Bases seguras
Las prisas y las preocupaciones de seguridad tras el 11 de septiembre han llevado a acelerar las negociaciones para la adaptaci¨®n del convenio de cooperaci¨®n para la defensa de Espa?a y Estados Unidos y a introducir medidas sin precedentes para la protecci¨®n de las unidades norteamericanas en este pa¨ªs. Sin revelar datos operativos comprensiblemente confidenciales, tales pasos sin precedentes merecen que los ministros de Exteriores y Defensa den en el Congreso explicaciones m¨¢s detalladas que las que ayer aport¨® Josep Piqu¨¦ tras el Consejo de Ministros que aprob¨® lo que es un Protocolo al Convenio de 1988.
EE UU quiere bases para defender sus intereses y los de sus aliados, si coinciden; y tras el 11-S y el ataque suicida en octubre de 2000 contra el USS Cole frente a las costas de Yemen, otorga una comprensible prioridad a la defensa de las instalaciones y sus unidades. Pero es la primera vez que Espa?a autoriza a EE UU la presencia en Rota de una unidad de protecci¨®n militar, a la vez que se impulsa, como pactaron Bush y Aznar antes del 11-S, la cooperaci¨®n de los servicios de inteligencia. Se autoriza a los servicios de investigaci¨®n criminal de EE UU a que act¨²en en Espa?a en conjunci¨®n con los cuerpos y fuerzas de seguridad. No obstante, ser¨¢ responsabilidad ¨²ltima espa?ola controlar las aguas en torno a los buques estadounidenses que atraquen en puertos espa?oles. De otro modo, el control de EE UU llegar¨ªa hasta los ba?istas en las playas espa?olas.
Juzgado desde el punto de vista de las aspiraciones iniciales del Gobierno, el Protocolo al Convenio, que el mi¨¦rcoles suscribir¨¢ en Madrid el secretario de Estado, Colin Powell, deja mucho que desear. El Gobierno descart¨® pronto algunas aspiraciones militares de obtener 'compensaciones', que hubieran resultado indignas entre aliados y recordado los tiempos del franquismo. S¨ª pens¨®, sin embargo, en obtener ventajas diplom¨¢ticas, como la entrada en el G-8, o en la idea, descabellada, de convertir a Espa?a en aliado privilegiado de EE UU, con una relaci¨®n especial como la que une a Washington y Londres, reflejada en el muy ¨ªntimo encuentro que est¨¢n celebrando George Bush y Tony Blair en el rancho tejano del presidente.
La Declaraci¨®n de Principios sobre cooperaci¨®n tecnol¨®gica que acompa?a a la actualizaci¨®n del convenio es un paso positivo que puede abrirle contratos a Espa?a, aunque las buenas intenciones habr¨¢n de traducirse en hechos concretos. Y el Gobierno no ha obtenido la regularizaci¨®n de los trabajadores espa?oles en las bases. Tan s¨®lo una promesa de posibles contratos para la reparaci¨®n de buques de la Sexta Flota en C¨¢diz.
Lo esencial es la base de Rota, cuya importancia ha crecido para la geoestrategia estadounidense con vistas a Oriente Pr¨®ximo y Asia Central, desde este extremo de lo que Estados Unidos ve como un pasillo mediterr¨¢neo. Espa?a ya hab¨ªa cedido en la ampliaci¨®n de la base cuando dej¨® que EE UU presentara al Comit¨¦ de Infraestructuras de la OTAN la petici¨®n de 16 aparcamientos para grandes aviones de transporte como los Galaxy, la ampliaci¨®n del puerto y la modernizaci¨®n de diversas instalaciones, aunque Washington prefiera sufragarlo todo para tener prioridad sobre las otras fuerzas de la Alianza Atl¨¢ntica, que podr¨¢n utilizar estas instalaciones en segunda instancia, s¨®lo si no las est¨¢ usando EE UU. Washington tiene que invertir unos 200 millones de euros, y por ello es l¨®gico que haya pedido una ampliaci¨®n del convenio hasta 2010, en vez de su renovaci¨®n autom¨¢tica a?o a a?o como viene ocurriendo desde 1997. El cambio de circunstancias mundiales hubiera aconsejado negociar un convenio nuevo en lugar de un simple protocolo al que se firm¨® en 1988, antes de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, cuando a¨²n exist¨ªa el Pacto de Varsovia.
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