El lento ascenso de la mujer en el campo
Por razones culturales, no est¨¢ bien que una mujer del campo diga lo que piensa en una reuni¨®n: los asistentes podr¨ªan deducir que es ella la que manda en casa. Las asambleas sindicales o de las cooperativas empiezan a partir de las nueve de la noche, y ellas tienen que ocuparse de los ni?os y de atender a las necesidades del hogar.
Si trabajan en las explotaciones, suelen hacerlo como asalariadas, en tareas poco cualificadas y de aluvi¨®n. Apenas participan en la gesti¨®n de las empresas, eso queda para los hombres, que son los representativos de la explotaci¨®n y los que pueden tomar las decisiones, aun en los casos en que ella sea la titular.
El apoyo a la igualdad de oportunidades por parte de las Administraciones es m¨ªnimo, porque no va acompa?ado de campa?as para acercar a las mujeres a trabajos m¨¢s interesantes y darles facilidades para compaginar la vida campesina con las responsabilidades familiares.
Casi nunca est¨¢n presentes en las grandes transacciones, reservadas a los hombres. Su capacidad de decisi¨®n s¨®lo se plasma cuando se niegan a vender tierras
Seg¨²n Alicia Langreo, unas 90.000 no tienen trabajo en la actualidad. En Extremadura y Andaluc¨ªa el 60% de los subsidios de paro van a parar a sus manos
Pr¨¢cticamente, nunca est¨¢n presentes en las grandes transacciones, aspecto econ¨®mico que est¨¢ reservado a la intervenci¨®n masculina. Su capacidad de decisi¨®n s¨®lo se plasma cuando deciden plantarse en contra de vender tierras cuando la propiedad es mixta (salvo en Catalu?a, la propiedad suele ser compartida).
?mbito familiar y laboral
?ste es el horizonte que explica por qu¨¦ las campesinas brillan por su ausencia en las cooperativas y en los puestos de responsabilidad de las organizaciones agrarias. La complejidad de la vida en el campo, donde lo laboral y lo familiar caminan de la mano, explica paradojas como que ellas tengan el peso dominante en la mayor¨ªa de las asociaciones de mujeres y de familia de los pueblos y, sin embargo, no est¨¦n presentes en las organizaciones puramente profesionales.
Organizaciones agrarias
Y cuando lo est¨¢n suele ser como representantes del sector mujer. Por ejemplo, AMFAR (Asociaci¨®n de Mujeres y Familias del ?mbito Rural, con 36 sedes en 13 comunidades aut¨®nomas) cuenta con 16.000 asociadas, pero su labor se interpreta en relaci¨®n con los intereses familiares y, en todo caso, de la formaci¨®n cultural y profesional. Formaci¨®n que forma parte de la pol¨ªtica de igualdad de oportunidades, un plan en cierto modo fallido 'porque las Administraciones no han acompa?ado esta pol¨ªtica con la oferta de medios reales', comenta Isabel de Benito, miembro del comit¨¦ consultivo de desarrollo rural de la Uni¨®n Europea.
Una mirada a las comisiones ejecutivas de las tres organizaciones profesionales agrarias (OPA) m¨¢s importantes: Asaja (Asociaci¨®n Agraria de J¨®venes Agricultores, 250.000 afiliados), COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, con 165.000) y UPA (Uni¨®n de Peque?os Agricultores y Ganaderos, 80.000), delata hasta qu¨¦ punto est¨¢ limitada la participaci¨®n femenina en los ¨®rganos de decisi¨®n.
UPA, la organizaci¨®n m¨¢s joven, creada en 1987 e integrada en UGT, es la que ofrece un mayor n¨²mero de mujeres en sus filas de toma de decisiones. En su comisi¨®n ejecutiva, de 13 miembros, hay una secretaria general y dos secretarias federales, presencia que se reproduce en las secretar¨ªas generales y provinciales, seg¨²n informa Esteban L¨®pez, jefe de comunicaci¨®n de esta uni¨®n.
Los ocho cargos de la comisi¨®n ejecutiva de COAG (creada en 1977) est¨¢n en manos de los hombres, si bien la organizaci¨®n tiene una secretaria general en Euskadi, dos en la ejecutiva comarcal de Requena-Utiel (elegidas en enero pasado), dos secretarias regionales y una presidenta de cooperativa en Cantabria. 'El problema est¨¢ en que o tienes hijos o trabajas. No nos ayudan a participar', afirma Inmaculada Fern¨¢ndez, presidenta de la asociaci¨®n de mujeres rurales de C¨®rdoba. La comisi¨®n ejecutiva de Asaja, con 12 cargos, no cuenta con ninguna mujer, aunque de los 25 miembros de su comit¨¦ provincial, tres s¨ª lo son.
