Un tridente desafilado
Aparentemente, la depresi¨®n en el juego del Barcelona no tiene arreglo ni tridente mediante. Tampoco los problemas defensivos del Athletic. Rexach ech¨® ayer mano de Rivaldo, Overmars y Saviola, tres que ya se hab¨ªan acostumbrado a no verse de cerca m¨¢s que en los entrenamientos. El peque?o golpe de audacia del t¨¦cnico cul¨¦ no sorprendi¨® ni siquiera a la balbuceante zaga del Athletic, una l¨ªnea de cuatro que no dej¨® de recordarse a grito pelado qui¨¦n deb¨ªa cubrir a qui¨¦n, como si temieran que entre tanto traj¨ªn Saviola, por ejemplo, se quedase solo. As¨ª ocurri¨® cuando el argentino remat¨® sin oposici¨®n para estrenar el marcador. Saviola, el m¨¢s peque?o sobre el c¨¦sped, marc¨® de cabeza. El gol sirvi¨® para recordar al Bar?a que el Athletic viv¨ªa a un paso de desmoronarse como ante el Celta o el Villarreal.
El Athletic ha propiciado muchos casos similares en los ¨²ltimos tiempos, retrato de una zaga tan cambiante como el tiempo, demasiado estropeada por las lesiones o por las innovaciones de Heynckes. Pero los catalanes no estaban para demasiadas lecturas.
Por lo dem¨¢s, el cacareado tridente se mov¨ªa sin punta, o s¨®lo con la punta de velocidad de Overmars, muy r¨¢cano en sus carreras. De Rivaldo, lento y m¨¢s bien est¨¢tico, se ocupaba Alkiza, el pulm¨®n del Athletic, su jugador m¨¢s destructivo y tenaz. Parec¨ªa demasiado para el brasile?o. Salvo el despiste a bal¨®n parado que permiti¨® a Saviola marcar, la defensa local aparent¨® aplomo, lo que dice bien poco de las virtudes ofensivas del Barcelona m¨¢s difuso que recuerda San Mam¨¦s. Entre tanto traj¨ªn, entre tanto miedo a lo desconocido, se le olvid¨® apreciar que el tridente s¨®lo era un gui?o de Rexach, un adorno de lujo para un equipo en ruinas que ayer sobrevivi¨® gracias al olfato de Saviola.
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