Muere Joaqu¨ªn Vidal, gran renovador de la cr¨ªtica taurina y escritor deslumbrante
Creador de un gran espa?ol, fue un feroz defensor de la integridad de la fiesta
La Maestranza guard¨® ayer un minuto de silencio en memoria de Joaqu¨ªn Vidal. El maestro que dignific¨® la cr¨®nica taurina y la convirti¨® en una de las bellas artes hab¨ªa ca¨ªdo enfermo el pasado mes de octubre. Los m¨¦dicos le descubrieron un c¨¢ncer. Desde entonces no cesaron de llegar llamadas de sus lectores a la redacci¨®n de EL PA?S interes¨¢ndose por su salud y a?orando los art¨ªculos que escribi¨® generosamente desde el 4 de mayo de 1976, d¨ªa de salida del diario a la calle, con la cr¨®nica (inserta en la secci¨®n de Deportes) de una novillada en Las Ventas titulada S¨¢nchez Puerto, todo un torero.
Vidal muri¨® ayer a las 8.30 en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz, de Madrid, en la que ingres¨® reiteradas veces en los ¨²ltimos meses. Su cuerpo fue llevado al tanatorio de la M-30, donde hoy habr¨¢ una misa a las 8.15. Despu¨¦s ser¨¢ enterrado en la Almudena.
Todo lo hac¨ªa siguiendo las tres reglas b¨¢sicas del toreo puro: parar, templar y mandar
Su brillante carrera period¨ªstica empez¨® en Hierro, de Bilbao. Luego fue colaborador de La Codorniz durante nueve a?os. "Aquel era un humor fet¨¦n", contaba el creador de la secci¨®n taurina Las vacas enviudan a las cinco: "Un humor muy distinto al de los caricatos de ahora: lo vulgar, lo chabacano, lo pornogr¨¢fico, lo escatol¨®gico y los lugares comunes, todo eso estaba prohibido por una ley no escrita". Y ¨¦sa fue una de las m¨¢ximas de su labor: no caer nunca en la vulgaridad ni en el topicazo.
En aquellos a?os sesenta Vidal cumpli¨® el protocolo del pluriempleo: compaginaba La Codorniz con su puesto de funcionario en el Instituto Social de la Marina, las cr¨®nicas taurinas en Pueblo (con Naval¨®n) y las colaboraciones en Radio Madrid y TVE. Despu¨¦s fue informador y cr¨ªtico taurino de Informaciones. De ah¨ª, a EL PA?S, donde vivi¨® 26 a?os de infatigable peregrinaje por las ferias.
Empezaba el a?o en Valdemorillo y, hasta la Feria de Oto?o, pasaba por Valencia, Sevilla, San Isidro, San Ferm¨ªn, Bilbao, San Sebasti¨¢n, Guadalajara, Arganda del Rey y San Sebasti¨¢n de los Reyes, pero encontraba tiempo para algunas actividades complementarias: sus jugosas entrevistas a escritores, la cr¨®nica anual desde el Sal¨®n de la Loter¨ªa Nacional (que hizo incluso este ¨²ltimo a?o), el coleccionable de la Tauromaquia, su art¨ªculo semanal en la secci¨®n de Madrid y sus colaboraciones en la SER.
El pintor Eduardo Arroyo, gran aficionado a la fiesta, lament¨® profundamente la p¨¦rdida de Vidal, "seguramente la pluma m¨¢s brillante en el mundo de los toros". Destac¨® su independencia, su gran cultura, su ingenio -"su sentido del humor era prodigioso", dijo-, y record¨® c¨®mo cubri¨® una conferencia suya en el Museo del Prado. "Fue sorprendente, convirti¨® un acto sobre cuestiones art¨ªsticas en una apasionante cr¨®nica taurina, al estilo de las suyas".
Todo lo hac¨ªa con un entusiasmo, una puntualidad y una profesionalidad ejemplares. Durante sus viajes procuraba comer bien y alejarse todo lo posible de los hoteles taurinos. En una reciente entrevista concedida a la revista www.talavera-toros.org lo explicaba con su sorna habitual: "Hospedarse donde est¨¢n los toreros, los ganaderos, los empresarios, los apoderados, los mozos de espadas, los ayudas de los mozos de espadas, los partidarios de las figuras, los aficionados de hotel, los aduladores, los gorrones y los trincones es una lata. Los taurinos han experimentado un enorme cambio. Aquellos taurinos que conoc¨ª en mis primeros a?os de informador y cronista, con quienes depart¨ª muchas horas hablando de toros, la mayor¨ªa de ellos imaginativos, ocurrentes, que conoc¨ªan la fiesta y la amaban de veras, tambi¨¦n han desaparecido. Los taurinos actuales son, sinceramente, bastante ineptos y aburridos. O sea, como los pegapases, pero en taurino".
