La Rep¨²blica Bolivariana ha muerto
Una rebeli¨®n c¨ªvico-castrense pone fin a tres a?os y tres meses de presidencia de Hugo Ch¨¢vez en Venezuela
La presi¨®n popular y period¨ªstica, activamente secundada por los empresarios y los sindicatos de trabajadores, y el sangriento desenlace la tarde del jueves, sublevaron finalmente a los cuarteles, y derrumbaron la presidencia de Hugo Ch¨¢vez, despu¨¦s de una gesti¨®n caracterizada por la provocaci¨®n y el avasallamiento de la discrepancia. Su empe?o en implantar la justicia social en Venezuela ignorando a su mitad m¨¢s influyente, o aplicando el estilo del sindicalista mexicano que escuchaba propuestas pistola en mano, labr¨® la ruina de una administraci¨®n incapaz de conciliar pol¨ªticas. Durante sus tres a?os y tres meses de turbulenta vigencia, la revoluci¨®n bolivariana combin¨® mesianismo, militarismo, autoritarismo, populismo, izquierdismo y un rumbo econ¨®mico err¨¢tico que en algunos aspectos sigui¨® la ortodoxia del Fondo Monetario Internacional (FMI) pero cerr¨® espacios a la iniciativa privada. En pol¨ªtica exterior se alej¨® de Estados Unidos y se acerc¨® ideol¨®gicamente a Cuba y a las guerrillas colombianas.
Al no lograr el bienestar prometido, la popularidad de Ch¨¢vez cay¨® en picado
Desde hace 24 meses, abierta o calladamente, se conspiraba contra el comandante
Cosas del destino, la rebeli¨®n c¨ªvico-castrense, el hartazgo, triunfaron diez a?os despu¨¦s del fallido cuartelazo del cuatro de febrero de 1992, encabezado por el teniente coronel, Hugo Ch¨¢vez, contra el socialdem¨®crata Carlos Andr¨¦s P¨¦rez (1989-93), a quien acus¨® de simbolizar la corrupta democracia bipartidista imperante durante cuatro decenios. 'Esto es el resultado de la siembra del odio en Venezuela', lament¨® el converso Luis Miquilena, viejo comunista, que fue uno de los mentores pol¨ªticos de Ch¨¢vez durante un decenio, y tres a?os, su ministro de Interior y Justicia. 'Hice hasta lo imposible por demostrar que la democracia no es una gallera, no es la confrontaci¨®n por la confrontaci¨®n misma'.
Ch¨¢vez, de 47 a?os, gan¨® por amplio margen las elecciones de diciembre de 1998 arremetiendo contra los partidos tradicionales y la corrupci¨®n. Casado en segundas nupcias, con cuatro hijos, fan¨¢tico de las citas, desde Neruda a Rosseau, asumi¨® la presidencia el 2 de enero de 1999, y Venezuela qued¨® dividida en dos, en buenos y malos, en bolivarianos y oligarcas, en patriotas y traidores. La jerarqu¨ªa cat¨®lica, y toda disidencia, fue colocada en el segundo bando.
Impecables sobre el papel, la mayor¨ªa de sus prop¨®sitos en una naci¨®n donde la justicia distributiva brill¨® por su ausencia, la reelecci¨®n lleg¨® en julio de 2000 despu¨¦s de haberse redactado una nueva Constituci¨®n, que sum¨® a los tres poderes cl¨¢sicos del Estado, dos nuevos, el Electoral y el Moral, dise?ados todos a la medida de la revoluci¨®n. Pero al no lograr ¨¦sta el bienestar prometido, acabar con la delincuencia, crear empleos y reducir el 80% de pobreza, su popularidad cay¨® en picado entre los pobres, su principal base electoral. La reciente aprobaci¨®n de un programa de ajuste, que devalu¨® la moneda, y caus¨® una mayor carest¨ªa, defraud¨® a su gente, y el discurso revolucionario del comandante, a sus ojos, perdi¨® coherencia. 'El discurso maniqueo funcion¨® muy bien al principio', se?ala el periodista Luis Giuti. S¨®lo al principio, despu¨¦s agot¨® su pegada. Numerosos los frentes, la promulgaci¨®n de un paquete de 49 leyes, en virtud de los poderes que le otorg¨® la Asamblea Nacional, enfureci¨® a los empresarios.