Acceso a cargos t¨¦cnicos
Alicia Langreo, ingeniera agr¨®noma estudiosa de la situaci¨®n de la mujer en la agricultura y el mundo rural, afirma que cada vez m¨¢s se van incorporando mujeres a cargos t¨¦cnicos debido al progresivo acceso de la mujer rural a la universidad, 'aunque no siempre son bien admitidas por los hombres', afirma.
Galicia y Asturias son las comunidades que cuentan con mayor presencia de mujeres en el campo. Andaluc¨ªa, Canarias y Levante, tambi¨¦n, aunque en ¨¦stas lo que predomina son las asalariadas, sobre todo en Andaluc¨ªa. Las comunidades con menos manos femeninas son Arag¨®n, Castilla-La Mancha, Extremadura, Rioja y Madrid.
Por cuenta propia
Son 370.000 las mujeres que mantienen una relaci¨®n laboral con el campo espa?ol, un tercio de la poblaci¨®n activa rural, seg¨²n datos extra¨ªdos de la EPA (Encuesta de Poblaci¨®n Activa) en el estudio La formaci¨®n para la mejora de la participaci¨®n de las mujeres en el sector agrario, elaborado por la sociedad Sabor¨¢, dedicada a la investigaci¨®n del universo agroalimentario.
De ellas, 150.000 son asalariadas (en la manipulaci¨®n de frutas y hortalizas, en invernaderos de cultivos de flores y fresas y poco en las explotaciones ganaderas, salvo en la cornisa cant¨¢brica) y 220.000 trabajan por cuenta propia.
Son datos aproximados debido a la diversidad de las situaciones profesionales y del grado de dedicaci¨®n. De la cifra total, la autora del estudio, Alicia Langreo, calcula que unas 90.000 no est¨¢n ocupadas, se declaran en paro, concentr¨¢ndose ¨¦ste en la comunidad andaluza, que absorbe el 78% del total del paro femenino en el sector.
La mayor¨ªa de las mujeres que trabajan por cuenta propia lo hacen en explotaciones peque?as (inferiores a cinco hect¨¢reas), y muchas de ellas figuran como c¨®nyuges o como ayuda familiar.
Pese a que se est¨¢ produciendo una incorporaci¨®n progresiva de j¨®venes, el colectivo est¨¢ envejeciendo. M¨¢s de las tres cuartas partes de ellas superan los 40 a?os, una de las razones que explican su bajo nivel formativo, con un tercio de activas que se declaran analfabetas, aunque la universidad est¨¢ empezando a dejar su rastro: unas 19.000 declaran haber pasado por ella.
Un panorama general un tanto desolador, sobre todo si se tiene en cuenta que s¨®lo en Andaluc¨ªa y Extremadura el 60% de los subsidios de paro van a parar a manos de las mujeres.
J¨®venes preparadas y con capacidad empresarial
DETERMINADAS MEDIDAS POL?TICAS est¨¢n estimulando la incorporaci¨®n femenina a la agricultura y la ganader¨ªa, pero sus frutos todav¨ªa se encuentran en fase de maduraci¨®n. Las nuevas aportaciones est¨¢n generalizando el incremento de las subvenciones y del n¨²mero de titulares, 'aunque muchas veces no sean ellas las que llevan la explotaci¨®n', comenta Alicia Langreo. 'Esto se debe a la necesidad de ocultaci¨®n del trabajo o de la renta masculina cuando el marido trabaja en otro sector', a?ade Langreo. A la falta de est¨ªmulo profesional se a?ade que ellas manejan poco la maquinaria y los riegos informatizados, lo que va expuls¨¢ndolas de las tareas cuando se mecanizan. 'Te las encuentras en una cooperativa cargando paquetes pesados y, sin embargo, pr¨¢cticamente nunca las ves en los almacenes manejando un torito (carrito dirigido)', afirma Isabel de Benito. Adem¨¢s, ellas participan poco en los trabajos del monte y los relacionados con los cuidados del medio ambiente, ¨¢reas con futuro. En los ¨²ltimos a?os ha crecido el peque?o colectivo de mujeres titulares o cotitulares de explotaci¨®n. Son j¨®venes y preparadas, con capacidad empresarial, que trabajan en la agricultura por vocaci¨®n. Desde hace 10 a?os se est¨¢n incorporando m¨¢s a las explotaciones grandes y tambi¨¦n a las funciones t¨¦cnicas y a la gerencia de las cooperativas, un ¨¢rea esta ¨²ltima en la que no parecen sentirse intimidadas por la presencia de hombres. Una minor¨ªa alentadora, pero falta mucho camino por recorrer; la presi¨®n del medio hace que la mayor¨ªa de las mujeres hablen poco por miedo al rid¨ªculo y reh¨²sen asistir a los cursos de formaci¨®n si tienen que compartir aula con los hombres.
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