Cuando la izquierda era divina
Sobre la gauche divine catalana que perfor¨® nuestra historia desde finales de los sesenta hasta bien mediada la d¨¦cada posterior, y que fue un movimiento m¨¢s barcelon¨¦s (y cosmopolita) que catal¨¢n y m¨¢s reducido de lo que se dijo en su tiempo, aunque tanto influy¨® entonces entre todos nosotros y algunos de cuyos resultados siguen todav¨ªa vivos y coleando, se ha escrito mucho y de muchas formas, sobre todo a trav¨¦s de coloquios, charlas, exposiciones -sin olvidar sus zonas iconogr¨¢ficas, arquitect¨®nicas, fotogr¨¢ficas y cinematogr¨¢ficas en las que tambi¨¦n se verti¨®-, aunque con m¨¢s nostalgia que rigor, como si las vivas e ins¨®litas im¨¢genes que produjo en aquellos a?os se hubiesen ido ti?endo de esos colores uniformemente sepias que preludian las desapariciones, los silencios y los olvidos.
24 HORAS CON LA 'GAUCHE DIVINE'
Ana Mar¨ªa Moix Lumen. Barcelona, 2002 114 p¨¢ginas. 11,75 euros
Ana Mar¨ªa Moix (Barcelona, 1947) fue una de sus primeras protagonistas, testigo directo y de primera mano a la que sus colegas consideraban como su 'gran esperanza blanca' y llamaban de paso 'la nena' con una mezcla de admiraci¨®n, ternura y cari?osa iron¨ªa; empez¨® su carrera con tanta fuerza que parec¨ªa comerse el mundo, incluida entre la coqueluche de los Nueve nov¨ªsimos de la c¨¦lebre antolog¨ªa de Castellet, publicando casi de una tacada (1969-1973) tres libros de poemas, dos novelas y un libro de relatos que despertaron la expectaci¨®n de la sociedad literaria m¨¢s joven de su tiempo. Y fue entonces, a principios de los setenta, cuando escribi¨® estos textos que en principio pod¨ªan tratarse de un libro 'menor', m¨¢s de tipo period¨ªstico que literario, aceptado por una de sus editoras de entonces, Esther Tusquets, pero que al final no se termin¨® jam¨¢s y fue guardado en un caj¨®n hasta ahora mismo, cuando aparece completado por una encuesta, parcialmente publicada entonces en la prensa, a 24 personajes de aquel movimiento, seleccionados de entre los m¨¢s del centenar que all¨ª confluyeron, y donde la fijeza de las im¨¢genes (tambi¨¦n producidas desde su interior en aquellos mismos tiempos por algunos de ellos, como Colita, Xavier Miserachs y Oriol Maspons) parece no haberse decidido todav¨ªa entre el cart¨®n-piedra y el museo, pues pertenecen m¨¢s que al arte al periodismo, que es algo que nace y muere cada d¨ªa.
Conforme el tiempo pasaba, Ana Mar¨ªa se carteaba con Rosa Chacel, traduc¨ªa entre otros a Beckett, Marguerite Duras, y hasta a Am¨¦lie Nothomb ayer mismo, y mientras escrib¨ªa cada vez m¨¢s en la prensa, iba abandonando la literatura propiamente dicha, aunque ganaba el Ciudad de Barcelona con los excelentes relatos de Las virtudes peligrosas (1985), publicaba la estupenda biograf¨ªa Vals negro (1994) -m¨¢s objetiva y experimental-, se consolidaba como una buena cr¨ªtica literaria (sobre todo en estas mismas p¨¢ginas), ve¨ªa la jubilaci¨®n de su mejor amiga y editora, Esther Tusquets -que de su tard¨ªa narrativa pas¨® tambi¨¦n al mundo de los recuerdos-, y como la desaparici¨®n de la gauche divine les ha abierto otra vez las compuertas de la memoria, se ha decidido a unir su voz a este desordenado concierto aunque de manera, me parece, m¨¢s testimonial que otra cosa. Y todo ello sin abandonar ese aire de tristeza que empapa todas las im¨¢genes de su hermoso rostro, desde entonces hasta hoy.
De hecho, los rastros de aquel movimiento perduran en algunas figuras muy serias, arquitectos, urbanistas, fot¨®grafos y te¨®ricos, m¨¢s que creadores o escritores, algo menos en el mundo del cine (la extinta 'escuela catalana', donde se origin¨® sin embargo Gonzalo Su¨¢rez) o el de la nova can?¨®, salvo Serrat) y donde emergen dos -o tres, con la que esto publica- editoriales convertidas ya en instituciones, Anagrama y Tusquets y que as¨ª sigan. Fue un movimiento renovador, que surgi¨® en el contexto de los nov¨ªsimos, del cansancio de la militancia pol¨ªtica (aunque estuvieran en el encierro de Montserrat) y lanzados por el camino hacia la libertad y el libertinaje, hacia la alegr¨ªa burguesa y la revuelta cultural desde el 68 franc¨¦s hasta Londres y Nueva York, aunque siempre -creo- bastante autocr¨ªticos y con un buen sentimiento de culpa por encima, menos mal. La misma expresi¨®n de gauche divine (tambi¨¦n denominada entre ellos la gauche qui rit, en referencia al peor y m¨¢s consumista de los quesos franceses) as¨ª lo se?alaba de antemano: al conectar la idea de Dios con la de la izquierda -dos imposibles- no hac¨ªa m¨¢s que provocar con un chiste, disfraz¨¢ndolo de aproximativo ox¨ªmoron. Este libro, adem¨¢s, fue escrito hace treinta a?os, se ha completado con algunos textos de la ¨¦poca, no ha sido ni tocado, ni retocado por Ana Mar¨ªa Moix, sus ilustraciones tambi¨¦n son de la ¨¦poca y lo mejor de ¨¦l -lo m¨¢s profundo - es la entrevista in¨¦dita final a Jaime Gil de Biedma. De aquellos mayores, cansados de compromiso, es de donde surgi¨® todo (como tambi¨¦n de Carlos Barral, Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, Mars¨¦, el madrile?o prodigioso Juan Garc¨ªa Hortelano y otros que as¨ª se lo permitieron, abriendo las compuertas). Luego vendr¨ªa con retraso el insospechado ap¨¦ndice -m¨¢s de pueblo- de la movida madrile?a, con Tierno Galv¨¢n y Pedro Almod¨®var como sus l¨ªderes finales, con nuestro realismo sucio -no hay quien lo levante- y la desembocadura final en esas bobadas -desde el punto de vista creativo- que se llaman Gran Hermano y Operaci¨®n Triunfo, la vida sigue siendo una t¨®mbola y sanseacab¨®, as¨ª escribimos la historia a trav¨¦s de la televisi¨®n, en este retroceso perpetuo que llamamos democracia.
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