Una presidencia poco lucida
La presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, que se desarrolla a lo largo del este primer semestre, ser¨¢ recordada probablemente como una de las m¨¢s tristes de la UE, no por responsabilidad directa del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, sino porque ha coincidido con la peor crisis de Oriente Pr¨®ximo en los ¨²ltimos 20 a?os. Y porque la imagen que ha ofrecido la Uni¨®n Europea, y su presidencia de turno, no ha podido ser m¨¢s in¨²til y descorazonadora de cara a las opiniones p¨²blicas de los Quince.
Todos los intentos de presionar a Israel o a Estados Unidos resultaron infructuosos, y Europa qued¨® a expensas del c¨®mo y cu¨¢ndo decidiera actuar Washington, de forma unilateral. En su importante discurso del pasado jueves, el presidente norteamericano, George Bush, no se molest¨® siquiera en alabar la labor de sus aliados europeos.
El laborista Simon Peres se sinti¨® obligado a presentar disculpas por la forma grosera en la que Sharon trat¨® al presidente de la UE y del Gobierno espa?ol
La presidencia de la Uni¨®n, que en alg¨²n momento fue contemplada por Aznar como una ocasi¨®n para mejorar su imagen en Europa y aumentar su proyecci¨®n internacional, se convirti¨® en los ¨²ltimos d¨ªas en una pesada piedra atada al cuello. La primera crisis internacional a la que tuvo que hacer frente no ayud¨® a aumentar su cotizaci¨®n internacional, permiti¨® a la oposici¨®n resaltar su falta de iniciativas y lastim¨® a su ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦, agotado en una largu¨ªsima sucesi¨®n de contactos internacionales sin fruto.
La imagen que han ofrecido los dos pol¨ªticos espa?oles, aunque Aznar intentara reducir su papel al m¨ªnimo posible, ha sido la de agobio personal, un mensaje tan poco n¨ªtido que a veces se hizo casi incomprensible y una especie de congelaci¨®n dif¨ªcilmente ocultable.
La destrucci¨®n total de las infraestructuras pagadas por la UE en los territorios ocupados sin que la Uni¨®n haya sido capaz de proponer medidas de retorsi¨®n contra el Gobierno de Tel Aviv o por lo menos de exigir el pago de los destrozos causados, y sobre todo su incapacidad para poner sobre la mesa la suspensi¨®n del acuerdo de asociaci¨®n con Israel, aunque est¨¦ previsto de forma clara en su propio articulado, dieron una imagen pusil¨¢nime de la Uni¨®n Europea.
Aznar y el Gobierno espa?ol no son los ¨²nicos responsables de esta actitud, puesto que la comparten con los otros catorce socios, pero la oposici¨®n le reprocha que no haya sido capaz de proponer iniciativas o de promover una imagen europea con un m¨ªnimo de personalidad o fuerza. Durante toda la crisis, Aznar se sigui¨® presentando como uno de los dirigentes europeos m¨¢s pr¨®ximo a las tesis internacionales de EE UU. Todav¨ªa el pasado jueves el presidente del Gobierno afirm¨® en una conferencia de prensa que hab¨ªa mantenido una conversaci¨®n 'plenamente satisfactoria' con Bush sobre el tema de Oriente Pr¨®ximo.
Avergonzada disculpa
Sin embargo, la cercan¨ªa y colaboraci¨®n de Aznar con la Administraci¨®n norteamericana no le sirvieron ni tan siquiera para convencer al presidente de Estados Unidos para que le autorizara a hablar con Yasir Arafat. Y tuvo que soportar la situaci¨®n, bastante humillante para ser el representante de la UE, de rogar, sin ¨¦xito, a Ariel Sharon que le permitieran hablar por tel¨¦fono con la Alta Autoridad palestina, una personalidad internacionalmente reconocida, sin que los servicios israel¨ªes le cortaran una y otra vez, chulescamente, la conexi¨®n v¨ªa sat¨¦lite.
Frente a las reiteradas peticiones del presidente del Gobierno espa?ol, s¨®lo se ha escuchado la cansina y displicente negativa del primer ministro israel¨ª, capaz de mostrarse hasta grosero y aburrido por las repetidas llamadas de Aznar. La situaci¨®n lleg¨® al extremo de que el ministro de Asuntos Exteriores, el laborista Simon Peres, se sinti¨® obligado, aun sin corresponderle, a presentar una avergonzada disculpa: 'Quede claro que tratamos as¨ª a Arafat, no al presidente del Gobierno espa?ol, se?or Aznar'.
'Le ha tocado a ¨¦l, no como presidente del Gobierno espa?ol, sino de la UE; simplemente le ha tocado dar la cara', admite un asesor de Moncloa. Pero el sofoco personal, la obligaci¨®n de tragarse la ira que sin duda le tuvo que producir el ninguneo de Sharon, no le ha pasado a Jacques Chirac o a Gerhard Schroder, sino a Aznar. Sus asesores niegan que se trate de una posici¨®n humillante, pero s¨ª admiten que ha sido 'frustrante'. '?ste amenaza con ser el peor fin de semestre europeo que pod¨ªamos haber imaginado. Esperemos que todav¨ªa d¨¦ tiempo a arreglarlo'. Por ahora, admiten, la presidencia est¨¢ siendo, desde el punto de vista pol¨ªtico, 'poco lucida'.
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