Milosevic: de acusado a acusador
Mod¨¦lico presidiario, feroz interrogador. Slobodan Milosevic est¨¢ viviendo su momento de gloria, especialmente dom¨¦stica, desde que en la madrugada del 28 de junio de 2001 entraba esposado en la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de Scheveningen, un centro de detenci¨®n temporal para los inculpados por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). A los testigos les atemoriza en su papel de abogado de s¨ª mismo con un estilo entre comisario Conesa y Perry Mason. Les recuerda que est¨¢n bajo juramento y les exige con tono severo que respondan escuetamente. Uno de ellos, un pobre agricultor musulm¨¢n deportado en marzo de 1999 de Kosovo y cuya familia fue asesinada, no aguant¨® m¨¢s la presi¨®n de Milosevic y decidi¨® no continuar el interrogatorio en medio de las protestas de este acusado convertido hoy en acusador.
Ni la prisi¨®n ni el tribunal admiten las quejas de Milosevic, e incluso se?alan que a veces hay m¨¢s deferencia con ¨¦l que con los dem¨¢s presos
Si el ex dictador yugoslavo es condenado, podr¨ªa cumplir sentencia en Espa?a, uno de los siete pa¨ªses que se ha prestado para acoger a estos reclusos
El TPIY es un at¨ªpico ¨®rgano judicial creado en 1993 por resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU como el establecido para los cr¨ªmenes de Ruanda, que ¨¦l no reconoce. El tribunal imputa a 82 personas por violaciones de los derechos humanos en la antigua Yugoslavia durante las guerras de los noventa. Casi un tercio se halla a¨²n en fuga. Parece estar muy cercana la detenci¨®n de los dos m¨¢s famosos, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, los jefes pol¨ªtico y militar serbobosnios. Ninguno de los 44 internos de Scheveningen, alojados en la nueva ala de cuatro plantas construida expresamente para su acogida, cumplir¨¢ condena en esta prisi¨®n, situada a unos dos kil¨®metros de La Haya, a orillas del mar y que los alemanes utilizaron para encerrar a resistentes holandeses durante la II Guerra Mundial. En teor¨ªa, si el ex dictador yugoslavo es condenado, podr¨ªa cumplir sentencia en Espa?a, uno de los siete pa¨ªses que se han prestado para acoger a estos reclusos, serbios en su mayor¨ªa, pero tambi¨¦n bosnios musulmanes y croatas.
El detenido Milosevic, acusado de genocidio en Bosnia y de cr¨ªmenes de guerra y cr¨ªmenes contra la humanidad en Kosovo y Croacia, se muestra muy cort¨¦s con sus carceleros y tambi¨¦n con quienes le vigilan en la sala del tribunal, todos ellos polic¨ªas de Naciones Unidas. Sus intermediarios con el exterior son Zdenko Tomanovic y Dragoslav Ognjanovic, dos abogados belgradenses de media edad que se encargaron de asistirle legalmente cuando fue sacado por agentes serbios la noche del 1 de abril del a?o pasado de su lujosa residencia de Dedinje, a las afueras de Belgrado, y encarcelado por presunto delito de malversaci¨®n de caudales p¨²blicos. Fue el principio del fin. Tres meses despu¨¦s, el nuevo Gobierno satisfac¨ªa las reclamaciones de la fiscal Carla del Ponte y lo entregaba a La Haya. Milosevic acusa al primer ministro, Zoran Djindjic, de pactar la extradici¨®n y recibir a cambio una recompensa de 1.300 millones de d¨®lares de la conferencia internacional de donantes, celebrada un d¨ªa despu¨¦s en Bruselas. Odia visceralmente a Del Ponte, pero ese sentimiento es com¨²n en el reducido colectivo de Scheveningen. 'Una vez que se encuentran en el mismo barco, todos la tienen como enemigo com¨²n', ha declarado el director del centro, el irland¨¦s Timothy McFadden.
A cadena perpetua pueden condenarle los jueces Richard May, Patrick Robinson y O-Gon Kwon, los tres magistrados de la Sala Tercera, si consideran convincentes las pruebas que presenta Del Ponte a lo largo de este proceso, que no es previsible que concluya antes de fin de 2003.
