ podr¨ªa entretenerles. La semana pasada apenas sal¨ª del barrio. Fui a ver Gosford Park, la pel¨ªcula de Robert Altman, en el Diagonal, que me hizo pasar un rato la mar de agradable, en especial por la excelente actuaci¨®n de sus int¨¦rpretes. Ayer, al enterarnos de que Safiya no ser¨ªa lapidada, descorchamos una botella de Mumm para celebrarlo, pero esta ma?ana nos hemos despertado con la horrible noticia del terremoto que ha asolado Afganist¨¢n, y que, dicen, ha causado miles de muertos. Pobre gente, s¨®lo les faltaba eso, un terremoto.
Josefina, mi perdiz, lleva una hora cantando como una condenada, mientras un hombre subido en una gr¨²a se dedica a podar los pl¨¢tanos del paseo de Sant Joan que hace escasamente un par de semanas empezaron a florecer. El barrio est¨¢ medio desierto, los vecinos de la escalera se han marchado o se preparan para hacerlo. La estanquera me ha dicho que cierra ma?ana. Pasado ma?ana lo har¨¢n las terrazas de los bares en que suelo leer los papeles y tomarme una copa. Ser¨¢ cuesti¨®n de irse. El jueves es probable que me vaya a Marsella a tomar una bullabesa, o que me instale en el Mar¨ªtim de Cadaqu¨¨s a leer Comedia con fantasmas, la ¨²ltima novela, reci¨¦n salida del horno, de mi sobrino Marcos Ord¨®?ez.
Puestos a entretenerles, tal vez les agrade saber algo m¨¢s de la que se arm¨® el pasado viernes, en Par¨ªs, durante la inauguraci¨®n del pabell¨®n de Italia en el Sal¨®n del Libro de este a?o. Como recordar¨¢n, la ministra francesa de Cultura, la se?ora Catherine Tasca, hab¨ªa amenazado con negarse a estrechar la mano de Silvio Berlusconi en el caso de que al jefe del Gobierno italiano se le ocurriese presentarse en Par¨ªs, al Sal¨®n del Libro, del que Italia es este a?o el invitado de honor. Berlusconi, no s¨¦ si para evitarle ponerse en rid¨ªculo a la aguerrida ministra o por la raz¨®n que fuese, decidi¨® no ir a Par¨ªs y enviar en su lugar a su secretario de Estado para la Cultura, Vittorio Sgarbi.
El tal Sgarbi, consejero particular del magnate Berlusconi en lo referente a la adquisici¨®n de cuadros, esculturas y obras de arte, es un tipo megal¨®mano y medi¨¢tico, como su amo, que vive en uno de los antiguos apartamentos del papa Pamphili, en Piazza Navona, una de las plazas m¨¢s bellas de Roma, rodeado de pinturas y esculturas del Renacimiento, en un ambiente de lo m¨¢s kitsch. Entre otras cosas, Sgargi es famoso por su man¨ªa de hacerse abrir los museos romanos y de otras capitales italianas para celebrar en ellos fiestas nocturnas con sus amigotes y un pu?ado de starlettes, de las que es muy goloso, as¨ª como por su afici¨®n a pelearse con los periodistas y humillar al p¨²blico de ciertos programas televisivos (en uno de ellos se puso a insultar a una pobre mujer por desconocer la identidad de no s¨¦ qu¨¦ lienzo).
Pues bien, el terrible Sgarbi se fue a Par¨ªs a inaugurar el pabell¨®n italiano del Sal¨®n del Libro de Par¨ªs y se encontr¨® con una manifestaci¨®n de personas italianas y francesas que le recibieron con gritos contra su amo y su Gobierno. Y el guapo de Sgarbi, en vez de aguantar el tipo y soportar el chaparr¨®n, despu¨¦s de entrevistarse apresuradamente en un cuartito con la ministra Tasca, la cual le ofreci¨® sus disculpas, dio un portazo y se larg¨®.
Al d¨ªa siguiente, en una rueda de prensa, Sgarbi acus¨® a los manifestantes de 'fascistas', que es lo mismo que algunos de estos le hab¨ªan llamado a ¨¦l y a su due?o (algunos de esos manifestantes, todo sea dicho, eran antiguos miembros de las Brigadas Rojas, con cr¨ªmenes de sangre en sus conciencias, a los que el presidente Mitterrand hab¨ªa concedido asilo en la d¨¦cada de 1980 y que el presidente Chirac se niega a entregar a la justicia italiana).
El t¨¦rmino fascista vuelve a ponerse de moda. Y si no que se lo digan a los universitarios de Girona que la semana pasada se ensa?aron con el ex rector Josep Maria Nadal. Fascista es un t¨¦rmino que cada vez oigo m¨¢s en las tertulias de la radio, no s¨¦ por qu¨¦. Y lo bueno es que la mayor¨ªa de los que lo utilizan lo utilizan mal o no saben de lo que hablan. Berlusconi ser¨¢ lo que ustedes quieran, pero no es ning¨²n fascista, no es Mussolini. Al menos, claro est¨¢, que los que le tachan de tal crean, como afirmaba Pasolini, que la televisi¨®n y la publicidad son un nuevo, el nuevo fascismo. Pero Pasolini era un poeta, un grand¨ªsimo poeta, y pod¨ªa permitirse esa y otras licencias. Hasta que un d¨ªa lo asesinaron.
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