La pinza fue cerr¨¢ndose. La Ley de Tierras, especialmente protestada, orden¨® en noviembre de 2001 la expropiaci¨®n de latifundios, la entrega de tierras a campesinos en usufructo y fij¨® un plan de cultivos de obligado cumplimiento. El 10 de diciembre, la patronal paralizaba el pa¨ªs, y semanas antes hab¨ªa fracasado la intentona gubernamental para ganar las elecciones sindicales. La coalici¨®n opositora crece. El 23 de enero, cerca de 200.000 personas ped¨ªan la renuncia de Ch¨¢vez, y el 7 de febrero comienza el goteo de militares en activo que exigen la salida del presidente. Para entonces, los cacerolazos ya sacaban de quicio al jefe de Estado porque eran constantes, y en ocasiones, interrump¨ªan sus parlamentos en p¨²blico. 'La oligarqu¨ªa no toca cacerolas, sino que las reproduce en un equipo de sonido, las coloca en una ventana y se sienta a tomar whisky del bueno'.
Paralelamente, los grupos de choque del alcalde del municipio Libertador, Fredy Bernal, repart¨ªan le?a a su paso. Imposible el derrocamiento del comandante de Barinas, a trav¨¦s de la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, fue intentado en las calles. La permanente algarab¨ªa, las manifestaciones, las huelgas generales, el acelerado deterioro de la imagen nacional en el exterior, su progresivo aislamiento, y, finalmente, los muertos, acabaron por agotar la paciencia de la c¨²pula militar.
Las grabaciones sobre complicidades y reuniones entre la revoluci¨®n bolivariana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hab¨ªan hecho mella en los cuartos de bandera. Algunos analistas dec¨ªan que Ch¨¢vez morir¨ªa matando. Se equivocaron. Rindi¨® las armas hace diez a?os cuando fracas¨® su asonada, y lo hizo ahora, abrumado por la sangre vertida y la envergadura del alud opositor.
'?Cobarde!, cobarde!', le gritaban la noche del jueves. No hubo lucha despu¨¦s de los asesinatos frente al palacio de Gobierno, ni fueron suficientes los 14 millones de d¨®lares (m¨¢s de 15 millones de euros) librados para fortalecer a los C¨ªrculos Bolivarianos, a imagen y semejanza de los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n cubanos, seg¨²n reiteraba a diario la oposici¨®n. Esas falanges quedaron neutralizadas a las primeras de cambio, y nada pudieron hacer por la salvaci¨®n de un gobernante que fue aclamado como pocos, y comenz¨® a ser calificado de locoide desde que dirigiera una sentida carta de solidaridad al terrorista Carlos Illich Ram¨ªrez, El Chacal, encarcelado en Francia.
El partido Acci¨®n Nacional (AD), socialdem¨®crata, al que perteneci¨® Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, aprovech¨® el asombro causado por la carta al preso y acumul¨® imputaciones en un documento redactado por psiquiatras que le imput¨® demencia. 'Este loquito logr¨® seis fulgurantes victorias electorales', respond¨ªa Ch¨¢vez.
Los japoneses alucinaban cuando palmote¨® a su emperador, un dios viviente hasta ser convertido en carne mortal por las dos bombas at¨®micas lanzadas por Estados Unidos sobre dos ciudades niponas en la II Guerra Mundial. En Espa?a, estamp¨® un beso a la reina Do?a Sof¨ªa sin previo aviso. No pocos, sin embargo, celebraban sus campechanas ocurrencias. El 14 de febrero del a?o 2000, d¨ªa de los enamorados, comunic¨® a su esposa: 'Prep¨¢rate Marisabel que esta noche te toca lo tuyo'.
El l¨ªder que hab¨ªa rechazado el neoliberalismo salvaje, y el comunismo, 'por inviable', y piropeaba la tercera v¨ªa propugnada por Tony Blair, y entraba en frecuentes contradicciones, recibi¨® lo suyo el anochecer del jueves: un mont¨®n de muertos imposible de digerir. El aborrecimiento en su contra agrup¨® a la Federaci¨®n de C¨¢maras de Venezuela (Fedec¨¢maras), la patronal, a los gerentes de la estatal Petr¨®leos de Venezuela (PDVSA), a los fragmentados partidos de oposici¨®n, a la Confederaci¨®n de Trabajadores, al grueso de los medios de comunicaci¨®n, la Iglesia, militares alzados, los profesionales, la clase media y alta en bloque, y tambi¨¦n a sectores populares que renegaron de un comandante que predic¨® sin dar trigo.
