Soy joven, luego pienso
Haciendo referencia a la pol¨¦mica suscitada acerca de los modos de divertirse de los j¨®venes y sinti¨¦ndome aludida como tal, me gustar¨ªa defender a mi generaci¨®n por diversos motivos: en primer lugar, no creo que sea necesaria la generalizaci¨®n de los temas tratados. Tanto ahora como en otros tiempos se ha acusado a los adolescentes de carecer de valores, sin que esto sea cierto. Quiz¨¢ para los medios de comunicaci¨®n es m¨¢s f¨¢cil levantar pol¨¦mica y meter en el mismo saco a todos, pero se olvidan de una cosa: somos personas y, como tales, pensamos, por lo que es normal que nos sintamos ofendidos.
Yo tengo 18 a?os, soy voluntaria, estudio primero de Comunicaci¨®n Audiovisual y tengo inter¨¦s por la lectura, el cine... y me divierto. Salgo, a veces toda la noche, y no creo que sea una criminal por tomarme una o dos copas en seis horas; eso s¨ª, previo pago de seis o siete euros por cada una de ellas. Seg¨²n qu¨¦ d¨ªa, vuelvo a casa en coche (con alg¨²n amigo que ha estado toda la noche a base de coca-colas) o cojo un taxi por el m¨®dico precio de 10 euros, y, aunque suene raro, no soy drogadicta ni tengo el menor inter¨¦s por probar sustancias estupefacientes. No me jacto de ser perfecta, pero quiero que ve¨¢is que dentro de esa 'temida generaci¨®n sin valores' hay gente a la que se olvida, gente a la que se le puede calificar con muchos adjetivos, quiz¨¢ el m¨¢s adecuado sea, simplemente, normal, y los j¨®venes normales somos la mayor¨ªa.
En segundo lugar, me gustar¨ªa aclarar que estoy de acuerdo en prohibir los botellones. Como persona que, insisto, soy (a pesar de estar sujeta a la condici¨®n de mi edad), razono y veo l¨®gico que se elimine una pr¨¢ctica que no hace m¨¢s que perjudicar. Pero prohibir el alcohol en universidades, en Telepizza y en todo tipo de establecimientos a partir de las diez de la noche me parece un poco exagerado. Ya me imagino a los se?ores empresarios de los pubs y discotecas ba?ados en billetes, frot¨¢ndose las manos mientras piensan en empezar a subir las copas uno o dos euros m¨¢s. Y mientras tanto, el poder legislativo dicta leyes que, al fin y al cabo, son gratis, o por lo menos m¨¢s baratas que las campa?as educativas. ?Para qu¨¦ gastar en ello si tenemos unas magn¨ªficas Cortes y un sitio llamado Senado? ?Alguien podr¨ªa pensar en alguna soluci¨®n? A ser posible, que no sean centros para jugar al pimp¨®n y aprender punto de cruz a las dos de la madrugada (hago referencia a una ingeniosa idea que dio a conocer el programa Madrid directo no hace mucho tiempo).
En fin, en este 'mundo feliz' que estamos creando, ?podr¨ªa alguien echar una mano al futuro?-
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