Leonardo Padura deja la novela negra y narra 200 a?os de cultura cubana
Despu¨¦s de cuatro novelas y ocho a?os contando las negras andanzas del detective Mario Conde -el nombre es pura coincidencia-, Leonardo Padura (La Habana, 1955) ha escrito su novela m¨¢s ambiciosa. Se titula La novela de mi vida (Tusquets) y narra dos siglos de poes¨ªa y masoner¨ªa en Cuba a trav¨¦s de tres tiempos y miradas: la del exiliado contempor¨¢neo Fernando Terry; la del poeta del XIX Jos¨¦ Mar¨ªa Heredia y la de su hijo, que vivi¨® el inicio del XX.
Padura, un hombre tranquilo y apacible que desciende de alaveses y vive en el barrio habanero de Mantilla, ha sido periodista en diversas publicaciones de la revoluci¨®n hasta 1995, a?o en que gan¨® el Premio Caf¨¦ Gij¨®n como narrador policiaco y decidi¨® dedicarse por entero a la literatura. 'Con cordura, modestia y algunas colaboraciones en prensa y cine se puede vivir escribiendo', dice, y recuerda que aquellas dos actividades suyas le han ayudado mucho en La novela de mi vida.
Documentada y escrita en casi tres a?os, la novela desarrolla una exhaustiva investigaci¨®n hist¨®rica sobre la Cuba colonial, la dif¨ªcil relaci¨®n de los poetas y escritores con el poder pol¨ªtico en estos 200 a?os, y los caminos secretos de la masoner¨ªa, a la que perteneci¨® su padre, mas¨®n grado 33. 'La novela naci¨® de una iluminaci¨®n, de una frase que Heredia le escribi¨® a su t¨ªo con 19 a?os y que dec¨ªa: 'Querr¨ªa dejar de vivir una vida de novela y vivir una vida propia'. Pero en realidad el libro viene de m¨¢s atr¨¢s, porque mi padre fund¨® una logia hace 50 a?os justos, y yo me cri¨¦ en ese pensamiento, en esa simbolog¨ªa, en esa ¨¦tica, burguesa pero muy liberal y muy importante para el proceso de independencia y culturizaci¨®n de Hispanoam¨¦rica. Mi madre dec¨ªa que mi padre era un burro y que la masoner¨ªa lo puli¨®'.
Homenaje m¨²ltiple
As¨ª que la novela es un homenaje m¨²ltiple. Primero, a su padre; luego, a Jos¨¦ Mar¨ªa Heredia, a quien Padura considera 'un modelo de poeta rom¨¢ntico independentista, que inaugur¨® el exilio y la nostalgia en Cuba, adem¨¢s de ser el autor del m¨¢s grande poema de la literatura cubana, Oda al Ni¨¢gara, y de morir de tuberculosis'.
En tercer lugar, Padura recoge las vicisitudes de las nuevas generaciones de escritores cubanos, las dificultades de vivir en un r¨¦gimen cerrado, censor, completamente ideologizado, en el que una delaci¨®n basta para acabar con una carrera, como le sucede al narrador, Fernando Terry, profesor universitario. '?l no existe, pero su generaci¨®n es la m¨ªa', dice Padura. 'En los a?os setenta, la universidad era muy ortodoxa, no s¨®lo en lo docente sino sobre todo en lo pol¨ªtico. Las carreras de letras, sobre todo, eran pura represi¨®n. En el 69 se levant¨® el caso Padilla, y en los setenta la pol¨ªtica cultural cerr¨® filas con el modelo Breznev. Los homosexuales pasaron a ser sospechosos, como los cat¨®licos. Barnet, Lezama, Eliseo Diego... En los ochenta todos tratamos de despolitizar la literatura, pero hasta los noventa, con la gran crisis econ¨®mica, no se concret¨® ese cambio, que fue posible porque la industria se par¨® y apareci¨® la posibilidad de publicar fuera'.
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