Ellas
Las mujeres mayores, viudas y beneficiarias de una pensi¨®n precaria, son las grandes silenciadas de nuestra sociedad. Desde hace cierto tiempo, de forma callada, como es su manera de ser, intentan hacer o¨ªr su voz. Desde hace a?os, las distintas plataformas de apoyo a los jubilados y pensionistas inciden en la necesidad de concentrar el esfuerzo presupuestario del Estado en una mejora real y ostensible de las pensiones m¨ªnimas y de viudedad. Aunque ha habido un ligero aumento, es demasiado tiempo y sigue sin equipararse el importe de estas pensiones al salario m¨ªnimo interprofesional y a la pensi¨®n del c¨®nyuge.
Desde el punto de vista de la pol¨ªtica social dirigida a las personas mayores, el periodo transcurrido desde la transici¨®n democr¨¢tica ha sido crucial. De forma esquem¨¢tica, podr¨ªamos decir que en estos a?os las pol¨ªticas sociales dirigidas a la gente mayor se han desarrollado a partir de la universalizaci¨®n de dos sistemas clave, las pensiones y la sanidad, as¨ª como en la progresiva estructuraci¨®n de un incipiente sistema de servicios sociales, todav¨ªa en fase de desarrollo.
En este sentido, creo que fue determinante el impulso que supuso la Ley de Pensiones no Contributivas y la progresiva inclusi¨®n en el sistema de amplios sectores de la poblaci¨®n excluidos inicialmente del mismo. Gracias a ello, aunque tambi¨¦n a pesar de la baja cuant¨ªa de las pensiones percibidas, podr¨ªamos decir que el sistema se ha universalizado y consolidado a lo largo de los ¨²ltimos a?os. Sin embargo, quisiera destacar dos aspectos que considero de suma importancia en la actualidad. En primer lugar, nuestro pa¨ªs, con el 22,4% del producto interior bruto (PIB) destinado a gastos de protecci¨®n social, ocupa uno de los ¨²ltimos lugares en el contexto de la Uni¨®n Europea, tan s¨®lo por delante de Irlanda y Portugal, bastante lejos de la media comunitaria (28,7%), y a¨²n m¨¢s de los pa¨ªses n¨®rdicos, B¨¦lgica, Alemania o Francia, que gastan casi una de cada tres unidades monetarias de PIB en gastos de protecci¨®n social.
En segundo lugar, me gustar¨ªa destacar algunos datos relacionados con la distribuci¨®n de las pensiones en funci¨®n del sexo y la edad. Por ejemplo, entre las prestaciones que reciben mujeres y hombres existe una diferencia de casi del 40% a favor de estos ¨²ltimos. En parte, eso se explica porque las mujeres est¨¢n cubiertas sobre todo por pensiones de supervivencia, que son las de menor cuant¨ªa, mientras que los hombres lo est¨¢n a trav¨¦s de pensiones de jubilaci¨®n, de importes generalmente m¨¢s altos. Y otro ejemplo: la pensi¨®n media alcanza su m¨¢ximo entre los 65 y los 69 a?os de edad y luego va disminuyendo progresivamente, y la peor situaci¨®n se da a partir de los 80 a?os y entre mujeres, que representan m¨¢s del 90% de las personas mayores que cobran una pensi¨®n por viudedad que supone solamente la mitad de la pensi¨®n media por jubilaci¨®n.
En tercer lugar, que la cantidad que se dedica a la subida de las pensiones apenas cubrir¨¢ la subida del IPC que la inmensa mayor¨ªa de los analistas, salvo naturalmente el Gobierno, estiman que habr¨¢ en el a?o 2002.
En cuarto lugar, que la subida representa menos de la d¨¦cima parte de lo que el Gobierno destinar¨¢ a bonificaciones y exenciones de cotizaciones empresariales.
Asimismo, por lo que se refiere a las mejoras de las pensiones de viudedad, cabe constatar que la mejora de la base reguladora que se acuerda con car¨¢cter general, afectar¨¢ fundamentalmente a una insignificante minor¨ªa de pensiones, que son precisamente las m¨¢s altas. Las que tienen una base inferior, o no tendr¨¢n mejora alguna, o esta les supondr¨¢ una mejora apenas perceptible.
En conclusi¨®n, siendo como es la Uni¨®n Europea nuestro contexto de referencia, Espa?a puede y debe incrementar su gasto social. Y siendo que el problema de las bajas pensiones afecta a la gente mayor y adem¨¢s mayoritariamente a las mujeres, el problema se presenta como una discriminaci¨®n doble: por ser una persona mayor y por ser mujer.
Por ello creo que es preciso apoyar su causa, porque hay razones de justicia social m¨¢s que sobradas que amparan su reivindicaci¨®n. La de ellas.
N¨²ria Carrera i Comes es quinta teniente de alcalde de Bienestar Social del Ayuntamiento de Barcelona.
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