La pasi¨®n socialista
Tal vez las eficaces actuaciones policiales logren poner fin, o por lo menos suspender temporalmente, el goteo de cr¨ªmenes pol¨ªticos que ven¨ªa recayendo sobre los representantes del PSOE en el Pa¨ªs Vasco. De nada ha valido que el socialismo vasco fuera a lo largo de muchas d¨¦cadas una fuerza pol¨ªtica comprensiva hacia el nacionalismo y dispuesta en todo momento a asumir una posici¨®n de subalternidad con tal de que en Euskadi estuviese vigente la democracia. Sin duda, sus dirigentes habr¨¢n cometido errores, en 1986 al perder la ocasi¨®n de desplazar al PNV de la presidencia de la comunidad, o m¨¢s tarde con la gris gesti¨®n de J¨¢uregui como vicepresidente, bajo la sombra de los GAL, que fue descorazonando al electorado de izquierda. A pesar de todo ello, sin embargo, el PSOE aparece como el partido pol¨ªtico que desde el franquismo mejor defini¨® una l¨ªnea pol¨ªtica de defensa de la autonom¨ªa, de la afirmaci¨®n democr¨¢tica y de superaci¨®n del foso entre las dos comunidades, nacionalistas y no nacionalistas. La sangr¨ªa a que se ha visto sometido el partido de Indalecio Prieto y de Ram¨®n Rubial es as¨ª doblemente dolorosa.
El PP hubiera debido tener en cuenta estos antecedentes, evitando las agrias recriminaciones que ha dirigido contra el PSOE desde el momento en que ¨¦ste inici¨® un viraje en la pol¨ªtica vasca con el prop¨®sito de buscar cierta forma de reconciliaci¨®n con el PNV. Sin duda, muchos vemos escaso sentido a esta pol¨ªtica, cuando el partido de Arzalluz no ha modificado un ¨¢pice su l¨ªnea desde las elecciones, salvo para cumplir con el ritual que sigue a cada atentado. Pero hubiera sido mucho m¨¢s eficaz para mantener la cohesi¨®n antiterrorista en el plano pol¨ªtico utilizar un lenguaje que explicara, sin descalificar, el balance positivo que la coalici¨®n constitucionalista hab¨ªa logrado en cuanto a la creaci¨®n de v¨ªnculos de cohesi¨®n entre los no nacionalistas, as¨ª como el precio que para las dos partes contratantes supone la separaci¨®n. No hay que confiar demasiado en el optimismo expresado por Zapatero, en el sentido de que ya hay otra pol¨ªtica del PNV, reacio a adoptar cualquier postura contra Batasuna, y tampoco est¨¢ por lo dem¨¢s la distribuci¨®n de votos como para aventurarse en un proyecto donde la autonom¨ªa puede significar aislamiento. As¨ª, la ruptura del pacto de Gobierno PSOE-PP en San Sebasti¨¢n, y lo que pueda pasar en ?lava y en Vitoria, no anuncian precisamente signos de recuperaci¨®n, sino de traspaso de lo poco que queda en cuanto a poder pol¨ªtico en manos no nacionalistas. Pero hubiera sido mucho mejor que el PP planteara ante la opini¨®n las posibilidades abiertas por la alianza. Las duras expresiones de Arenas ¨²nicamente sirven en cambio para un repliegue que adem¨¢s encuentra justificaci¨®n en la aspereza de las relaciones pol¨ªticas existentes entre los partidos mayoritarios, en la pol¨ªtica nacional. Lo menos que puede decirse es que falt¨® dram¨¢ticamente pol¨ªtica de Estado.
De hecho es ese aspecto de la confrontaci¨®n PP-PSOE el que parece haber resultado decisivo en el derrocamiento de Redondo. A primera vista, la cuesti¨®n no ofrec¨ªa dudas: sin perspectivas de acceso al Gobierno en Euskadi, ?para qu¨¦ soportar una primac¨ªa del PP, convertido en socio mayor de la alianza? El enlace de la perspectiva estatalista, personificada por Patxi L¨®pez, con el vasquismo abierto a las concesiones de los socialistas guipuzcoanos, unidos ambos ante todo por la oposici¨®n tajante al PP, se impuso as¨ª sin dificultades a una oposici¨®n que lo hizo casi todo mal desde el momento en que Redondo dimiti¨®. La l¨¢stima es que en esta secuencia se haya quemado uno de los pol¨ªticos socialistas m¨¢s valiosos, el alcalde de Ermua.
Por el momento, la capacidad de juego ante el PNV es m¨ªnima, y a medio plazo cabe temer que la equidistancia adoptada convierta al PSOE en pieza clave de la impotencia pol¨ªtica del estatutismo para intentar frenar la puesta en marcha larvada del proceso de autodeterminaci¨®n. Claro que en la pol¨ªtica siempre hay sorpresas. Redondo fue un socialista tradicional, r¨ªgido, pero capaz de mantener una l¨ªnea digna y coherente. Toca ahora a esa inc¨®gnita pol¨ªtica que es el nuevo secretario general desmentir los augurios de quienes ven todo ya respecto a Euskadi a trav¨¦s del prisma del PP.
Y de Elorza, ?qu¨¦? En espera de nuevos datos, mejor no hablar.
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