El Madrid gana con una pierna
Sencilla victoria del l¨ªder ante el Rayo en un partido que no supuso ning¨²n desgaste para el equipo de Del Bosque
En este momento de m¨¢xima ansiedad, el Madrid se encontr¨® con el m¨¢s sencillo de los partidos. Nada le distrajo del desaf¨ªo que se le viene encima. O sea, el Bayern, la Copa de Europa y todo eso. Venci¨® al Rayo con comodidad y f¨²tbol racheado, con la gente administrando las energ¨ªas.
REAL MADRID 3| RAYO VALLECANO 1
Real Madrid: C¨¦sar; M¨ªchel Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; McManaman, Makelele, Zidane (Figo, m. 76), Solari; Ra¨²l (Flavio Concei?ao, m. 82) y Morientes (Guti, m. 71). Rayo Vallecano: Imanol Etxeberria; Ferr¨®n (Cota, m. 87), De Quintana, Hern¨¢ndez, Graff; Pablo Sanz (Glaucio, m. 79), Quevedo; Perag¨®n (Bolo, m. 64), Vivar Dorado, M¨ªchel; y Bolic. Goles: 1-0. M.10. Disparo de Roberto Carlos que, desviado por De Quintana, golpea en el poste y, posteriormente, en la espalda de Etxeberria. 2-0. M.39. Morientes se planta ante Etxebarria tras un pase de Ra¨²l, dribla al portero y marca. 3-0. M. 79. Figo, de penalti. 3-1. M.87. Cabezazo de Hern¨¢ndez a la salida de un c¨®rner. ?rbitro: Losantos Omar. Amonest¨® a Graff, Roberto Carlos y Makelele. 55.000 espectadores en el Santiago Bernab¨¦u. 31
T¨ªpico partido de entreguerras que no dice mucho sobre el estado actual del Madrid. No fue exigido casi nunca por el Rayo, que jug¨® bastante bien en el medio campo y se olvid¨® de las dos ¨¢reas. En la suya pas¨® problemas en cada uno de los ataques del Madrid. Por la otra apenas apareci¨®. De su gol s¨®lo puede decirse que fue uno de los muchos que le marcan al Madrid en un saque de falta o en un c¨®rner. Hern¨¢ndez cabece¨® sin oposici¨®n y dej¨® en el ambiente el miedo a los potent¨ªsimos chicos del Bayern, gente que cabecea lo que le tiren, un bal¨®n o un saco de piedras.
Para evitarse m¨¢s complicaciones, el Madrid marc¨® muy pronto, gol a tres bandas protagonizado por Roberto Carlos, De Quintana, el palo y Etxeberr¨ªa. Por la izquierda entr¨® Roberto Carlos a todo trapo, con el remate en la cabeza desde que se inici¨® la jugada. Le peg¨® muy duro y abajo, pero por si acaso le ayudaron todas las circunstancias: De Quintana desvi¨® la pelota, que golpe¨® al palo y rebot¨® en la pierna de Etxeberr¨ªa, acostado y deprimido. Fue una de las habituales incursiones de Roberto Carlos, que se olvid¨® durante casi todo el partido de las labores defensivas. Estuvo distra¨ªdo frente a Perag¨®n, muy activo en el primer tiempo. Futbolista diminuto, Perag¨®n es una versi¨®n contempor¨¢nea de Felines y Potele, dos cl¨¢sicos del Rayo. Su actividad por la derecha no tuvo mayor trascendencia porque Bolic fue perfectamente controlado por Hierro y Helguera, que se retras¨® al centro de la defensa y estuvo impecable.
Al aseado trabajo del Rayo en el medio campo respondi¨® el Madrid con lo mismo, pero con m¨¢s p¨®lvora. Es en esas cuestiones donde la calidad de los jugadores marca diferencias. Y el Madrid tiene a Ra¨²l y a Zidane, por ejemplo. Tambi¨¦n tiene a Morientes, delantero curioso porque marca una alta cantidad de goles pero desaprovecha una barbaridad de oportunidades. Anda peleado con la porter¨ªa y est¨¢ medio atormentado. La hinchada observ¨® atentamente su reacci¨®n tras el segundo gol, un tanto exquisito, muy bien fabricado por todo el equipo y especialmente por Zidane y Ra¨²l. Desde atr¨¢s lleg¨® Morientes para resolver con elegancia: se pas¨® la pelota de la derecha a la izquierda y super¨® la salida de Etxeberr¨ªa. Lejos de alegrarse, Morientes dio se?ales de enfado. Rechaz¨® el abrazo de Roberto Carlos y regres¨® a su campo con cara de cuerno.
Del Bosque present¨® un dibujo interesante, probablemente el m¨¢s apropiado para el equipo o, por lo menos, para su simetr¨ªa. Makelele ofici¨® de medio centro, McManaman jug¨® en la banda derecha, Solari en la izquierda y Zidane por delante, en el medio y no inclinado hacia la izquierda. Es cierto que Solari acud¨ªa repetidamente en ayuda de Makelele, pero el rombo estaba all¨ª y el Madrid sufri¨® muy poco. Entre todos destac¨® Zidane, aunque sin alardes. Hizo cosas estupendas y pareci¨® bastante liberado. Por supuesto, su despliegue defensivo fue m¨ªnimo, pero el partido no requer¨ªa ese esfuerzo.
A Zidane le falt¨® un punto de intensidad, y eso le cost¨® algunas p¨¦rdidas o errores en los pases. Pero siempre marc¨® la diferencia, sin nadie en el Rayo capaz de detenerle. Zidane encontr¨® la ayuda de Ra¨²l en varias acciones. Para eso de asociarse y ver la jugada con un a?o de anticipaci¨®n, Ra¨²l no tiene rival en el equipo. Ni tan siquiera le hizo falta jugar un buen partido. Simplemente dijo c¨®mo deb¨ªan hacerse las cosas en tres o cuatro momentos que le definen como el sensacional futbolista que es.
El Rayo se encontr¨® con un muro excesivo tras recibir el segundo gol. No estaba preparado para una haza?a. Hizo un f¨²tbol decente, dej¨® constancia de que cualquier equipo espa?ol es capaz de manejar la pelota con cierta categor¨ªa y se fue del Bernab¨¦u con una derrota que pudo ser mayor. Le falt¨® vigor y mala uva. A la vista de su delicada situaci¨®n pod¨ªa esperarse un equipo con algo m¨¢s de fanatismo, pero se hizo el acad¨¦mico y perdi¨®. Si el Madrid no marc¨® m¨¢s goles fue porque a Morientes le sali¨® el Hyde que lleva dentro. Despu¨¦s de marcar el primer tanto, pudo anotar el tercero, o as¨ª lo iba a celebrar todo el mundo. Morientes se escap¨®, regate¨® al portero, se qued¨® de frente a la porter¨ªa sin ning¨²n obst¨¢culo por medio y remat¨® contra el palo. Son esas cosas que le ocurren. El p¨²blico entendi¨® su problema y le despidi¨® con aplausos, los mismos que se dedicaron al regreso de Figo, inactivo durante el ¨²ltimo mes y medio. Jug¨® en la posici¨®n de Zidane y no dio s¨ªntomas de flojera f¨ªsica, noticia estupenda para un equipo que ahora comienza el Tourmalet de la temporada.
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