La voz de su amo
La pasi¨®n de los pol¨ªticos por las televisiones y radios p¨²blicas entra dentro de lo patol¨®gico. Es una compulsi¨®n que no distingue colores ni grados. Hay en Espa?a casi tantas televisiones locales como municipios; aunque, m¨¢s que p¨²blicas, se las podr¨ªa llamar televisiones de alcalde. Esta pasi¨®n deber¨ªa ser tratada como una desviaci¨®n incurable de la conducta pol¨ªtica. Es como la conducta de los lud¨®patas. Por mucho que un pol¨ªtico en ejercicio del poder afirme y firme en alg¨²n momento que controlar¨¢ su impulso compulsivo a mandar en las televisiones p¨²blicas, siempre llega el momento en que sucumbe a la tentaci¨®n. Acaba pensando, como Oscar Wilde, que la ¨²nica manera de vencerla es sucumbiendo a ella. Por eso, recordarle a Artur Mas el compromiso parlamentario del Gobierno de CiU de consensuar el nombramiento del responsable de la Corporaci¨®n Catalana de Radio y Televisi¨®n es como recordarle a un lud¨®pata su compromiso de no hacerlo.
Que es una compulsi¨®n patol¨®gica compartida por unos y otros lo muestra el debate en el Parlament del pasado jueves. Gobierno y oposici¨®n parec¨ªan encerrados con un solo juguete, discutiendo qui¨¦n se queda con ¨¦l o c¨®mo usarlo de forma compartida. Nadie se plante¨® qu¨¦ sentido tiene una televisi¨®n p¨²blica o, dado que existe, c¨®mo financiarla y controlarla. Y ¨¦sa es realmente la cuesti¨®n de fondo. Porque, vamos a ver, ?por qu¨¦ tiene que haber televisiones y radios p¨²blicas? Si despu¨¦s del franquismo ning¨²n pol¨ªtico se atreve a defender peri¨®dicos p¨²blicos, ?por qu¨¦, sin embargo, todos se parten los cuernos por tener radios y televisiones p¨²blicas financiadas con el dinero de todos? A esta pregunta, algunos responden que son necesarias para mantener el pluralismo pol¨ªtico y social, para fomentar programas de calidad o dirigidos a determinados grupos sociales sensibles, o para preservar ciertos rasgos culturales de una sociedad, como la lengua.
El argumento de la pluralidad pol¨ªtica es un deseo p¨ªo, pero no se sostiene en los hechos. Desde el punto de vista de la independencia pol¨ªtica, la ¨²nica televisi¨®n p¨²blica buena es la que no existe. F¨ªjense en que las p¨²blicas son las que tienen menor credibilidad en el terreno de la informaci¨®n y el debate pol¨ªtico interno. Hasta los mismos candidatos, cuando llegan las elecciones, prefieren debatir en las privadas. No hay vuelta de hoja. Encuentro admirable el esfuerzo de los profesionales de los medios p¨²blicos para preservar su independencia informativa. Pero es un empe?o abocado a la melancol¨ªa. Los medios p¨²blicos siempre ser¨¢n la voz de su amo. Aqu¨ª y fuera, con este o cualquier otro gobierno, acaban siendo la voz del poder pol¨ªtico de turno. M¨¢s que televisiones p¨²blicas, son gubernamentales. Naturalmente que en esto, como en todo, hay grados. Aqu¨ª no llegamos a la situaci¨®n italiana, con Berlusconi mandando en las p¨²blicas y las privadas. Otra cosa es por qu¨¦ nuestros pol¨ªticos act¨²an de esta forma. Ocurre desde la aparici¨®n del tel¨¦grafo, en la segunda mitad del siglo XIX. M¨¢s que como un instrumento extraordinario de comunicaci¨®n entre las gentes y de progreso econ¨®mico, fue visto como un instrumento de control pol¨ªtico. Por eso se protegi¨® con el concepto de servicio p¨²blico esencial y se reserv¨® como monopolio para el poder pol¨ªtico. El franquismo hizo lo mismo con la televisi¨®n. Y as¨ª, con pocas variaciones, hasta hoy.
Pero siempre nos queda el consuelo de pensar que la televisi¨®n p¨²blica es un medio para programar ciertos contenidos de calidad y de inter¨¦s p¨²blico, o dirigidos a colectivos sensibles (como los ni?os, las personas mayores, discapacitados u otros), o para desarrollar una labor cultural y educativa que las privadas pueden no tener inter¨¦s en desarrollar por tener que cuidar su cuenta de explotaci¨®n. Pero, si hay contenidos que conviene que los poderes p¨²blicos protejan y fomenten, que los hay, eso se puede hacer sin la necesidad de seguir financiando esos pozos sin fondo que son las televisiones p¨²blicas en su modelo actual. Basta con hacer lo que se hace con los colegios privados concertados, que si est¨¢n dispuestos a desarrollar ciertas funciones de servicio p¨²blico, se les financia para que lo hagan. O lo que hace el Gobierno ingl¨¦s, que primero establece qu¨¦ programas son de servicio p¨²blico y despu¨¦s financia el coste de esos contenidos a las televisiones privadas que est¨¦n dispuestas a programarlos. Y controla -mediante un organismo p¨²blico independiente- que esos contenidos pagados con el dinero de todos se cumplan. ?Por qu¨¦ no somos en esto pioneros en Espa?a y lo hacemos de esta forma? Dado que p¨²blicas haberlas haylas, y las continuar¨¢ habiendo, ?por qu¨¦ no establecemos primero que contenidos son realmente de servicio p¨²blico, los financiamos y controlamos, y que los dem¨¢s se busquen la vida, como tienen que hacer las privadas?
Por ¨²ltimo, estoy de acuerdo con el argumento de que la televisi¨®n p¨²blica puede ser un instrumento para fomentar la cultura. Por las noches o los fines de semana, despu¨¦s de minutos pasando de un mal programa a otro peor, acabo cogiendo un libro. ?Qu¨¦ mayor favor podr¨ªa hacer la televisi¨®n p¨²blica a la cultura que estimular la lectura?
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.