Tres toreros y ning¨²n toro
Hubo tres toreros que se esforzaron por hacer algo y dar gusto al p¨²blico. Pero como enfrente no ten¨ªan ning¨²n toro que mereciese tal nombre, sus esfuerzos resultaron casi siempre bald¨ªos. Y al decir ning¨²n toro, enti¨¦ndase que ninguno cumpl¨ªa m¨ªnimamente con su obligaci¨®n de mostrar bravura, tener algo de fuerza y permitir actuaciones consistentes de los diestros. Y si ello se repite con una cierta frecuencia, habr¨¢ que convenir que es cierto aquello de que la ganader¨ªa brava espa?ola se halla en un momento delicado.
El primero no se ten¨ªa en pie y fue sustituido por un problem¨¢tico sobrero de la misma ganader¨ªa, con el que Manolo S¨¢nchez lo intent¨® aseadamente y estuvo muy precavido con la espada. Al cuarto, inv¨¢lido y sos¨ªsimo, lo tore¨® suavemente a media altura, en un muleteo carente de emoci¨®n, pero en el que sufri¨® un susto por el pit¨®n izquierdo. Otra vez estuvo desafortunado con el estoque.
S¨¢nchez / S¨¢nchez, Canales, Bautista
Toros: cuatro (2?, 4?, 5? y 6?) de Herederos de ?ngel S¨¢nchez S¨¢nchez y dos (1? y 3?) de Manuel San Rom¨¢n de Vald¨¦s, escasos de fuerza y deslucidos. Manolo S¨¢nchez: silencio y palmas. Canales Rivera: ovaci¨®n y oreja. Juan Bautista: ovaci¨®n tras aviso y palma tras aviso. Plaza Monumental. Un cuarto de entrada. Barcelona, 31 de marzo.
Canales Rivera tampoco tuvo un buen lote, pero estuvo muy decidido toda la tarde. Al segundo, con muy poca fuerza, andar¨ªn y soso, lo recibi¨® vibrante con el capote, pero el decidido y algo encimista muleteo, no alcanz¨® mayor dimensi¨®n debido a lo deslucido del animal. Entendi¨® muy bien al quinto, al que hab¨ªa que llevar muy toreado y obligado. Con decisi¨®n y aguante, instrument¨® una meritoria faena derechista, porque el otro pit¨®n era pr¨¢cticamente imposible. Finalmente, entr¨® a matar con mucha fe y cobr¨® una estocada entera, cortando el ¨²nico trofeo de la tarde.
El sexto fue el rey
Juan Bautista tore¨® con temple y buenas y suaves maneras, aunque no consigui¨® redondear ninguno de sus dos trasteos, que tampoco remat¨® lucidamente con la espada. Al tercero, flojo y que incluso hizo amagos de rajarse, lo mulete¨® con suavidad con ambas manos, pareciendo necesitar constantemente de los consejos e indicaciones de dos personas desde el callej¨®n. En el pa¨ªs de los ciegos, el sexto fue el rey, aunque muy poco alegre, pero por lo menos humill¨® y tuvo cierta nobleza. La faena del joven diestro franc¨¦s tuvo algunas series de buen toreo, especialmente con la diestra, con la que tore¨® templado y con buen gusto, aunque al final el trasteo, falto de medida, se diluyese un tanto, escuchando un aviso y luego palmas despu¨¦s de pinchazo, estocada y dos descabellos.
El pase¨ªllo se hizo sin m¨²sica y al final del mismo se guard¨® un minuto de silencio a la memoria del radiofonista y cr¨ªtico taurino Ricardo Romero, fallecido el pasado viernes.
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