Como la Luna, pero con pinos
Extra?os cr¨¢teres de hasta 100 metros de profundidad salpican una meseta caliza de las vecindades de Cuenca
Zacar¨ªas era un vecino de Ca?ada del Hoyo que un d¨ªa de invierno iba tras un lobo por la muela de los Palancares, a tiro de escopeta de Cuenca, cuando se le ech¨® la noche encima y con ella la nieve y ese sue?o dulz¨®n que pinta una sonrisa tonta en la faz de los muertos de fr¨ªo. Cuentan que el c¨¢nido, pese a estar herido de cartucho, se apiad¨® del b¨ªpedo precongelado y lo arrastr¨® a su guarida, que se hallaba en el fondo de una gran depresi¨®n circular del terreno, y all¨ª lo arrop¨® con su pelaje. Ambos se hicieron amigu¨ªsimos y pasaban muchas tardes merendando de lo que Zaca tra¨ªa a esta hondonada, que desde entonces se conoce como la torca del Lobo.
Que un lobo y un cazador hagan migas -amistosas y con chorizo- resulta incre¨ªble, pero lo m¨¢s raro de esta leyenda es el paraje donde discurre: una meseta salpicada de cr¨¢teres de bordes escarpados, en alguno de los cuales cabr¨ªa c¨®modamente la plaza de Las Ventas. ?Viejos volcanes? ?Huellas de meteoritos? ?Topos gigantes? Nada de eso. Sentimos arruinarle este expediente X, pero hay una explicaci¨®n f¨ªsica: son, seg¨²n los ge¨®logos, sumideros k¨¢rsticos, puntos donde el agua de lluvia, en vez de correr formando r¨ªos y valles, ha ido disolviendo verticalmente y en derredor la roca caliza durante milenios hasta crear este campo de golf para titanes.
El troncazo de 500 a?os del pino Abuelo, el m¨¢s viejo de Cuenca, es visible desde el camino
Alrededor de 30 torcas -la m¨¢s profunda roza los 100 metros y la m¨¢s ancha los 700- agujerean la muela de los Palancares, enclave el m¨¢s espectacular de la serran¨ªa baja de Cuenca que est¨¢ a s¨®lo 20 kil¨®metros al este de la capital, bien comunicado a trav¨¦s de una carretera reci¨¦n asfaltada. Al final de la misma hay un aparcamiento excesivo para la poca gente que conoce el lugar y, a mano izquierda, tras la caseta de informaci¨®n, arranca una senda se?alizada con letreros, postes -traviesas de ferrocarril- y paneles informativos que nos va a permitir acercarnos a una docena de torcas sin incurrir en extrav¨ªo.
La senda empieza col¨¢ndose entre la torca del Agua -a la derecha, con fuente que justifica su t¨ªtulo- y el Torcazo -a la izquierda- para llegar en un suspiro a la torca del Lobo, la m¨¢s llamativa por su gran tama?o y sus paredes cortadas a plomo, un acantilado circular al que se aferran algunos pinos como si en la sierra de Cuenca no hubiera m¨¢s ni mejor sitio. Borde¨¢ndola por la derecha, el sendero enhebra a continuaci¨®n una torca detr¨¢s de otra sin dar un respiro; torcas cuyos nombres aluden a sus viejos propietarios -la del T¨ªo Agust¨ªn, la del T¨ªo Demetrio...- o a sus caracter¨ªsticas -la Honda, la Larga, las Mellizas...-; torcas tan invadidas por encinas, quejigos y pinos laricios, que cuesta verlas hasta estar a un paso del abismo.
En pos de la ¨²ltima torca del itinerario, la de la Novia, la senda desemboca en una ancha pista de tierra abierta al tr¨¢fico, que no es sino la prolongaci¨®n de la carretera asfaltada. Avanzando a mano izquierda por ella, en poco m¨¢s de un kil¨®metro llegaremos a la altura del pino Abuelo, el m¨¢s viejo de Cuenca, cuyo troncazo de 500 a?os es visible desde el camino, a cien metros a manderecha. Otro pino singular veremos avanzando por la pista en direcci¨®n contraria, hasta la torca de la Novia, y luego 300 metros m¨¢s por el camino que nace enfrente: un ¨¢rbol de cuatro siglos y seis poderosos brazos erectos que le han valido el nombre de Candelabro.
La torca de la Novia, a s¨®lo medio kil¨®metro del aparcamiento, es la m¨¢s peque?a -menos de 70 metros de di¨¢metro-, pero tiene una forma perfecta, como hecha por un dios bricolajero con una sierra de corona, y una leyenda tremenda: la de una moza de Melgosa o de Mohorte -aldeas que, adem¨¢s de eme inicial, comparten la proximidad de las torcas- a la que su padre quer¨ªa casar con un rico hombre de Ca?ada del Hoyo -el pueblo de Zacar¨ªas, tambi¨¦n cercano-. Mas como ella amaba a otro, el d¨ªa se?alado, al pasar junto a la torca, se tir¨® de cabeza y, en vez de boda, hubo funeral.
Gu¨ªas, mapas y casas colgadas
- D¨®nde. Las torcas de los Palancares distan 190 kil¨®metros de Madrid. Se va por la N-III hasta Taranc¨®n, luego por la N-400 hasta Cuenca y finalmente por la N-420 hacia Teruel, tomando el desv¨ªo se?alizado a la izquierda que hay poco antes del kil¨®metro 442. - Cu¨¢ndo. Paseo circular de 8 kil¨®metros y unas tres horas de duraci¨®n -incluidas las visitas a los ¨¢rboles singulares-, con un desnivel acumulado inferior a los 100 metros y una dificultad baja, apto para cualquier ¨¦poca del a?o y gente de toda edad y forma f¨ªsica. - Qui¨¦n. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez es el autor de 101 ecorutas de fin de semana. Castilla y Madrid, gu¨ªa de la editorial Planeta en la que se describen varios paseos por el monte conquense de Palancares. Tambi¨¦n puede consultarse Rutas y paseos por la serran¨ªa de Cuenca (Sua Edizioak), de Alfonso Monge y Mar¨ªa Victoria Bocos. - Y qu¨¦ m¨¢s. La cartograf¨ªa m¨¢s detallada: hoja 610-IV, a escala 1:25.000, del Instituto Geogr¨¢fico Nacional. El mejor alojamiento de la zona: Posada de San Jos¨¦ (Juli¨¢n Romero, 4; Cuenca capital; tel¨¦fono 969 21 13 00), una casa colgada desde el siglo XVII sobre la hoz del Hu¨¦car. La mejor referencia para solucionar cualquier duda: Oficina de Turismo de Cuenca (Plaza Mayor, 1; tel¨¦fono 969 23 21 19).
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