Muchos de ellos, acostumbrados al ¨¦xito f¨¢cil, el toro inv¨¢lido y las cr¨ªticas halagadoras, no perdonaron su rectitud. Pero Vidal se crec¨ªa con el castigo. Contra la presi¨®n, m¨¢s casta y m¨¢s calidad; contra los insultos, m¨¢s rigor y m¨¢s iron¨ªa.
En su ¨²ltimo art¨ªculo, publicado el 19 de marzo en la secci¨®n de Madrid y titulado Temporada (su ¨²ltima cr¨®nica, del 22 de octubre, se titulaba Un animado final), demostr¨® que le resbalaban las cornadas: "Sabe un servidor que le llamar¨¢n derrotista y enemigo de la fiesta. En esta cuesti¨®n (y en otras, no se crea) tiene amplia experiencia. Tambi¨¦n dir¨¢n, por lo mismo, que no sabe escribir de toros. Sin embargo, tampoco conviene ser tan radical. Algunas veces s¨ª sabe (m¨¢s o menos). Dicho sea sin ¨¢nimo de ofender y mejorando lo presente".
As¨ª fue haci¨¦ndose un hueco en el coraz¨®n de los lectores, a base de lenguaje, elegancia, humor y un dominio prodigioso del idioma. Mucha gente compraba s¨®lo el peri¨®dico por leerle y otros muchos buscaban con avidez su p¨¢gina empap¨¢ndosela antes que nada. Decenas de ellos mandaron ayer telegramas de condolencia y mensajes electr¨®nicos al foro de elpais.es lamentando la desaparici¨®n del escritor torero.
Su diagn¨®stico del estado de la fiesta era radicalmente negativo. No por nostalgia, sino por una defensa feroz de la integridad del espect¨¢culo. Por eso daba le?a a los isidros, los figurones que torean con el pico de la muleta y a base de derechazos, los subalternos que dan consignas absurdas desde el burladero ("toca, toca"), los empresarios golfos, los picadores que tapan la salida y hacen la carioca, los ganaderos que cr¨ªan toritos que ca¨ªan yertos en el ruedo.
Lo cierto es que Vidal disfrutaba como un ni?o hablando y escribiendo de toros, sobre todo si eran buenos (lo cual suced¨ªa poco). Tambi¨¦n le gustaba el caf¨¦ solo fr¨ªo, el Ducados, el Atleti de Madrid, las mujeres, los amigos y la noche. Afrontaba la vida siguiendo las reglas b¨¢sicas del toreo puro: parar, templar y mandar, cargando la suerte. Con una faena de arte a un toro con peligro y trap¨ªo se emocionaba hasta las l¨¢grimas.
Escrib¨ªa las cr¨®nicas de Las Ventas en condiciones lamentables, metido en el chisc¨®n de un garaje cercano, con poca luz y menos tiempo, entre coches y humos. Dec¨ªa "gajes del oficio", mandaba la ficha y luego un texto impecable y un pie de foto editorializante.Sol¨ªa recordar una faena de Antonio Bienvenida en San Sebasti¨¢n de los Reyes, a?os sesenta, como la mejor que hab¨ªa visto. Saboreaba el toreo cl¨¢sico, hondo y breve ("la faena ideal no puede durar m¨¢s de cuatro minutos"), de inspiraci¨®n, pellizco y poder. En su coraz¨®n estaban Curro Romero y Rafael de Paula, a quienes dedic¨® memorables cr¨®nicas (a favor y en contra). Tuvo debilidad por los novilleros y los toreros modestos, como El Fundi, V¨ªctor Puerto o Domingo Valderrama.
Tambi¨¦n por las dotes lidiadoras de Luis Francisco Espl¨¢, que ayer dijo: "Joaqu¨ªn tuvo la virtud de interesar a los intelectuales por el mundo del toro. Mucha gente a la que no le gustaban como espect¨¢culo le¨ªa sus cr¨®nicas. ?l cre¨® esa complicidad de la que estaba hu¨¦rfana el toreo. Aunque s¨®lo coincid¨ª con don Joaqu¨ªn un par de veces, me sent¨ªa identificado con ¨¦l por su escepticismo y recelo hacia el taurino profesional. Su sorna castiza me recordaba a Ram¨®n G¨®mez de la Serna, incluso escribiendo. Esa pluma voraz captaba y resum¨ªa cualquier situaci¨®n en un par de renglones. Me re¨ª mucho con sus cr¨®nicas en las que, sin faltar nunca el respeto a los toreros, era capaz de convertir en jocoso lo que no ten¨ªa remedio. A?oraremos mucho su pluma, porque no aburr¨ªa nunca", informa Daniel Gil.
Hab¨ªa heredado la afici¨®n de su padre, que se vino a Madrid cuando ¨¦l ten¨ªa cuatro a?os. "Me empez¨® a llevar a la plaza y me aficion¨¦ enseguida", contaba. "Siempre he sido un elemento extra?o y, cuando hac¨ªa novillos, en vez de irme al Retiro a ligar me iba a la biblioteca a leer el Coss¨ªo. Hace falta ser gilipollas".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.