Toreros en el extranjero
Est¨¢ visto que la fiesta de los toros se contagia de todas las modas. Al igual que muchos j¨®venes estudiantes deciden pasar un curso en el extranjero, algunos toreros siguen la t¨®nica, toman el avi¨®n y se pierden unos meses m¨¢s all¨¢ del charco para probar fortuna. Claro que no se van por gusto, ni por indicaci¨®n de sus padres ni a estudiar idiomas. Se van ante la falta de contratos.
Antonio Punta no tore¨® el pasado a?o en Espa?a. Se march¨® a Venezuela y all¨ª termin¨® a la cabeza del escalaf¨®n. Barrera tambi¨¦n cogi¨® las maletas y se plant¨® en M¨¦xico, y cuentan y no paran de todo lo bueno que ha protagonizado en la tierra de Pancho Villa. El Cid prefiri¨® quedarse y seguir los estudios en la escuela espa?ola. Tampoco viaj¨® el ganadero que, se supone, guard¨® la vi?a de la bravura y casta de sus toros, lo que es mucho suponer.
Ortega / Punta, Barrera, El Cid
Toros de Gerardo Ortega (primero, quinto y un sobrero, devueltos por inv¨¢lidos), muy bien presentados y astifinos, muy blandos y descastados; muy noble el cuarto y codicioso el sexto. Antonio M. Punta: cuatro pinchazos y cuatro descabellos (silencio); pinchazo y estocada (vuelta). Antonio Barrera: casi entera (ovaci¨®n); estocada baja (ovaci¨®n). El Cid: pinchazo y media desprendida (palmas); tres pinchazos y estocada (ovaci¨®n). Plaza de la Maestranza, 8 de abril. 5? corrida de abono. Media entrada.
Termin¨® el curso y los viajeros volvieron. Idioma habr¨¢n aprendido, aunque ayer no qued¨® constancia de ello ni ten¨ªa por qu¨¦ quedar. Oficio, s¨ª, porque no han perdido el contacto con los libros, y eso se nota. Pero despu¨¦s de todo un curso fuera -no se sabe si con una familia o en un colegio mayor- ten¨ªan la suerte de someterse a una dura rev¨¢lida en Sevilla que, si la aprueban, les permitir¨¢ quedarse en casa.
La verdad es que el examen tuvo su miga: los toros de Ortega s¨®lo tuvieron fachada y unos pitones muy astifinos, pero por sus venas corr¨ªa agua del grifo. Hasta tres toros fueron devueltos por inv¨¢lidos, y alguno m¨¢s pod¨ªa haber seguido el mismo camino. Es decir, una faena para quien va a por todas. Aunque lo de a por todas es seg¨²n y c¨®mo se mire.
Punta, por ejemplo, viene como triunfador en Venezuela y parece decir que no torea m¨¢s que los toros buenos. Por eso, quiz¨¢, lleva once a?os sin conocer el triunfo. Es un torero fino y elegante, con una concepci¨®n artista del toreo, pero fr¨ªo y conformista. A su primero, que era ¨¢spero y de complicada embestida, lo tore¨® de capote con enorme indecisi¨®n y pocas ideas. El toro quer¨ªa guerra, pero el torero no estaba para mucha pelea. Con esa disposici¨®n quiz¨¢ pueda volver a Venezuela. El otro era blando, pero muy noble y mejor¨® a lo largo de la lidia. Como Punta sabe torear bien, brind¨® a la concurrencia derechazos largos y templados y algunos naturales hondos, pero no consigui¨® la calidad que el toro, mejor que ¨¦l, merec¨ªa.
Barrera, el otro estudiante, lo tuvo m¨¢s dif¨ªcil porque su lote fue el m¨¢s inv¨¢lido y descastado. Se nota que tiene valor y que lo ha acrecentado durante el curso mexicano. Lo de torear es otro cantar. Con el capote es un negado, y un jabato con la muleta. Pisa terrenos muy comprometidos, se coloca muy cerca de los pitones, y se justific¨® sobradamente.
Y al estudiante nacional habr¨ªa que castigarlo con entrar a matar en el carro de entrenamiento miles y miles de veces. Tore¨® muy bien a la ver¨®nica en sus dos toros, nada pudo hacer ante su descastado primero, y se luci¨® por ambas manos con el codicioso sexto, pero sin que llegara a cincelar una verdadera obra de arte. Todo lo ech¨® por tierra con la espada.
Por cierto, ?y d¨®nde mandamos el a?o que viene al ganadero? Pues que se vaya tambi¨¦n al extranjero...
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