El no reconocimiento del tribunal es uno de los escollos con el que el equipo de Del Ponte tiene que pechar. Milosevic se neg¨® en su d¨ªa a examinar las actas de acusaci¨®n, aunque tuvo al final que escucharlas en una de las vistas preliminares, y ahora asegura que tampoco revisa la lista y las declaraciones previas de los testigos, que la fiscal tiene obligaci¨®n de entregarle al menos diez d¨ªas antes de su comparecencia en el caso de que sean testigos protegidos. Sin embargo, no es verdad, y su dominio en el interrogatorio obedece a que previamente prepara la defensa con sus dos m¨¢s estrechos colaboradores. Todas estas lagunas son las que causan que, a diferencia de otros internos, el reglamento de visitas en su caso est¨¦ sujeto a la discreci¨®n del tribunal y de la direcci¨®n de Scheveningen. 'Si tuviera un abogado defensor, las cosas ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles', ha afirmado Jim Landale, portavoz del TPIY . 'Me someten a maltrato ps¨ªquico', vocifer¨® en una de las audiencias. Pero ni la prisi¨®n ni el tribunal admiten sus quejas, e incluso se?alan que a veces hay m¨¢s deferencia con ¨¦l que con los dem¨¢s presos.
Tomanovic y Ognjanovic manifiestan siempre muy ufanos despu¨¦s de visitarle que se halla f¨ªsica y ps¨ªquicamente muy bien y destacan su perfecta higiene e impecable presencia f¨ªsica ante el tribunal. Hasta ahora la conducta de Slobo corrobora estas opiniones, pero quedan muchos meses por delante. Por el momento se deleita viendo que el juicio despierta inter¨¦s en su pa¨ªs, que la prensa occidental, a la que tacha de c¨®mplice de EE UU, acude al espect¨¢culo, de lunes a viernes, sent¨¢ndose al otro lado del cristal antibalas que separa la sala de la galer¨ªa del p¨²blico, y se regodea al comprobar que Del Ponte no est¨¢ jugando muy bien sus cartas y sus testigos son poco consistentes. 'Pienso utilizar toda la ocasi¨®n que tenga para que se conozca la verdad', clama. Su verdad, es decir, que Serbia fue v¨ªctima del terrorismo de la UCK, la guerrilla albanokosovar y de la agresi¨®n de la OTAN.
La vida en la c¨¢rcel
LA RESIDENCIA DE MILOSEVIC es desde hace ocho meses una celda de unos 20 metros cuadrados, dotada de cama, mesa, estanter¨ªa, armario, lavabo y ba?o. Dispone tambi¨¦n de cafetera, ordenador, una radio y un televisor que le permite captar la CNN, la BBC y las cadenas de televisi¨®n serbia, bosnia y croata. Devora la prensa yugoslava y extranjera, lee literatura y escucha las canciones de Frank Sinatra, a pesar de ser un artista de EE UU. Desde hace mucho tiempo dej¨® de estar incomunicado y se le desconect¨® un piloto de luz encendido las 24 horas del d¨ªa por temor, al principio, a que terminara colg¨¢ndose. Las normas del centro establecen que cada interno tiene derecho a telefonear a su familia al menos siete minutos diarios, pero nadie controla estrictamente el reloj cuando lo hace ¨¦l. Reci¨¦n ingresado en Scheveningen, burl¨® todas las normas y concedi¨® una entrevista telef¨®nica. Como los dem¨¢s, recibe 2,2 euros diarios, puede cocinar, adquirir productos y cigarrillos, su debilidad, en la cantina, disfrutar de la biblioteca, de las salas colectivas de descanso, de un aposento para los vis-¨¤-vis con su esposa, Mirjana Markovic, con la que puede estar cuando ¨¦sta viaja a La Haya desde las 9 de la ma?ana hasta las 16.45. Sus emociones se reflejan mejor cuando sabe que Mirjana, su amor desde la adolescencia y la que un d¨ªa le vaticin¨® que llegar¨ªa a ser superior a Josip Broz, Tito, est¨¢ a punto de venir o, por el contrario, no ha obtenido el visado. En este caso estalla en c¨®lera en plena audiencia Prefiere entonces pasear por el patio para calmar la ira y evocar la nostalgia de los a?os dorados que ya jam¨¢s volver¨¢n.
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