Un respeto ganado en las ruinas de los bombardeos de Londres
Al calor de la II Guerra Mundial, apenas tres a?os despu¨¦s de su coronaci¨®n como reina consorte, Elizabeth Bowes-Lyon se gan¨® definitivamente el respeto y admiraci¨®n del pueblo brit¨¢nico. La aviaci¨®n alemana llevaba 57 noches sucesivas bombardeando Londres, apuntando principalmente sobre las viviendas del East End, un barrio proletario al este de la ciudad. La reina hab¨ªa visitado a las v¨ªctimas de la zona, pero no fue hasta que seis bombas explotaron en el palacio de Buckingham, el 13 de septiembre de 1940, cuando pudo congraciarse con sus s¨²bditos. 'Me alegro de que nos hayan bombardeado. Me hace sentir que puedo mirar al East End a la cara', dijo entonces.
Veinte mil civiles murieron y otros 70.000 londinenes fueron heridos en el bombardeo de los p¨ªlotos de la Luftwaffe. Pero la entonces reina se neg¨® a evacuar a sus dos hijas a Canad¨¢, como propon¨ªan algunos, y orden¨® su traslado al castillo de Windsor, el mismo recinto donde muri¨® ayer. Demostraba as¨ª su f¨¦rreo prop¨®sito de que tanto ella como su familia compartieran con el pueblo los peligros de la guerra y a?ad¨ªa una pieza significante en la educaci¨®n de la futura reina Isabel II, que los historiadores reclaman entre sus m¨¢ximos logros.
Para entonces, la desaparecida reina madre hab¨ªa levantado el primer pilar de lo que llam¨® el 'intolerable honor' de portar con su marido, Albert, futuro Rey Jorge VI, la corona del trono. Nunca perdon¨® a su cu?ado, Eduardo, que antepusiera el amor a las funciones de Estado y precipitara el reinado de su marido cas¨¢ndose con la divorciada estaounidense Wallis Simpson. Al tiempo de la abdicaci¨®n, Albert era un hombre tartamudo, t¨ªmido y escasamente preparado para reinar.
Abnegada esposa
'Con mi abnegada esposa a mi lado acepto la dura labor que se me presenta delante', dijo Jorge VI en la ceremonia de coronaci¨®n, en diciembre de 1936. Sus palabras estaban cargadas de genuino significado. Elizabeth Bowles-Lyon fue mucho m¨¢s que reina consorte, fue el personaje clave en esas jornadas de crisis mon¨¢rquica y constitucional.
Ogullosa, presumida y fuerte de car¨¢cter, apuntal¨® el reinado de Jorge VI rechazando cualquier compromiso hacia el rey abdicado y negando incluso el saludo a la duquesa de Windsor, la divorciada Simpson. Se proteg¨ªa as¨ª contra una potencial ofensiva del c¨ªrculo de amigos del monarca ca¨ªdo, que podr¨ªa debilitar la apreciaci¨®n del pueblo de un rey falto de talento.
Gan¨® la partida a sabiendas de que su obstinada firmeza retras¨® la reconciliaci¨®n familiar hasta el ocaso del duque de Windsor, en 1969. La admiraci¨®n y respeto de los s¨²bditos nunca ha deca¨ªdo desde entonces y la reina madre, t¨ªtulo que recibi¨® tras la muerte de su marido, en 1952, sigue siendo una de las figuras reales m¨¢s queridas en el Reino Unido.
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