?Vive el teatro?
Hoy es el d¨ªa siguiente del D¨ªa Mundial del Teatro y ayer se present¨® la ¨²ltima obra escrita por Adolfo Marsillach, Extra?o anuncio, que cuenta la historia de un hombre que al abrir el peri¨®dico y mirar en la secci¨®n inmobiliaria ve un anuncio en el que se pone en venta su propia casa y al que quieren cobrarle la factura de su propio funeral. A Marsillach tambi¨¦n le pasaron la factura en su propio funeral, aunque no fue una factura econ¨®mica sino pol¨ªtica: ah¨ª te quedas, ministerialmente solo, por rojo. Pero hoy no vamos a hablar de eso, porque hoy es el d¨ªa siguiente del D¨ªa Mundial del Teatro y ayer hubo muchas quejas, sobre todo de los dramaturgos espa?oles, que tambi¨¦n se sienten abandonados y no s¨¦ si hasta un poco muertos. En Extra?o anuncio, de hecho, Adolfo Marsillach -?oh abandonado!, que dir¨ªa Pablo Neruda- se pregunta: '?Los seres humanos estamos vivos o muertos?', y esas palabras del hombre excluido de lo visible, descartado de la realidad y sometido a una pesadilla quiz¨¢ podr¨ªan cambiarse por: '?El teatro, en Espa?a, est¨¢ vivo o muerto?'.
Hace a?os yo sol¨ªa ir al teatro mucho m¨¢s que ahora. Pero hoy, al final de esa cuenta atr¨¢s, no puedo hacer lo de entonces, cuando casi cada semana asist¨ªa a alg¨²n estreno junto a Rafael Alberti, el maestro de invitado estelar y yo de poliz¨®n de ¨¦l. Recuerdo muchas de aquellas noches, los comentarios de camino al teatro y la bajada al camerino tras los aplausos, en esos momentos inmediatos a la bajada del tel¨®n en que los actores ya no son sus personajes pero a¨²n no son otra vez ellos mismos. Recuerdo, sobre todo, las representaciones extraordinarias de Las criadas de Jean Genet, Yerma, El p¨²blico, As¨ª que pasen cinco a?os, Do?a Rosita la soltera o La casa de Bernarda Alba, de Federico Garc¨ªa Lorca, en versiones magn¨ªficas de V¨ªctor Garc¨ªa, Jorge Lavelli, Miguel Narros o Llu¨ªs Pasqual. Y El hombre deshabitado del propio Alberti, o el Eduardo II de Marlowe-Brecht, en versi¨®n de Jaime Gil de Biedma, o Final de partida, de Samuel Beckett... Y algunos cl¨¢sicos de Calder¨®n, de Lope de Vega, o La tempestad de Shakespeare, o la Salom¨¦ de Oscar Wilde, interpretada por Nuria Espert y en versi¨®n de Terenci Moix. La lista es breve y apresurada, tambi¨¦n muy significativa.
Ahora me resulta m¨¢s dif¨ªcil ir al teatro. Voy siempre que algo me apetece, pero eso no pasa mucho cuando miro la cartelera de Madrid. Por supuesto, sigue habiendo, de cuando en cuando, obras atractivas, ahora mismo se est¨¢n representando otra vez Las criadas y Final de partida, y tambi¨¦n es posible ver El c¨ªrculo de tiza de Bertolt Brecht; La prueba, dirigida por Jaime Ch¨¢varri, y algunos cl¨¢sicos como El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina, o La dama boba de Lope de Vega. Pero, por lo general, la cartelera de Madrid invita al f¨²tbol.
Sin duda, una ciudad como Madrid debe tener espect¨¢culos de todas clases y para todos los gustos y niveles, pero me da la impresi¨®n de que el nivel actual s¨®lo permite la navegaci¨®n de peque?os barcos: montajes que buscan el puro entretenimiento y que se basan en ese mal gusto general al que la correcci¨®n pol¨ªtica ha puesto el nombre de ¨ªndices de audiencia. La temporada pasada, los grandes ¨¦xitos de nuestra cartelera fueron La bella y la bestia, la estupenda e incombustible Elo¨ªsa est¨¢ debajo de un almendro y Jekyll y Hyde, un espect¨¢culo musical de Raphael. Hoy mismo, si miran la cartelera podr¨¢n elegir entre 5 hombres.com, Confesiones sexuales de una solterona, Los mon¨®logos de la vagina, La katarsis del tomatazo, Cabaret para Marujas o Mon¨®logos feministas para una diva. Aunque tal vez prefieran decantarse por La canasta, de Miguel Mihura, o ?Achip¨¦, Achip¨¦!, de Antonio Ozores. O por Esmoquin, con la interpretaci¨®n estelar de Arturo Fern¨¢ndez.
?El teatro, en Espa?a, est¨¢ vivo o muerto? No s¨¦ de qui¨¦n ser¨¢ la culpa principal, si de las instituciones o de los empresarios, unos y otros siempre m¨¢s atentos a la ideolog¨ªa o al negocio que a la cultura. Pero me atrevo a decir que, pese a los meritorios y casi tit¨¢nicos esfuerzos de algunos independientes y tres o cuatro rom¨¢nticos, si el teatro que se ve en Madrid no est¨¢ muerto, al menos est¨¢ malherido. Qu¨¦ pena, con la falta que hace y con el buen ant¨ªdoto que es una buena obra, bien dirigida y bien interpretada, contra estos tiempos de miseria.
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