Retorno al pasado como modelo
En la 'sociedad del conocimiento y la informaci¨®n'parecer¨ªa elemental que cualquier propuesta de cambio educativo viniera fundamentada sobre el an¨¢lisis de las demandas y transformaciones sociales, la evaluaci¨®n exhaustiva del sistema, un s¨®lido diagn¨®stico, una clara definici¨®n de objetivos y la justificaci¨®n de todas y cada una de las medidas que se propugnan. No creo ocioso recordar que las dos reformas educativas de alcance que se han realizado en el Estado Espa?ol desde los a?os sesenta, la LGE -a¨²n en vida del Dictador- y la LOGSE, vinieron precedidas de la publicaci¨®n de sendos libros blancos.
Quien pretenda encontrar algo similar en el Documento de Bases presentado sufrir¨¢ una enorme decepci¨®n. Es un texto de reducida extensi¨®n con dos partes diferenciadas: una primera que pretende justificar las modificaciones propuestas; el resto se limita, en lo fundamental, a la relaci¨®n de los cambios que piensan introducir.
La falta de perspectiva hist¨®rica del 'Documento de Bases' se acerca a la manipulaci¨®n m¨¢s burda y descarnada
Las deficiencias del sistema actual se recogen en un ¨²nico folio. Son tres las mencionadas: que m¨¢s del 25% del alumnado no obtiene el t¨ªtulo de ESO, las 'significativas carencias que en t¨¦rminos de conocimiento muestran nuestros alumnos' y 'el deterioro del clima de convivencia y esfuerzo en los centros y en las aulas'. En los tres casos, nada nos dicen de su evoluci¨®n en el tiempo, de sus posibles causas, de los sectores sociales afectados o de las experiencia positivas, que haberlas haylas, para extraer consecuencias de las mismas.
Esta falta de perspectiva hist¨®rica se acerca a la manipulaci¨®n m¨¢s descarnada si consideramos los cambios operados en pocos a?os en el Estado Espa?ol. El porcentaje de alumnado entre 14 y 18 a?os escolarizado ha pasado de un 50% en 1982 a un 95% en 2002. Los datos de ¨¦xito escolar son hoy mucho m¨¢s positivos que en tiempos recientes estrech¨¢ndose la diferencia con la Uni¨®n Europea.
Y, por dar un dato comparativo, en pruebas sobre las matem¨¢ticas realizadas por la OCDE en 1994, entre 41 pa¨ªses el Estado Espa?ol ocupaba el puesto 31. Ahora, seg¨²n el informe PISA 2000, ocupa el 23.
Como conclusi¨®n y por resumirlo en una frase, el an¨¢lisis de los problemas del sistema educativo es de una superficialidad alarmante. No es s¨®lo que no proporcione respuestas: es que rehuye formular las preguntas que podr¨ªan ayudarnos a ello.
Tampoco las l¨ªneas de fuerza en las que pretenden apoyar los cambios van m¨¢s all¨¢: 'la cultura del esfuerzo', 'la cultura de la evaluaci¨®n', 'los sistemas de oportunidades'. No dejan de ser lugares comunes si no se profundiza en lo que se oculta bajo esas f¨®rmulas. Y comienzan a ser preocupantes cuando se quieren utilizar para convertir el sistema escolar en una criba segregadora y selectiva, para concebir el quehacer educativo como un proceso de memorizaci¨®n de respuestas que sirvan para superar ex¨¢menes o presentar la exclusi¨®n del sistema como una f¨®rmula para incrementar la motivaci¨®n del excluido y ofrecerle 'una oportunidad de calidad'.
De la lectura del documento se obtiene la impresi¨®n de que el camino recorrido ha sido el inverso al que dictar¨ªa la l¨®gica: primero se han decidido los cambios y s¨®lo m¨¢s tarde se han buscado razones en las que apoyarse.
El resto del escrito se limita a una relaci¨®n de las medidas que piensan adoptar. En la gran mayor¨ªa de los casos no dan ninguna justificaci¨®n o ni tan siquiera las desarrollan. Hay por tanto que recurrir al an¨¢lisis del curr¨ªculo oculto de las mismas. Si las observamos en su conjunto, el resultado se parece bastante al sistema escolar de los a?os sesenta, el anterior incluso a la aprobaci¨®n de la LGE. Y es que esto es lo que late bajo la reforma educativa que defiende el PP: la nostalgia del pasado, la a?oranza de los 'buenos y viejos tiempos' en que reinaba el principio de autoridad, en los que no exist¨ªan las autonom¨ªas disgregadoras y Espa?a era una unidad de destino en lo universal, en los que 'el saber' y los 'rectos principios' pod¨ªan acotarse y enumerarse, en los que el profesor 'transmit¨ªa el conocimiento' a los elegidos, en los que dejar de estudiar para 'aprender un oficio' era el destino de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
No creo que las recetas del ayer sirvan para la sociedad actual. El pasado debe analizarse para poder superarlo. Los retos educativos de las sociedades actuales van por muy distintos derroteros. Que tras 6 a?os de Gobierno del PP, mientras el gasto p¨²blico en educaci¨®n ha pasado del 4,9% del PIB en 1993 al 4,5% en el 2001, la Ministra haya presentado un documento con un andamiaje conceptual tan endeble, tan falto de respuestas y preguntas elementales, tan volcado hacia un pasado que -as¨ª al menos lo esperamos- nunca volver¨¢, deber¨ªa ser suficiente para exigir su inmediata dimisi¨®n. El que esta demanda no se haya producido de forma masiva es un indicador de hasta qu¨¦ punto la nuestra es m¨¢s bien 'la cultura de la sumisi¨®n'. La reverencia al poder es de tal calibre que casi nadie se atreve a se?alar con el dedo y afirmar lo evidente: el rey est¨¢ desnudo.
No veo otra opci¨®n que exigir la retirada del proyecto de Ley y empezar otra vez de cero con una evaluaci¨®n rigurosa, plural y consensuada del sistema educativo. S¨®lo una evaluaci¨®n as¨ª permitir¨ªa detectar d¨®nde est¨¢n los problemas reales y poner las bases y medios materiales para solucionarlos.
Javier Lozano (STEE-EILAS).
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