Urgencia mundial
?Qu¨¦ hace Europa? ?Acaso podemos creer que unas reprimendas en orden disperso sirven de algo? ?D¨®nde est¨¢ Estados Unidos? ?Creemos que una visita furtiva es suficiente para poner fin a los combates, cuando habr¨ªa que exigir una presencia permanente y peque?os pasos decididos? ?Por qu¨¦ Naciones Unidas se mueve tan poco para imponer la tregua y una fuerza de paz, con EE UU, con Europa y con los pa¨ªses ¨¢rabes? ?Qu¨¦ fue de los activistas por los derechos humanos y los voluntarios humanitarios? ?Acaso sufren tetania ante los errores y los cr¨ªmenes? ?Sufren las peores fiebres partidistas, y nosotros con ellos?
No podemos aceptar que unos j¨®venes saqueen sinagogas, se peleen en Francia en manifestaciones enfrentadas y se agredan ma?ana hasta desangrarse. ?No permitamos que Francia quede lacerada por los desgarros de Oriente Pr¨®ximo! La lucha contra el racismo y el antisemitismo en Francia es un principio amparado por la Rep¨²blica, y no debe tolerarse ning¨²n desliz. Y tampoco una reanudaci¨®n; uno no se declara v¨ªctima para alentar una causa pol¨ªtica. Los jud¨ªos han sufrido demasiadas amalgamas como para acabar cre¨¢ndolas ellos mismos.
?Queremos un alto el fuego inmediato! No tenemos ganas de convertir a Sharon en h¨¦roe ni a Arafat en m¨¢rtir. Deseamos que la paz se establezca o vuelva. Para ello debemos imponerla juntos, por todos los medios, y probablemente a trav¨¦s de una intervenci¨®n militar internacional, que separe a los combatientes bajo la autoridad de Naciones Unidas. Evitemos alentar a los dos bandos dando la raz¨®n y echando la culpa alternativamente a los protagonistas, siguiendo el ritmo de los saqueos alternos, donde una atrocidad responde a otra, siguiendo una l¨®gica tan siniestra como previsible.
En lo que respecta a la historia y la moral, el Estado de Israel es una necesidad vital. Lo afirmamos alto y claro. Un Estado palestino a su lado es una urgencia vital: lo decimos en el mismo tono. Lo dem¨¢s es una inmensa desgracia, sufrimientos sin fin y una est¨²pida p¨¦rdida de tiempo, aunque se admita que la historia es tr¨¢gica. El terrorismo de entra?as al descubierto, las bombas que despedazan a los ni?os en los supermercados, producen una angustia inmediata y m¨¢s espantosa que los tanques en las calles o los cohetes de los helic¨®pteros. Pero no queremos entrar en estas aritm¨¦ticas sangrientas. Nuestro objetivo es salir de ellas.
Somos muchos los que ya no soportamos lo que ocurre entre Israel y Palestina. No son las im¨¢genes lo que choca a nuestras retinas. Ma?ana ser¨¢n sustituidas por otros personajes de violencia mecanizada o por el simple y vil olvido que pone fin a todas las indignaciones. Es la estupidez que representan lo que nos trastorna y corre el riesgo de desesperarnos. Esta doble ceguera es una desgracia para ambos pueblos, el israel¨ª y el palestino, y supone un fracaso en s¨ª.
Esa sabidur¨ªa y esa injerencia del coraz¨®n que proven¨ªa de Rabin y antes de Sadat, pero tambi¨¦n de Arafat y de Peres, nos llenaron de una alegr¨ªa imposible de olvidar. Est¨¢bamos cerca del objetivo, el tumulto se apaciguaba. Entre el Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo, all¨ª donde resultaba m¨¢s dif¨ªcil, en esa tierra prometida a varias religiones, a varios pueblos, se hab¨ªa establecido la inteligencia y el sosiego tan merecidos. Est¨¢bamos seguros de que iba a haber dos Estados para dos pueblos. La paz estuvo a punto de vencer y no sabemos muy bien por qu¨¦ fracas¨®. El papel de Arafat, de Madeleine Albright, de Jacques Chirac, la precipitaci¨®n de Barak y de Clinton, presionados por sus respectivas elecciones: estas explicaciones servir¨¢n para la historia. Ya no es momento de lamentaciones ni de an¨¢lisis. Ha habido demasiados remordimientos desplazados y ex¨¦gesis sabias sobre ese peque?o pedazo de tierra maltratado. Es necesario actuar, moverse, correr a los puestos de socorro.
Concedamos una posibilidad m¨¢s a la paz antes de que los hombres la entierren. Apliquemos la regla permanente de las peace making missions [misiones de paz]: no querer resolverlo todo de entrada, sino ofrecer un marco suficientemente amplio que paralice la situaci¨®n armada y abra la discusi¨®n pol¨ªtica. ?Pueden ser Sharon y Arafat los hombres de esta etapa? ?No deber¨ªa esta generaci¨®n que se odia ceder su sitio a actores m¨¢s j¨®venes, m¨¢s nuevos, menos llenos de venganza, menos manchados de sangre? Frente al cinismo y su cortejo de inmovilismos, el voluntarismo, y Francia es quien debe encarnarlo.
?Cu¨¢les ser¨ªan las etapas de esta misi¨®n de urgencia mundial? Los israel¨ªes viven en el terror ante los pr¨®ximos ataques suicidas y los palestinos son invadidos. El c¨ªrculo del caos amenaza con ampliarse. Las propuestas del Informe Mitchell parecen casi tan lejanas como las negociaciones de Oslo o de Camp David. Apoy¨¢ndose en las resoluciones del Consejo de Seguridad (1397 y 1402) y la declaraci¨®n de la Liga ?rabe en Beirut, EE UU, ayudado por Europa, debe tomar la iniciativa y hablar directamente tanto con los israel¨ªes como con los palestinos. Una presencia militar internacional, tradicionalmente rechazada por Israel, s¨®lo puede tener ¨¦xito si es considerada por ambos bandos como la ¨²nica soluci¨®n para sus pesares. A Estados Unidos corresponde dirigirla. Debe proponer a la UE y a los pa¨ªses ¨¢rabes que la organicen con ¨¦l. Paralelamente, se debe reconstruir una base pol¨ªtica a partir de las conversaciones de Taba, de las resoluciones de Naciones Unidas y de las propuestas saud¨ªes. Luego ser¨¢ necesario obtener el aval del Consejo de Seguridad y presentar el plan a ambas partes bajo los auspicios del secretario general de Naciones Unidas.
A los palestinos habr¨¢ que exigirles el alto el fuego y el abandono de las intrigas terroristas. De los israel¨ªes hay que obtener el alto el fuego, la retirada de sus tropas y el final de las masacres y de los asesinatos selectivos. Los presidentes de los pa¨ªses implicados en la fuerza internacional deber¨¢n comprometerse a dar asistencia masiva a las poblaciones en el plano humanitario y econ¨®mico.
No podemos esperar m¨¢s. Pasemos a la acci¨®n.
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