Memoria del franquismo y medios de comunicaci¨®n
El excelente documental de Els nens perduts del franquisme, de Montserrat Armangou y Ricard Belis, asesorado por Ricard Vinyes, ha propiciado en TV-3 una atenci¨®n hacia la dictadura franquista que a muchos nos ha sorprendido, en especial tras el silencio de la misma cadena al cumplirse, en el a?o 2000, el 25? aniversario de la muerte del dictador, o tras la banalidad de otros programas, por ejemplo Classificaci¨® ACR. Al parecer, los responsables de la televisi¨®n catalana quedaron sorprendidos por el ¨¦xito de audiencia de un documental serio y riguroso -lo que para algunos es autom¨¢ticamente sin¨®nimo de aburrido-, que adem¨¢s conten¨ªa una carga de profundidad contra las visiones ben¨¦volas del franquismo, tan bien instaladas en determinados sectores de nuestra sociedad.
Existe una gran ignorancia sobre la dictadura en amplios sectores de la sociedad
La m¨¢s que aceptable cuota de pantalla conseguida por Televisi¨® de Catalunya con la programaci¨®n especial del mes de marzo dedicada al franquismo muestra el inter¨¦s p¨²blico por nuestra historia inmediata, de manera que es de esperar que TV-3 no abandone su atenci¨®n a esta tem¨¢tica. Tendr¨ªa que asegurar, sin embargo, una calidad media que hasta ahora no siempre alcanza. Por ejemplo, el documental emitido con el t¨ªtulo El maquis, la guerra silenciada, aparte de no aportar nada a lo ya sabido, no deber¨ªa haber pasado el control de calidad exigible en una cadena p¨²blica, al contener im¨¢genes manipuladas -por ejemplo, una conocida fotograf¨ªa de una ejecuci¨®n de 1937 se utiliz¨® para ilustrar la narraci¨®n sobre la violencia ejercida por guerrilleros comunistas contra disidentes en 1944- o al introducir una mezcla absurda de temas, especialmente en la segunda parte del documental, en la que aparec¨ªan, juntos y casi revueltos, la guerrilla libertaria, la resistencia nacionalista, las Comisiones Obreras y la protesta del Palau de la M¨²sica.
Ser¨ªa lamentable que tras la intensa atenci¨®n de un mes, el silencio se instalara de nuevo, s¨®lo roto espor¨¢dicamente. Ahora bien, los profesionales de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n -unos medios que sostenemos todos con nuestros impuestos- deber¨ªan reflexionar sobre su aproximaci¨®n a la historia, para evitar la banalidad y la tendencia al espect¨¢culo que esteriliza, en buena medida, el inter¨¦s de muchos productos. La respuesta a la formulaci¨®n olvidar o recordar es un¨ªvoca: la sociedad catalana, como cualquier otra, no debe prescindir de su historia, que forma parte de su identidad. Sin embargo, con el franquismo tenemos un problema serio, como demuestra la extraordinaria distancia entre el nivel de conocimientos alcanzado por la historiograf¨ªa y la ignorancia sobre la dictadura instalada en amplias zonas de nuestra sociedad.
La dictadura franquista fue un r¨¦gimen cuya brutalidad no puede explicarse ni justificarse por la guerra civil, como pretenden siempre sus defensores, sino por sus prop¨®sitos originarios -aniquilar la denominada anti-Espa?a, es decir, a liberales y dem¨®cratas, anarquistas, socialistas, comunistas y nacionalistas no espa?olistas- y por sus caracter¨ªsticas -un Estado con vocaci¨®n totalitaria-, prop¨®sitos y caracter¨ªsticas que lo equiparan a los fascismos europeos, derrotados en 1945. Sin embargo, el franquismo logr¨® sobrevivir, fundamentalmente porque en los a?os cr¨ªticos 1945-1947 las potencias occidentales lo consideraron una amenaza s¨®lo para los espa?oles y m¨¢s tarde EE UU le permiti¨® ocupar un lugar subordinado en la alianza anticomunista. La larga duraci¨®n de la dictadura y, en especial, una transici¨®n fruto del acuerdo entre reformistas del r¨¦gimen y dem¨®cratas que comport¨® que quedaran en un discreto segundo plano tanto las complicidades con la dictadura como el compromiso antifranquista, facilitaron que el franquismo no fuera asumido en su real significaci¨®n por una parte de la sociedad. Ello ha permitido la persistencia de visiones acr¨ªticas o benevolentes hacia una de las dictaduras m¨¢s sangrientas de la Europa contempor¨¢nea, visiones que l¨®gicamente irritan a las v¨ªctimas del franquismo y a la minor¨ªa -no tan exigua como a veces, interesadamente, se pretende- que comprometi¨® su libertad, su seguridad personal y, a veces, incluso su vida en la lucha por la democracia.
Como dec¨ªa Ricard Vinyes en un reciente art¨ªculo, no se trata de olvidar o recordar, sino de conocer. Los historiadores, en general, han hecho sus deberes, acumulando una amplia bibliograf¨ªa, tanto de car¨¢cter monogr¨¢fico como de car¨¢cter general y divulgador. A m¨¢s de 25 a?os del final de la dictadura es ya inexcusable que el conocimiento del franquismo y del antifranquismo sea facilitado por las instituciones democr¨¢ticas, por ejemplo con una pol¨ªtica de la memoria, ¨²til adem¨¢s para fortalecer una cultura c¨ªvica democr¨¢tica. Tambi¨¦n los grandes medios de comunicaci¨®n tienen su parte en esta tarea, al menos en dos direcciones: contribuyendo a una divulgaci¨®n de calidad e incluso a la investigaci¨®n en la l¨ªnea de Els nens perduts, que incorpore la visi¨®n acad¨¦mica suficientemente consolidada del franquismo, y por otra parte aportando sustancialidad al debate sobre nuestra historia inmediata.
Carme Molinero y Pere Ys¨¤s forman parte del Centro de Estudios sobre las ?pocas Franquista y Democr¨¢tica (CEFID) de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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