Ese frente nacional apost¨® al paro indefinido, y gan¨®. Uno de los factores del ¨¦xito fue la suma a la huelga de los gerentes de PDVSA, que hab¨ªan comenzado una el 4 de abril, en protesta por la nueva directiva impuesta por el Gobierno, el despido o jubilaci¨®n de 19 ejecutivos. La carta debajo de la manga fue la petrolera, una de las diez empresas m¨¢s grandes el mundo. 'Fue la puntilla final para este proceso desestabilizador', adivin¨® su presidente, Gast¨®n Parra. El atraso de la salida de cargueros del complejo de Paraguan¨¢, que integra las refiner¨ªas Amuay y Card¨®n, el mayor del mundo, amenazaba con el suministro interno y externo Las factor¨ªas trabajaban a un 30% o 40% de su capacidad. La inestabilidad de Venezuela termin¨® afectando intereses estrat¨¦gicos. El pa¨ªs del Orinoco es el tercer proveedor de petr¨®leo de Estados Unidos, y cuarto exportador mundial, y el frenazo de los suministros afect¨® al bombeo y almacenes de un mercado ya conmocionado por el embargo decretado por Irak para protestar por la ofensiva israel¨ª en los territorios palestinos. Venezuela, ¨²nico socio latinoamericano de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP), produce 2,43 millones de barriles diarios. La compa?¨ªa cuenta con 30.000 empleados, miles de gasolineras en Estados Unidos, y aport¨® al fisco 26.000 millones de d¨®lares (cerca de 29.000 millones de euros).
La politizaci¨®n de su funcionamiento, subordin¨¢ndose los criterios comerciales, y el olvido de la tradicional meritocracia en los ascensos, soliviant¨® a los gerentes. Sin demasiado esfuerzo, hubieran podido llegar a bloquear la naci¨®n de 24 millones de habitantes. Desde hace meses, abierta o calladamente, se conspiraba contra el comandante nacido en la localidad llanera de Sabanetas, a 420 kil¨®metros al suroeste de Caracas, de padres maestros. El ex presidente norteamericano Bill Clinton hab¨ªa sido premonitorio durante una reciente reuni¨®n de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), desarrollada en la capital de Rep¨²blica Dominicana. Despu¨¦s de haberse reunido con Hugo Ch¨¢vez, confes¨® que no pudo persuadirle de que su supervivencia depend¨ªa de un viraje en pol¨ªticas y estilo. 'El tom¨® lo que le pareci¨® era un atajo, cuando en realidad es un callej¨®n sin salida', dijo Clinton.
La expulsi¨®n de Hugo Ch¨¢vez obedeci¨®, fundamentalmente, al empuje de los medios de comunicaci¨®n, a la permanente difusi¨®n de denuncias y protestas. Las cadenas de televisi¨®n eran obligadas a transmitir en cadena las frecuentes alocuciones presidenciales, y ese encadenamiento causaba abundante bilis, y acrecentaba el malhumor social. '?Fuera, fuera, saquen al loco!', protestaban los parroquianos de los bares o las amas de casa cuando la retransmisi¨®n de un partido de f¨²tbol, o de b¨¦isbol, o una telenovela eran interrumpidos por los discursos oficiales. Los ataques del presidente a los empresarios de prensa fueron descarnados: 'Que se metan los peri¨®dicos por...el bolsillo'.
La administraci¨®n de Ch¨¢vez no pudo contrarrestar la ca¨ªda de su popularidad porque, entre otras carencias, la corrupci¨®n, lejos de ser erradicada revisti¨® nuevas formas. Fue practicada, impunemente, por generales que administraron los fondos del Plan Bol¨ªvar 2000, un programa que comprometi¨® a las Fuerzas Armadas en la construcci¨®n de carreteras, infraestructuras y obras de asistencia social. La agitaci¨®n laboral fue otro elemento determinante. 'Se va a agudizar la lucha en las calles, porque hay 1.000 contratos colectivos que se van a negociar; la devaluaci¨®n encareci¨® el costo de la vida en un 30% y no se contemplan aumentos salariales', hab¨ªa anticipado el alcalde de Caracas, Alfredo Pe?a. La afluencia de problemas fue sepultando al fundador, en 1982, del Movimiento Revolucionario Bolivariano (MRB), abruptamente desalojado del Palacio de Miraflores porque no calibr¨® el alcance de la aversi¨®n causada por su intolerancia en una sociedad que exig¨ªa ser tenida en cuenta en el objetivo com¨²n de construir una sociedad m¨¢s justa, libre y pr¨®spera.
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