Una novela seria
Yo, que encuentro incomprensible la fiesta de los toros, porque incomprensible me parece la reuni¨®n con un hombre y un toro para ver destrozar alegremente al toro (y puede que al hombre tambi¨¦n), y me parece incomprensible sobre todo que semejante espect¨¢culo no les resulte incomprensible a sus partidarios, yo he buscado y he le¨ªdo siempre las cr¨®nicas de Joaqu¨ªn Vidal, que, hablando del destrozo p¨²blico y ferial del toro, hablaba tambi¨¦n de otra cosa, y, quiz¨¢ por eso, creo que ha sido el ¨²nico cronista taurino citado y reproducido como autoridad amiga, una y otra vez, en las revistas de las sociedades proanimales y antitaurinas.
Joaqu¨ªn Vidal es un narrador espl¨¦ndido: contaba la corrida, el ambiente de la plaza, el ¨¢nimo del toreador, el ¨¢nimo del toro, la irrupci¨®n de alg¨²n espectador fant¨¢stico, y el ruedo se llenaba de personajes, ruedo-escenario donde uno adivinaba desde la catadura del toro a la del presidente y el monosabio, pasando por el p¨²blico, monstruo de miles de cabezas. Joaqu¨ªn Vidal transmit¨ªa entusiasmo o indignaci¨®n, y, sobre todo, una cierta manera de estar en la vida. 'La fiesta no puede ser pasto de los que chillan y hasta insultan', dijo una vez. Hablaba de toros, pero, en realidad, hablaba del valor, es decir, del miedo dominado, y del oficio y el arte, la tradici¨®n y la genialidad, la inspiraci¨®n y el estilo. Escrib¨ªa contra el sensacionalismo, esa variante del sentimentalismo, que en los toros se llama tremendismo.
Escrib¨ªa de un mundo que se pierde. Ve¨ªa la fiesta ro¨ªda por empresarios para degeneraci¨®n del toro y el arte de torear. Los grandes universos narrativos suelen ser rom¨¢nticos: tratan de la irrefrenable ca¨ªda de un mundo que conoci¨® el esplendor. Joaqu¨ªn Vidal era el narrador de un mundo heroico que se metamorfoseaba en infernal corrida para turistas, producci¨®n industrial de ganado para el deg¨¹ello, torero sin toro, cornamentas retocadas y animales dopados, desplom¨¢ndose, como todo el universo taurino, aunque en el momento menos pensado pod¨ªa estallar un fogonazo de emoci¨®n entre tanta decadencia, y ¨¦ste es precisamente el tema de la buena literatura.
Amaba Joaqu¨ªn Vidal los gestos de la vieja tauromaquia, y yo pienso en el mundo de Hemingway, cuando llega de Par¨ªs en los a?os veinte y ve torear a Nicanor Parra y le pone a su primer hijo John Nicanor, o en Orson Welles, adolescente refugiado en una pensi¨®n de Triana, aspirante a torero y novelista policiaco a sueldo de un editor de Chicago, o en los poetas de la generaci¨®n de la Rep¨²blica. Yo le¨ªa a Joaqu¨ªn Vidal como al testigo y cronista que retrata con humor excelente un mundo agonizante y en perpetuo peligro de extinci¨®n, tr¨¢gico. Creo que de eso tratan casi todas las novelas serias.
Justo Navarro es escritor.
Babelia
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